sábado, 29 de diciembre de 2012

CINCO CAPILLAS CON HISTORIA

 
 
 
 
La iglesia parroquial de Santa María de Deba, Monumento Nacional del Estado desde el año 1931, es una de las grandes joyas de la arquitectura religiosa vasca.
Levantada en el siglo XV sobre una primitiva iglesia del siglo XIV, fue ampliada en el siglo XVI y concluida en el XVII. La financiación del templo corrió a cuenta del vecindario debarra, de ahí que, desde hace siglos, la fachada principal del templo luzca con orgullo el escudo de la villa.
Uno de los elementos más interesantes de este monumental templo son sus capillas góticas, construidas en el momento de mayor esplendor de la población.

Fue ése un momento en el que los impuestos procedentes del tráfico de lana castellana y de productos manufacturados exportados a Inglaterra, Francia, Flandes y otros países europeos, contribuyeron al enriquecimiento de la villa. Ni qué decir de los beneficios procedentes de las sustanciosas campañas balleneras a Terranova, organizadas éstas por familias locales, o de las también sustanciosas campañas corsarias en las que el rey se beneficiaba de una quinta parte del botín, "quinto real ", pero el armador de la nave, los tripulantes y de paso, la iglesia y el pueblo debarra en general, también fueron partícipes directa o indirectamente de aquellos beneficios.

De las seis capillas que hoy podemos visitar en la iglesia parroquial de Santa María de Deba, cinco de ellas fueron construidas para servir de oratorio y enterramiento a las más poderosas familias debarras de los siglos XV-XVI. La sexta, fue sacristía hasta que en 1714, finalizada una nueva, aquella pasó a desempeñar funciones de capilla.

Las cinco capillas privadas son una especie de libro abierto en el que han quedado escritos importantes pasajes de la historia de Deba, algunos de ellos dignos de la mejor película de acción. Pertenecen a los linajes de Irarrazabal, Sasiola, Zubeltzu, Aguirre y Andonaegui. Todas ellas tienen una gran historia; algunas, incluso leyenda.
He aquí algunas breves reseñas históricas de estas capillas y de sus propietarios. 

Capilla de los Irarrazabal, o de la Misericordia
Fue construida por la más importante de las familias debarras, prebostes de la villa desde su fundación en 1343, de ahí que ocupe un lugar preferencial: la primera en el lado del evangelio. Hasta hace unas décadas, esta capilla era también conocida con el nombre de "Valparaíso" o del "marqués de Valparaíso". Más adelante explicaré los porqués de esta curiosa denominación.

 
La casa solar de los Irarrazabal, desgraciadamente ya desaparecida, estaba situada a la salida del pueblo, en el barrio de Artzabal. Existen algunas vagas referencias sobre la antigua torre medieval pero en realidad lo único que se conserva de esta familia es el topónimo de un caserío situado junto al lugar donde se ubicó la torre, y la capilla-sepulcro de la familia, situada en la iglesia parroquial.
 
Sepulcro de los Irarrazabal o de Valparaiso. El paso del tiempo ha hecho que
las figuras talladas en la piedra se vean con dificultad.
En el centro se puede apreciar un caballero armado con espada y escudo
flanqueado por un hombre con lanza y otra figura sedente.
En ambos laterales, dos escudos irreconocibles, debido al desgaste de la piedra,
sostenidos por dos leones rampantes. Es de suponer que al menos uno de los
escudos sea el de los Irarrazabal.

En septiembre de 1394, siendo alcalde de Deba Fernán Miguelez de Irarrazabal y preboste Juan Ruiz de Irarrazabal, reunido el concejo en el interior del templo, fueron aprobadas las primeras ordenanzas de la villa de Deba, consideradas las más antiguas de Gipuzkoa ya que tres años más tarde, en 1397, verían la luz las primeras ordenanzas de la Hermandad de villas de Gipuzkoa.
 
Los Irarrazabal, además de ser dueños de diversas ferrerías,molinos, lonjas y cargaderos, fueron constructores y propietarios de barcos dedicados al comercio, al corso, o a la caza de la ballena en aguas de Terranova. Uno de ellos fue Martín Ochoa de Irarrazabal, alcalde de Deba en 1570, importante mercader, ballenero y capitán de mar, generalmente a bordo de sus propias naves al servicio de la corona. Murió  de un tiro mientras luchaba contra los ingleses a bordo de la nao "Felipe y Santiago" una de las naves de la conocida como "Armada Invencible".
 
Otro miembro destacado de esta familia fue Francisco de Andia Irarrazabal, nacido en Deba en 1536; caballero de la Orden de Santiago, paje en la corte del príncipe y más tarde rey, Felipe II, a quien acompañaría a Inglaterra para sus desposorios con María Tudor. Poco después embarcaría para América, llegando a Chile junto a su gran amigo, de origen bermeotarra, Alonso de Ercilla y Zúñiga, autor de la inmortal obra literaria " La Araucana".
 
Su hijo, Francisco de Andia Irarrazabal y Zarate, nació en Chile el año 1576 aunque pasó la mayor parte de su vida en Europa. Primogénito de siete hermanos fue sucesor de las casas de Andia en Tolosa y de Irarrazabal en Deba, población esta última donde había nacido su padre.
Su historial es de lo más interesante pues prácticamente no hay guerra ni cargo donde no se le nombre. Fue el chileno con más cargos y títulos, tantos que merece la pena hacer mención de, al menos, algunos de ellos:
Caballero de la Orden de Santiago, Trece de esta Orden, Comendador de Villoria y de Aguilarejo, primer vizconde de Santa Clara, Maestre de Campo General de infantería española, Veedor General del ejercito de Flandes, Gobernador de las armas del reino de Murcia, Gobernador y Capitán General de las Islas Canarias, Gobernador General de Chile, Gobernador General de Gibraltar, Capitán General de Orán y Mazarquivir, Virrey de Galicia, de Navarra y de Sicilia, Consejero de Estado y Guerra de Felipe IV, Gobernador de Artillería y Juntas de Guerra de Cataluña, Consejero de Guerra de Flandes, Capitán de Guardias del Archiduque Alberto y Comisario General del Ejército de Granada.
Se dice de él que sirvió a la corona sesenta años, recibiendo cuarenta y cinco heridas de guerra.
Fue cinco veces virrey, y Felipe IV le concedió el título de marqués de Valparaíso (título con grandeza de España que en la actualidad ostenta Don Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete.
Francisco Andia Irarrazabal murió en Madrid en octubre de 1659 y es muy probable, casi seguro, que como señor de la casa de Irarrazabal, su cuerpo fuese enterrado en el sepulcro de la capilla familiar de Deba. Esa podría ser la explicación a la anteriormente comentada denominación de la capilla-sepulcro como del "marqués de Valparaiso".

