lunes, 9 de diciembre de 2019


AQUELLAS JÓVENES MAESTRAS DE LASTUR



                            Vista general de Lastur. Año 1958. Fotografía de Indalecio Ojanguren.

La escena debió ser muy parecida a la que en numerosas ocasiones hemos visto en las películas del oeste americano: una joven y guapa maestra toca la campana mientras los niños y niñas corren para entrar en clase.
Algo parecido se repitió en la pequeña escuela anexa a la ermita de san Nicolás de Lastur a donde acudían los niños y niñas de los caseríos cercanos.
En este artículo me centraré en la actividad de esa “eskola txikia” durante las primeras décadas posteriores a la última Guerra Civil y en dos de las entonces jóvenes debarras que ejercieron el magisterio en ella, la primera, Irene Aranceta Lecuona como maestra habilitada, y años después Begoña Aperribay Lotina, ya titulada profesionalmente como maestra.
Cuando comencé a redactar este artículo aún vivía Begoña; estaba a punto de entrevistarle para que me contase sus vivencias como maestra rural de Lastur. Desgraciadamente falleció el 15 de octubre pasado; una caída y una posterior complicación tuvieron la culpa de que la entrevista no pudiera realizarse. Sirva este artículo, ahora más que antes, como recuerdo y homenaje a nuestra querida Begoña a quien siempre tendremos en nuestra memoria.

               

A la derecha, la iglesia y a la vez escuela de San Nicolás de Lastur donde ejercieron como maestras nuestras dos protagonistas, Irene y Begoña. A la izquierda de la fotografía “Casa Palo”, donde se hospedaban ambas.

Pero antes que nada quisiera hacer mención a cómo durante la guerra civil y en los años inmediatos a su finalización, de todo el colectivo de funcionarios, el de maestros y maestras fue el más represaliado por el franquismo.
Esa circunstancia, es decir, la falta de maestros y maestras, obligó a que en ocasiones se hiciesen cargo de la educación en las escuelas públicas los curas, o incluso los militares (2500 alféreces fueron destinados a tareas docentes).

Fue precisamente la carencia de maestros y maestras lo que también hizo que en los barrios rurales de muchas poblaciones como Deba se habilitase generalmente como maestras a chicas de la misma población a pesar de carecer del título de magisterio. Solían ser jóvenes que habían sobresalido por su buena y brillante trayectoria escolar, ese es el caso de Irene Aranceta y de Kontxita Azpeitia la “andereño Kontxita” .  A Irene – madre del autor de este artículo- tuve el placer de entrevistar para que nos contase su experiencia en la escuela de Lastur en aquellos ya lejanos años de la postguerra. Kontxita, que ejerció en la barriada de Arriola y también en Lastur falleció hace ya unos años privándonos así del relato de sus de  vivencias.

La información sobre Begoña tuve que recabarla de su familia, sobre todo de su hijo Ángel Mari y de su esposo, Ángel Iriondo. No quisiera pasar por alto un dato de interés respecto a las escuelas rurales, y es que en ocasiones se habilitaban como tal algunos caseríos donde una de las habitaciones hacía de aula escolar para los parvulitos del barrio. Tal es el caso del barrio de Arriola o el de Mardari donde según algunos testimonios una de las habitaciones del caserío Irure cumplió en ciertos momentos funciones de “Haur Eskola”.

Irene Aranceta Lecuona



                  Plaza de toros de Deba, década de los años cuarenta. De izquierda a derecha,
                                Pepita Beristain, Maritxu Peña e Irene Aranceta.
           