Haciendo mención a la personalidad de este personaje, me gustaría comentar una anécdota referente a él.
Hace unos días, interesado en conocer algún dato sobre su vida, me introduje vía cibernética en el Archivo Histórico Nacional. Mi labor fue premiada cuando conseguí hacerme con un documento fechado en 1636, momento en el que Francisco de Andia Irarrazabal era precisamente Virrey de Navarra, y año también en el que visitó Deba para supervisar la construcción de tres galeones de su propiedad que se estaban construyendo en los astilleros de esta villa guipuzcoana.
Es un documento del Consejo de la Inquisición referente a un "Proceso de fe" contra don Francisco de Andia-Irarrazabal y Zarate. Para ser breve, resumiré la anécdota diciendo que el señor Irarrazabal, Virrey de Navarra, no se cortó un pelo a la hora de imponer una severa multa al mismísimo obispo de Pamplona, don Pedro Fernández Zorrilla.   
Si Irarrazabal tenía carácter, el obispo no se quedaba atrás, pues según consta, el virrey vasco-chileno fue excomulgado con todas las de la ley, según los inquisidores, por ser sospechoso del "error de Inglaterra"; una vendetta en toda regla.  

Capilla de San Antón o de los Sasiola


Fue fundada por Martín Ochoa de Sasiola, llamado “el Tesorero” y por su esposa María Martinez de Zarauz, y en ella fueron enterrados. La capilla está dedicada a San Antón, por ser éste el santo protector del linaje de los Sasiola.
Martín Ochoa de Sasiola fue secretario del condestable de Castilla Pedro Fernández de Velasco, el hombre con más poder en el reino, tras el rey. Este miembro de la familia Sasiola fue uno de los personajes que el 25 de Noviembre de 1539, recibieron en el túnel de San Adrián al emperador Carlos V cuando entró en Gipuzkoa.


 
La capilla posee un pequeño pero precioso retablo tapizado con brocados de Flandes y muestra un maravilloso tríptico flamenco del siglo XVI que dice bastante sobre las relaciones comerciales de los Sasiola con los puertos de los Países Bajos.


El sepulcro, tallado en arenisca, luce a su derecha el escudo de Castilla-León. A la izquierda, otro intencionadamente destrozado por el cincel, que según algunos historiadores podría tratarse del escudo de la casa inglesa de Plantagenet. En el centro, en la parte inferior, el escudo de los Sasiola con la tau de San Antón y sobre éste, una talla con un jarrón de lirios alusivo a la Virgen, elemento hagiográfico mariano muy común, también presente en el sepulcro de los Aguirre.
En uno de los muros de la capilla existe una puerta cegada que en el pasado daba acceso al claustro. Tallado en el dintel de arenisca de esa puerta, en la parte del claustro, se puede apreciar el escudo de los Sasiola, propietarios de la capilla.
 
 

Los Sasiola, importante familia de mercaderes, tuvieron estrechas relaciones con la corona inglesa. No en vano, uno de sus miembros, Jofre Ibáñez de Sasiola, “El Bachiller”, tío paterno de Martín Ochoa de Sasiola, además de alcalde de Deba, formó parte del Consejo Real de Fernando el Católico, siendo también el primer embajador que tuvo el reino de Castilla-León en Londres. Curiosamente, una de sus labores en Inglaterra consistió en acordar el matrimonio entre la hija pequeña de los Reyes Católicos, Catalina de Aragón, con Arturo, Príncipe de Gales. Al morir Arturo al poco tiempo de la boda, ella contraería nuevo matrimonio con el hermano de su marido, Enrique VIII, con el que tuvo una hija: María Tudor, a la que con el tiempo, los anglicanos ingleses llamarían "Bloody Mary".

El escudo labrado en el sepulcro está sostenido por dos ciervos rampantes y muestra las flores de lis de la casa de Plantagenet. Curiosamente, en algún momento, quizás debido a algún episodio corsario frente a Inglaterra, este escudo fue dañado intencionadamente con un cincel. La imagen está forzada para que puedan apreciarse con claridad las tres flores de lis y los ciervos.







Otra de sus misiones del embajador debarra fue la de terminar con las guerras de corso entre los marinos vascos e Inglaterra, alguna de cuyas paces se firmó precisamente en Deba. Así sucedió en 1473 cuando en esta villa se reunieron los marinos vascos con los embajadores ingleses.
En reconocimiento a sus méritos, Jofre Ibáñez de Sasiola fue premiado por la corona inglesa con la más importante distinción en aquel país: Caballero de la Orden de la Jarretera. Jofre murió en Zumaia donde había fundado casa tras su boda con María López de Areizti.
El padre de Jofre Ibáñez de Sasiola, “el Bachiller”, llamado y apellidado igual que su hijo, fue además de alcalde de Deba, importante mercader y reconocido corsario. Un dato históricamente interesante que demuestra la actividad de sus negocios marítimos es que en 1488 Bartolomé Colón, hermano del descubridor, viajó a Londres en una nave de Jofre Ibáñez de Sasiola, padre, la cual fue abordada por corsarios alemanes que tuvieron secuestrado al hermano del almirante y descubridor genovés durante seis años.
    
Capilla de San Juan Bautista o de los Zubelzu.

Es popularmente conocida como “capilla de la hilandera” debido a que existe una leyenda romántica local que relaciona esta capilla con sus dos protagonistas: Andra Madalen y su hija Katalintxu, ambas, según la tradición, pertenecientes la casa de Zubeltzu.
Al parecer, al menos, en ella debieron ser enterrados Fernando de Zubelzu y su esposa María de Zuazola en la segunda mitad de mil quinientos, ya que los escudos de ambas casas aparecen tallados en el frontal del sepulcro familiar.

 
Los Zubelzu procedían de la torre del mismo nombre situada en el barrio de Mardari, pero su casa, dentro de la villa, estaba situada donde actualmente se encuentra el cine “Zubelzu”.
Esta familia era propietaria de naos destinadas al comercio, al corso, o a lo que hiciese falta. Así  tenemos que la nao "Concepción Mayor", de 486 toneladas y dieciséis cañones, propiedad de Juan Pascual de Zubelzu, fue una de las seis naves debarras que formaron parte de la Armada Invencible. Al mando de la nao iba su propio hijo, Manuel López de Zubelzu quien, como el resto de las naves de esta población, pudo arribar a puerto tras la desastrosa expedición.
Esta capilla está considerada como una de las más bellas del arte gótico en Euskal Herria.
En el friso labrado sobre el sepulcro se aprecia un Cristo crucificado, flanqueado por los doce apóstoles. El frontal del sarcófago muestra varios escudos heráldicos así como una escena del bautismo de Jesús y varios monjes orantes en procesión.
Arriba, dos bellas vidrieras que hacen referencia a los dos personajes protagonistas de la leyenda de La Hilandera: Anrdra Madalen y su hija Katalintxo.



Capilla de San Pedro
o de los Aguirre  
 
Perteneció a la poderosfamilia de los Aguirre, emparentada con las familias locales de los Sasiola y de los Irarrazabal. En ella fue sepultado en 1593 Fernando de Aguirre, pagador de armas y criado del rey Felipe II. Refiriéndose a él, el diplomático y político Luis López de la Torre Ayllón y Kirsmacker escribió:
“Este don Fernando fue uno de aquellos secretarios de Felipe II, a quienes el monarca confiaba el desempeño de cargos o comisiones especiales.
Residía por lo común en Guipúzcoa, y allí atendía a la fabricación y pago de las armas destinadas a las huestes españolas”.
Su casa, situada en la calle del Astillero es, junto a la de los Sasiola, uno de los dos edificios que se conservan, pertenecientes a las familias propietarias de capillas en la iglesia parroquial de Deba.

 
Los Aguirre fueron importantes mercaderes y marinos ocupando relevantes puestos tanto en la mar como en tierra. Uno de ellos, San Juan de Aguirre, fue almirante de una escuadra de la armada del mar océano y posteriormente Almirante General con don Alonso de Bazán.
 Debido a la unión de miembros de la familia Aguirre con los Irarrazabal, en esta capilla están enterrados varios Irarrazabal casados con mujeres de la familia Aguirre.
El sepulcro, como el de las demás capilla está tallado en piedra arenisca y muestra la escena de la anunciación de la Virgen. Entre el ángel y la Virgen puede apreciarse el jarrón con los lirios, elemento que hace referencia a la madre de Jesús.
 

Capilla de Santo Domingo o de Andonaegui
 
 
Perteneció a la familia Andonaegui, de la casa conocida como “Deva-echea” o “Comendadorecua” situada en la calle actualmente denominada Lersundi.
En esta capilla está enterrado Juan de Andonaegui, comendador de la Orden de Caballería de San Lázaro y secretario durante once años, de la embajada de España en Roma, en tiempos de Felipe II.
Hombre políglota, se dice de él que hablaba siete idiomas. Fue responsable de la correspondencia cifrada entre el rey español y el papado, incluida la referente a la batalla de Lepanto.
 
Los papas Pío V y Gregorio XIII le concedieron numerosas gracias y privilegios, tanto a él como a la iglesia parroquial de Deba y a su propia casa, destinada al parecer a convertirse en convento de monjas donde pensaban ingresar sus propias hijas. No se sabe si efectivamente su casa, "Deva-echea", pasó a convertirse en convento. Lo que si sabemos es que sus hijas ingresaron en la orden de las madres Brígidas tomando los nombres de Mencia de Jesús María y de Engracia de Christo y que fueron cofundadoras, junto a Doña Marína Escobar, del convento de Brígidas de Valladolid, así como otro convento de la misma orden en Vitoria.
 
Las gracias para con Don Juan de Andonaegui no solo llegaron de los papas, ya que Felipe II,  le otorgó una pensión vitalicia de mil ducados anuales.
Cuentan de él, que debido al intensisimo esfuerzo al que sometió a sus ojos por
motivo de su profesión, fue perdiendo visión hasta el punto de quedarse practicamente ciego. Y efectivamente parece ser cierto, pues en dos cartas suyas fechadas en Madrid en julio y noviembre de 1584 y dirigidas a su colega Cristobal de Salazar, secretario de la embajada española en Venecia, Andonaegui le agradece el envío de unos anteojos para su gran miopía, encargándole le haga llegar seis pares más.
    



 

jueves, 8 de noviembre de 2012

SE BUSCA MECENAS



"AGIRRETXE"

UN PARNASO INJUSTAMENTE OLVIDADO



                
                                                            
El palacio de Aguirre, conocido también como Agirretxe, es sin duda, tras la iglesia de Santa María, uno de los edificios con más historia de todo el término municipal de Deba.
Al parecer, datos recientes vienen a demostrar que la antigua casa-torre medieval sobre los que se asienta el actual palacio, podría ser coetanea a la fundación de la propia villa de Deba (s.XIV), con carta-puebla fechada en 1343.

Los mismos datos parecen afirmar que dicha torre fue levantada por la familia Irarrazabal, propietaria de los terrenos sobre los que se asentó la villa y cuya casa solar, hoy ya desaparecida, se encontraba en el barrio de Artzabal.
El linaje de los Irarrazabal, emparentado en esta casa con el de los Aguirre, se unió posteriormente con los linajes de Arizmendi y Otalora.
La fusión de estos cuatro linajes queda patente en el escudo heráldico que muestra el palacio en su fachada principal.

Escudo barroco del palacio de Aguirre.

En 1848 Francisco de Paula Madrazo publicaba un libro titulado “Una Espedición a Guipúzcoa, en el verano de 1848”. En este libro, refiriéndose al palacio de Aguirre decía su autor: " A ese edificio la llaman los devanos el palacio de Aguirreche por haber sido propio de un tal Aguirre, secretario del famoso favorito Antonio Perez,que mas tarde se refugió y estuvo oculto en sus muros para librarse de la persecución que fulminó contra él Felipe II".

Refiriéndose también a Fernando de Aguirre, el diplomático y político español Luis López de la Torre Ayllón y Kirsmacker escribía:
“Este don Fernando fue uno de aquellos secretarios de Felipe II, a quienes el monarca confiaba el desempeño de cargos o comisiones especiales. Residía por lo común en Guipúzcoa, y allí atendía a la fabricación y pago de las armas destinadas a las huestes españolas”. Pero será en épocas más recientes, cuando tras años de abandono, la historia de esta casa comience a revivir y recuperar la importancia que tuvo hace siglos.



En 1861 el palacio es comprado por Leopoldo Augusto Cueto, marqués de Valmar. Será con él cuando por el palacio desfilen las más importantes personalidades de la política y la cultura del momento. Debe tenerse en cuenta que el señor Cueto, diplomático de profesión ejerció sus labores en diversas capitales del mundo, siendo incluso ministro plenipotenciario en Washington así como Secretario de Estado, Mayordomo de Palacio y Senador Vitalicio. 





Retrato al óleo de Leopoldo Augusto Cueto, marqués de Valmar.
 La obra es propiedad de la Real Academia Española,
 institución de la que fue académico,
ocupando el sillón J (Jota mayúscula) desde el año 1858
 hasta su muerte, acaecida el 21 de enero de 1901.


Pero el señor Cueto fue ante todo un hombre de letras: filólogo, escritor, crítico literario e historiador, amén de Secretario de la Real Academia de la Lengua y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Un dato ilustrativo de su pasión por la cultura es que la biblioteca del palacio de Aguirre estaba considerada como una de las mejores bibliotecas españolas de la época, ya que contaba con muchísimas primeras ediciones de autores como Lope de Vega, Góngora, o Cervantes.
Fue precisamente en Agirretxe donde el marqués de Valmar se refugió para trabajar durante sus vacaciones y por donde pasó la “creme de la creme” de la cultura romántica y postromántica española, como su propio cuñado, Ángel de Saavedra (Duque de Rivas), los hermanos Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer, el diplomático y escritor Juan Valera, el vallisoletano José Zorrilla y muy probablemente su gran amigo y colaborador, don Marcelino Menendez Pelayo. Esto por citar tan solo algunos nombres.
Fue precisamente Zorrilla, quien en su obra “¡ A escape y al vuelo! “  describió en verso  el recorrido por las calles de Deba, su visita a la iglesia parroquial y al palacio de Valmar.





Detalle del mueble de la biblioteca donde se aprecian dos de las
pinturas de Valeriano Bécquer.

Respecto a la estancia en Deba de los hermanos Bécquer (lo hicieron al parecer en dos ocasiones: 1862 y 1864), mencionar que debió estar originalmente motivada por un encargo que el señor Cueto, marqués de Valmar, gran amante de la pintura, había hecho a Valeriano. La primera visita pudo deberse a la realización de varias copias de obras de autores clásicos a las que tan aficionado era el señor Cueto. La segunda, probablemente a la realización de seis pinturas destinadas a decorar el gran mueble de la biblioteca del palacio. Mencionar que Valeriano Bécquer es de sobra conocido por ser una de las primeras figuras de la pintura romántica española, y su hermano Gustavo Adolfo por serlo en el campo de la poesía. Pero menos conocido es la faceta de Gustavo Adolfo como pintor, caricaturísta y dibujante. Ésta pudo ser la razón para que el poeta arribase a Deba en compañia de su hermano, trabajando ambos al alimón.


Valeriano Bécquer fue una de las más importantes
figuras de la pintura romántica.
La fotografía de Gustavo A. Bécquer corresponde al año 1870,
 el mismo año de su muerte, a los 34 años.
Su vida, incluidas sus estancias en Deba,
 discurrió muy unida a la de su hermano Valeriano.
 Curiosamente ambos murieron con una diferencia de tres meses.
 La obra de éstos, a menudo fue realizada al alimón.
 Como afirmó Gustavo tras la muerte de su hermano,
 " él me dibujaba mis versos y yo versificaba sus cuadros ".
Una faceta menos conocida de Gustavo Adolfo
 es precisamente la de dibujante, ilustrador y pintor.


Las imagenes corresponden a cuatro de los temas
 pintados por Valeriano Bécquer
 para el mueble de la biblioteca debarra del marqués de Valmar.

Un hecho interesante, por ser menos conocido, es la relación y colaboración de Leopoldo Cueto con intelectuales vascos de la época, que curiosamente coincide con un momento de efervescencia, renacimiento más bien, de la cultura "bascongada". 
El marqués de Valmar tuvo estrecha relación con José Manterola, el liberal donostiarra fundador de "EUSKAL-ERRIA, : revista bascongada", publicación bilingüe en la que colaboraban firmas tan notables como las de Ricardo Becerro de Bengoa, Fermín Herran, Arturo Campión, Antonio Trueba, Antonio Peña y Goñi, Juan Carlos Guerra, Carmelo Echegaray o Juan Venancio Araquistain.
Es probable que la relación entre Cueto y Manterola, a quien en sus cartas trata el marqués como "mi muy estimable amigo", llegase precisamente de la mano del abogado y escritor romántico debarra Juan Venancio Araquistain, amigo también y hombre de confianza, al parecer, del marqués de Valmar.
Fuese como fuese, lo cierto es que Leopoldo Cueto llegó a convertirse en esporádico colaborador de la publicación Euskal-Erria.
"Ubiarco (en la costa cantábrica)", "De mis recuerdos, Boga, boga, mariñela" y "La mujer de Guipuzcoa" son tres de los títulos que vieron la luz en aquella revista cuya misión, según proclamaba, era la de "recoger y transmitir los rasgos peculiares de las siete provincias vascas, dar a conocer su antiquísima cultura...".
Otro episodio interesante en la historia del palacio de Aguirre, sucedió durante la última Guerra Carlista, cuando durante los primeros días del mes de enero de 1875 el edificio se convirtió en Cuartel Real de Carlos VII.
Durante unos días el palacio fue ocupado por el pretendiente al trono Carlos María de Borbón y Austria-Este. El día seis de ese mes (Día de Reyes), Don Carlos redactaba en Deba un manifiesto que ha pasado a la historia como “Manifiesto de Deva” y que fue firmado en el salón que hoy se conoce como “de los espejos”. En este salón tuvo lugar la recepción de Don Carlos al pueblo de Deba y el acto del besamanos. Anteriormente, en 1866 el palacio de Aguirre había recibido la visita de la reina Isabel II y de su esposo Francisco de Asís, a quienes acompañaban sus hijos Alfonso (futuro Alfonso XII), y la infanta Doña Isabel.

¿ Y ahora qué ?
 Tras la última restauración realizada en 2010, el noble edificio acoge el conservatorio municipal de música. Por desgracia, el interior del antiguo y noble palacio de los Aguirre ha perdido prácticamente toda la personalidad y el estilo adquirido a través de siglos de existencia. Una vez más, se han sacrificado la historia y el patrimonio, favoreciendo la funcionalidad de forma un tanto descontrolada.
Aunque en malas condiciones, todavía se conserva parte de su mobiliario en espera de tiempos mejores que permitan su restauración y ubicación en el lugar que les corresponde.
Una de las piezas más valiosas y a mi modo de ver, injustamente olvidada, es el mueble de la biblioteca realizado por el marqués de Valmar en cuya decoración intervino Valeriano Bécquer pintando varias escenas sobre obras de autores clásicos del teatro universal. A fecha de hoy, por falta de presupuesto para ser restaurados, tanto el mueble como las pinturas del genial artista romántico duermen el sueño, o al memos, la siesta de los justos en unas frias y húmedas dependencias de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Increíble pero cierto.

Tras la restauración del edificio, las fachadas de Agirretxe, lucen con tanto esplendor como lo hicieron en sus mejores tiempos, pero por desgracia, a su interior le falta la vida; le falta el alma de aquel parnaso donde la creatividad, y el amor por las artes contribuyeron a forjar la leyenda de inmortales personajes. 
Aunque Agirretxe ha perdido el alma, aún estamos a tiempo de recuperar al menos un hálito de lo ya irrecuperable. La restauración de sus muebles, la recuperación de sus extrañamente desaparecidos cuadros, de sus lámparas,  o de sus instrumentos musicales, pueden contribuir a que, al menos, nos ayude a imaginar  lo que Agirretxe fue en otros tiempos. Su interior, sus frías paredes, necesitan el calor y el color del pasado.  
Y para ello, tal y como están las cosas, solo me ocurre que además de voluntad, necesitamos un mecenas. 

                                 ¿ DÓNDE SE ENCUENTRAN ?
Si alguien lo sabe, agradecería hiciese un comentario en este espacio. Las fotografías corresponden al año 1986 y se hicieron para confeccionar el inventario correspondiente al mobiliario, tras la compra del 
edificio por el ayuntamiento de Deba. Los cuadros que aparecen, podrían ser copias de cuadros de autores clásicos realizadas por Valeriano Bécquer. Este fue seguramente el motivo de la primera estancia de los Bécquer en Deba.

Retrato de Luis de Gongora (paradero desconocido)
      

Retrato de Isabel II (paradero desconocido)
Retrato de Felipe V. (paradero desconocido)

Estos dos instrumentos, probablemente corresponden
a la época del marqués de Valmar. Una vez restaurados,
perfectamente podrían encajar dentro del antiguo palacio,
sede actual del conservatorio municipal de música.
En la actualidad se encuentran guardados en espera de
que soplen mejores vientos.





















martes, 23 de octubre de 2012

LA CENTENARIA VIDA DE CONSERVAS YURRITA

                                             UN EJEMPLO PARA LA HISTORIA


Según los datos que dispongo, la empresa Yurrita e Hijos, ubicada en Mutriku, se encuentra entre las cuatro empresas agro-alimentarias más antiguas del País Vasco. Junto a ella se situan las también centenarias "Destilerías Manuel Acha" (Amurrio, 1831), "Chocolates Saint-Gerons" (Mendaro,1850), y la vinícola "Herederos del Marqués de Riscal" (Elciego, 1858).

 

Curiosa y paradójicamente, la antiguedad de Conservas Yurrita, fundada en 1867, contrasta con la modernidad de sus instalaciones, de sus sistemas de producción y de su política de ventas.

Pero nada de esto hubiese sido posible sin el esfuerzo de dos hombres singulares: José Miguel Mauleón y Agapito Yurrita, éste último hijo de uno de los personajes más interesantes y desconocidos de la historia empresarial guipuzcoana: Antonio Yurrita. Esta es una historia agridulce con un final feliz, un ejemplo que nos demuestra que, a pesar de las caídas, con esfuerzo y constancia, siempre queda un hueco para la esperanza y el éxito.


Antigua fotografía del "Hotel Mauleón". A través de las puertas laterales se accedía a la fábrica de escabeches situada tras este edificio


LOS ORÍGENES

Corría el año 1867 cuando José Miguel Mauleón, un navarro de Etxarri Aranaz, se asentó en esta villa guipuzcoana. Por lo que sabemos, fue el pionero, o al menos uno de los pioneros entre las gentes llegadas desde fuera de la actual Comunidad Autónoma Vasca, en dedicarse a la elaboración y comercio de pescado.

Por aquel entonces, la todavía primitiva industria transformadora de pescado vasca se centraba, al igual que hace siglos, en el escabeche. Eran tiempos en los que aún se desconocía la elaboración de la anchoa en semiconserva, una técnica que en pocos años llegaría a Euskal Herria de la mano de algunos conserveros italianos.

 

No le debían ir mal los negocios al señor Mauleón, pues al poco de instalarse en Mutriku, ya contaba con una docena de carretas y sus correspondientes caballos de tiro, dedicados éstos al transporte de la mercancía por él elaborada. Además, instaló un hotel y anexo a éste, una casa preparada para albergar a dieciséis carreteros.



Puerto de Mutriku. La fotografía corresponde a los primeros años del s.XX


El intrépido navarro tuvo cuatro hijas. Con toda seguridad echó en falta el no haber tenido un hijo varón, para que como era habitual entonces, le relevase en la dirección de los negocios. Una de ellas contrajo matrimonio con un joven de Ordizia llamado Agapito Yurrita. Con él comenzaría una nueva etapa en la empresa de Mauleón, y con el tiempo, el cambio de la razón social de ésta.

 

Agapito Yurrita había heredado en sus genes unas dotes comerciales fuera de lo común.

Su padre, Antonio Yurrita, nacido en Ormaiztegi, además de alcalde de Ordizia, había sido uno de los hombres más acaudalados del país. Por aquellos tiempos, era frecuente escuchar que sólo existía una firma con la que se pudiese adquirir todo Gipuzkoa: la de Antonio Yurrita.

La biografía de este hombre, digna del mejor relato de Pío Baroja, cuenta con capítulos que merecen ser incluídos en los anales de la historia agro-alimentaria de Euskal Herria.

 

Creo oportuno hacer referencia a alguno de éstos, aunque sea de forma resumida. Los datos los conseguí en un interesante trabajo titulado "Alcaldes de Villafranca", firmado por Leonardo Urteaga.

Antonio Yurrita estaba considerado como uno de los más importantes provisionistas de productos alimentarios. Hombre de gran talento práctico, buen organizador y con visión exacta de los negocios, consiguió imponerse, hasta ser imprescindible, en todo asunto de aprovisionamientos a gran escala. Ferviente seguidor de la causa carlista, fue proveedor oficial de las tropas de Carlos VII, sin más fianza que el valor y el arrojo de sus correligionarios, que para él era sinónimo de victoria.

 

Como nos cuenta Leonardo Urteaga, le era fácil dar con elementos para el aprovisionamiento de las tropas, a las que nunca faltó ni el pan, ni la carne, ni el vino. Sólo en tabaco, suministró al ejército carlista 150.000 pesetas de las de entonces.

Estaba relacionado con las principales casas de vinos y aceites de Navarra, La Mancha y Córdoba, lugares a los que acudía para controlar personalmente sus compras.

Abrió sucursales en Hernani y Andoain, plazas en las que puso al frente a sus hijos José Miguel y Agapito, mientras él dirigía todas las operaciones de abastecimiento desde la central de Ordizia.

 

La personalidad de Antonio Yurrita queda magistralmente reflejada en el trabajo publicado por Leonardo Urteaga en 1963 y del que debido a su interés transcribo literalmente un fragmento. La narración se sitúa en el año 1876, cuando Yurrita era alcalde de Ordizia, población entonces denominada Villafranca.


" Había terminado la guerra con el Convenio de Vergara. El grueso del ejército de Don Carlos entró en su retirada a Francia por Roncesvalles y Valcarlos. Un día de febrero de 1876, llegó a Villafranca Alfonso XII con el general Quesada, que mandaba el ejército del Norte.
Llamó al alcalde y le dio órdenes de alojamiento para el rey.
" ¿Habrá, señor alcalde, alojamiento para su majestad? "

" Mi general, donde ha dormido Don Carlos, hace dos días, pueden dormir tres hombres como éste "

Don Carlos VII, con su Estado Mayor, se alojaba en la casa de los Abaria, que entonces llamaban "Botica" y hoy es el Círculo de la FET y de las JONS.

"Señor alcalde -dijo el general-, para mañana, a las ocho de la mañana, necesito 48.000 raciones para la tropa. "

"Está bien, mi general."

" Pero ¿usted sabe lo que son 48.000 raciones? "

" Sí, general. Estoy acostumbrado a reunir más cantidad. Pero le voy a pedir una cosa: que me dejen descansar cuatro horas. "

El general llamó al jefe de Estado Mayor y le ordenó que pusiese guardia al alcalde con los números que hiciesen falta, para que nadie le molestase.
A las ocho de la mañana del día siguiente estaban ya dispuestas, en la plaza Mayor, las raciones pedidas, con gran asombro de don Alfonso y del general. Además de estos víveres, obsequió con fiambres para el viaje a los del Estado Mayor.

Salió la comitiva para Vitoria. Unas horas después telegrafiaban desde Alsasua que, por no haber encontrado allí las provisiones que necesitaban, mandase otras 30.000 raciones.
Las envió inmediatamente. Antes, al despedirse de Villafranca, le llamó el rey.
No habían conocido alcalde de tales iniciativas, ni de mejores dotes de previsión.
Le instaron con sinceridad a que acudiese sin mediación alguna tanto al Palacio Real como al Ministerio de la Guerra, en cualquier necesidad."

A pesar de sus grandes dotes como hombre de negocios, la derrota carlista supuso la ruina total de Antonio Yurrita y su familia, quienes no pudieron hacer frente a los acreedores.

En su fervor carlista había repetido una y mil veces que prefería morir de hambre antes que pedir un favor a un liberal. Lo cierto es que fue consecuente con sus promesas.

Retrato de José Miguel Mauleón, fundador de la empresa. Una de sus hijas contrajo matrimonio con Agapito Yurrita.

 

Pasados unos años, se recibió un comunicado en el ayuntamiento de Ormaiztegi. En éste se decía que un hombre, natural de aquella población, había fallecido en el hospital de Quintanar de la Orden, provincia de Toledo. Había sido encontrado casi exánime en la carretera, por inanición. Tan sólo portaba un carné de identidad y un escapulario de la Virgen del Carmen.

Se trataba de Antonio Yurrita.

Paradojas de la vida: el poderoso hombre que en otros tiempos alimentó a tanta gente, había muerto de hambre.

 

Pero a pesar de su muerte, no se había perdido todo: quedaban sus hijos. Uno de ellos, Agapito, tras desposarse con una de las hijas de José Miguel Mauleón, el navarro afincado en Mutriku, había tomado las riendas de su empresa.

Tenía dotes y experiencia en el sector, lo que representaba la continuidad de la saga de los Yurrita en el sector alimentario.

 

Han transcurrido un siglo y varias décadas desde entonces. Una pena que José Miguel Mauleón, el de Etxarri, y Antonio Yurrita, el de Ormaiztegi, no puedan verlo. Se sentirían orgullosos.

 

En la actualidad, la empresa Yurrita s Hijos, S.A. exporta sus productos a más de cuarenta países de los cinco continentes. Cuenta con varias plantas y hace unos años amplió y diversificó su producción elaborando, en la actualidad, conservas de anchoa y de bonito, así como una amplísima gama de productos y platos preparados artesanalmente. Todo un ejemplo para la historia.



Este artículo fue originalmente publicado en octubre de 2006 en la revista Amalur.








miércoles, 22 de agosto de 2012

FLORENCIO MARKIEGI OLAZABAL


FLORENCIO MARKIEGI OLAZABAL

75 Aniversario de la muerte de un alcalde demócrata.

El próximo 15 de octubre se cumplirá el 75 aniversario de la muerte de un debarra muy especial. Muy especial, porque además de alcalde de Deba fue un ejemplo de honestidad, de compromiso con su pueblo y de lucha por las libertades de Euskal Herria. Sirvan estas líneas, publicadas en fechas tan festivas, para recordar y honrar la memoria de un hombre que lo dio todo por su patria, incluso su propia vida.


Cuando el verano de 1934 nace el movimiento municipalista vasco formado por alcaldes vascos, abertzales y republicanos, Markiegi es uno de sus promotores. Este movimiento daría vida a la denominada Comisión Municipal Vascongada, germen de lo que muchas décadas después sería EUDEL (Asociación de Municipios Vascos). Sus inquietudes político-culturales, incluso le llevarían a crear en Deba la “Escuela Vasca”, algo novedoso por entonces y que también con el tiempo cobraría vida en las ikastolas.
   
Cuando el 18 de julio de 1936 estalló la Guerra Civil, Florencio Markiegi era alcalde de Deba y miembro destacado del Euzkadi Buru Batzar y del Gipuzko Buru Batzar del PNV.

Poco antes de la entrada de las tropas franquistas en Deba, el 23 de septiembre de 1936, había abandonado la villa con su familia, dirigiéndose a Bizkaia desde donde, a bordo de un buque de guerra inglés, consiguió enviar a Iparralde a su esposa, Maritxu Garate, y a sus hijas Itziar, Lore y Nekane.


El matrimonio Markiegi-Olazabal con sus seis hijos, tres de ellos religiosos. Florencio y Joseba morirían fusilados, Peli se vería obligado a partir al exilio en Argentina, pais donde moriría.
Reunión de políticos vascos bajo el árbol de Gernika. Markiegi, de pie con traje claro, es el sexto por la derecha.

Ese mismo año, el 21 de octubre, su hermano Joseba, sacerdote diocesano, era fusilado por los rebeldes fascistas en Oiartzun junto a otros dos sacerdotes: José Joaquín Arin y Leonardo Guridi. Los tres habían sido detenidos en Arrasate donde ejercían su labor pastoral en la iglesia parroquial de esa localidad. El gran “delito” de estos había sido el de trabajar en pro de la cultura euskaldun.

Tras la rendición del ejercito vasco en Santoña, Florencio fue hecho prisionero e internado en la prisión de El Dueso donde, tras ser juzgado, fue condenado a muerte.

Había sido acusado de ser alcalde de Deba durante el “periodo separatista”, es decir, durante la rebelión municipalista de los veranos del 34 y del 36. Según rezaba la rocambolesca sentencia, estos hechos constituían “ un delito de adhesión a la rebelión, penado y definido en el párrafo segundo del artículo 238 en relación con el 237 del Código de Justicia Militar, con el agravante de peligrosidad definido en el artículo 173 del mismo cuerpo legal».

La sentencia se cumplió al amanecer del 15 de octubre de 1937, día de Santa Teresa, en la playa de Berria, en Santoña. Tenía 39 años.

Junto a él fueron ejecutados trece compañeros de diversas ideologías políticas; entre ellos se encontraba un general republicano, militante comunista y jefe de la 1ª Brigada del Ejercito de Euskadi. Se llamaba  Francisco Rabaneda Postigo y era padre del pasaitarra Francisco Rabaneda Cuervo, años después, prestigioso modisto, más conocido como Paco Rabanne.

Markiegi un hombre de profundas creencias religiosas y gran integridad moral, fue paradójicamente condenado cuando su mayor delito había sido interceder para salvar la vida de numerosas personas partidarias del bando rebelde.

Equipo de fútbol del Lagun Artea, primer equipo debarra donde también militó Florencio Markiegi (de pie, 5º por la derecha).

Poco antes de su ejecución el alcalde debarra envió tres notas de despedida, una de ellas dirigida a los “Patriotas de Deba”. En ésta quedaban reflejadas las convicciones religiosas de Markiegi, así como el profundo amor por su familia y su patria. Éste fue su último mensaje dirigido a los debarras:


“Patriotas de Deba:

Después de ofrecer por Dios a la patria estos padecimientos, he aquí como premio una hermosa muerte. ¿Qué más puede pedir un hombre creyente?

Mi querida familia, esposa e hijas…los padres… ¡si no fuera por el entristecimiento que me produce su recuerdo, qué día más feliz el de hoy!.

Seguid firmes, muchachos, en el camino emprendido; además, Euzkadi será pronto libre (…) Yo me voy, pero quedáis vosotros. Firmes siempre, y sea todo en nombre de Dios. Agur.

Florencio de Markiegi"


A las pocas horas del fusilamiento, Juan Ajuriaguerra, dirigente peneuvista encarcelado también en El Dueso, escribía  la siguiente nota: "La muerte de estos nacionalistas ha sido ejemplar. Dirigidos con un temple magnífico por Markiegi han caído al grito de Gora Euzkadi Askatuta coreado por un grito de Viva España del pelotón que los apuntaba". El testimonio lo había recogido del capellán militar que admirado e impresionado por la entereza de Markiegi y sus compañeros asistió a éstos en los últimos momentos.

El 8 de diciembre de 1937, poco después de su muerte, gracias a la gestión de su hermana monja y del obispo de Santander, el azkoitiarra José Eguino Treku, el cuerpo de Markiegi fue exhumado y trasladado a Deba, en cuyo  cementerio reposa tal y como a él le hubiese gustado: junto a sus vecinos, como un debarra más.

Desde aquí, nuestro homenaje y nuestro más cariñoso recuerdo a él, a su hermano Joseba y a todos los debarras que, como él, murieron por querer alcanzar un sueño de libertad.

Boda de Florencio Markiegi y Maritxu Garate, en el santuario de Itziar.


Fotografías: Familia Berasaluze - Markiegi. 

Articulo, oiriginalmente editado en el programa de fiestas de Deba, Agosto de 2012.

TXOMIN TXUEKA


TXOMIN TXUEKA

LAS DOS CARAS DE UN FOTÓGRAFO

 

Cuando después de dar mil y una vueltas al mundo pensé que lo había visto todo, estaba equivocado. Entre el muy amplio abanico de curiosos y variopintos personajes partícipes en mi recorrido vital, había casi de todo. La lista era larga: torturadores argentinos, revolucionarios jomeinistas, un par de archiduquesas cuyo regio abuelo utilizaba txapela roja en la guerra y negra en casa, un georgiano mas abertzale que Sabino Arana, un medio mafioso  siciliano ciego, manco y con complejo de Corleone, algún cura agnóstico, prostitutas devotas, monjas sin vocación, unos pocos santos, y muchos demonios.
Pero jamás había conocido al fotógrafo de dos caras, ni visto las dos caras de un fotógrafo.

El día en que conocí a Txomin Txueka, tras escuchar sus relatos y contemplar parte de su obra, llegué a la conclusión de que tenía ante mí a todo un personaje. Su personalidad mostraba la poco común impronta del verdadero artista. Su carácter me recordaba a alguien, pero no sabía a quién. Llegué a la conclusión de que en Txomin se encarnaban el ingenio del gran Daguerre, el espíritu aventurero de su paisano Elkano, y el romanticismo del socialmente comprometido misionero jesuita en la Amazonia.

Txueka y su fotografía son el contraste de la cara y la cruz, del alfa y del omega, de la placidez y del riesgo, del mar y de la tierra, de la paz y de la guerra, de la vida y de la muerte. Pero ante tanta disparidad, el objetivo de su cámara Leica siempre apunta al alma del ser humano, a la cruda realidad del día a día, al trabajo por la subsistencia y a la lucha por la defensa de la libertad y de la vida.

Esa inquietud suya por ser testigo en primera línea de acontecimientos clave, es la culpable de que su seguridad más de una vez se haya situado justo en el filo de la navaja. Todavía recuerdo con gracia cuando me comentaba su viaje a Palestina. Su intención era realizar un reportaje sobre el jeque Ahmed Yassin, líder espiritual y fundador de la organización Hamas. Como siempre, iba por libre, sin nada planificado, sin contactos.

Ante mi pregunta de si llevaba acreditación de alguna agencia internacional de prensa, sacando su cartera me mostró un carné que escrito en euskera decía “Asociación de Fotógrafos de Prensa de Euskal Herria”.

Y mirándome a la cara me respondió: ¡Esta es mi acreditación!.

Admirado y movido por la curiosidad insistí: Pero Txomin..., cuando pudiste acceder en exclusiva al casi inaccesible Yassin, ¿En qué idioma le hablabas?, ¿En qué idioma te hablaba?

Y fijando sus ojos en los mios, me respondió con toda naturalidad: Yo le hablaba en euskera, y él me respondía en árabe. Nos entendíamos perfectamente.

Fue entonces cuando recordé un pasaje bíblico referente a los Apóstoles, “Cada uno les oía hablar en su propia lengua”, y cuando comprendí que el de Getaria tenía el mismo don que aquellos santos predicadores de hace dos mil años: el don de lenguas.

La fe, el arrojo y la voluntad pueden con todo.  

Editado en la revista Amalur, ejemplar nº 3, en octubre de 2006.