Irene nació el 26 de julio de 1928 en Oviedo. Su nacimiento en la capital asturiana fue circunstancial ya que estuvo motivado por la permanencia en aquella ciudad de sus padres por motivos laborales. Su padre, el cantero Pablo Aranceta Lasagabaster era socio por entonces de la cantera de Arronamendi, en Deba, donde se elaboraban un gran número de adoquines con destino a las calles de numerosas ciudades del estado.
Porque de Arronamendi no solo salía la piedra y se elaboraba el adoquín, sino que además se instalaba éste allí donde saliese una contrata: calles, plazas, puertos, carrejos etc.
Según Irene desde muy joven, con apenas quince años, ella acudía en los trenes de mercancías al cargadero de Arronamendi donde se encargaba de llevar el control de las cargas de adoquines embarcados a bordo de los vagones. Esa experiencia contable debió de servirle poco después para ser seleccionada como maestra de Lastur. Ella misma nos lo cuenta:

Tenía miedo de no estar a la altura, de no estar preparada para ejercer como maestra; aquello me quedaba grande.
Recuerdo que Gregorio Susaeta, maestro de Deba, me hizo un examen para comprobar mi aptitud. Me quedé más tranquila cuando al ver el resultado me dijo riendo: Irene, estas preparada de sobra; puedes ser una buena maestra.

Fue hacia 1946; tenía dieciocho años cuando se hizo cargo de la pequeña escuela de Lastur a donde acudía los domingos y donde pasaba toda la semana hospedada en “Casa Palo”, hasta el sábado siguiente que volvía a casa para pasar el fin de semana.
Preguntada por sus recuerdos de entonces, nos cuenta que fue la época de su vida que más miedo había pasado.

Cada viaje a Lastur, era un verdadero tormento. Solía ir a pie y en el camino me encontraba siempre con toros que andaban sueltos. Solían levantar la cabeza y me miraban fijamente como si fuesen a embestirme. Pasaba verdadero pánico.

Pero también había momentos alegres. Nos habla de Dolores que tuvo a su hijo Jose Mari (se refiere a Jose Mari Larrañaga “Palo”) mientras ella era maestra en Lastur.

Cuando nació Jose Mari, yo le cogí en brazos.

También nos habla de Agustina, la tía de Julián Larrañaga, el marido de Dolores.

La tía Agustina vivía con ellos en casa “Palo”. Por entonces estaba de moda una canción titulada “Veneciana”  que yo solía cantar a menudo. A Agustina le gustaba aquella canción y cómo la cantaba yo. Siempre me decía:
Irene: abestu berriz “Miliziana, miliziana”. Quería decir “veneciana, veneciana”.

                   
        
 Euskal Jaia 2019. Irene Aranceta y junto a ella Jose Mari Larrañaga “Palo”, el niño a quien Irene cogió en brazos nada más nacer.

Preguntada sobre cómo era la clase y  si recuerda a alguno de sus alumnos o alumnas le traiciona la memoria.

Bueno… sí recuerdo a la madre de Arrate Albizu (se refiere a Josefa Urteaga que en la actualidad -2019- cuenta 85 años; del caserío Zintxiki).
A la escuela asistían niños y niñas de todas las edades, hasta los catorce años. El aula era la misma para todos; en la clase estaban todos juntos.

                        

                        
Begoña Aperribay Lotina

Hija de Francisco Aperribay Zubiaurre y de la bizkaina natural de Frúniz Justa Lotina Aurtenetxe, Begoña nació en Bilbao el 28 de enero de 1937, en plena guerra civil y bajo el estruendo de los bombardeos. Allí residió durante los primeros tres años de su vida, hasta que sus padres llegaron a Deba.



                                                Tres  generaciones: Begoña, su madre Justa y su hija Miren.

Al contrario que Irene, Begoña estudió la carrera de magisterio. Para ello primero tuvo que realizar el bachillerato; lo hizo por libre y su preparador fue el recordado párroco de Deba Anes Arrinda. Los estudios primarios los había realizado en el centro que las madres Carmelitas Descalzas tenían en Deba.
Tras aprobar el bachiller inició los estudios en la Escuela Normal de Magisterio de San Sebastián, en Ategorrieta. Al poco de terminar sus estudios fue destinada a la escuela rural de Lastur donde ejerció de maestra durante el curso 1961-1962 y donde como era habitual entre las maestras, residía en la legendaria “Casa Palo”, conviviendo con la familia Larrañaga.

Como era habitual por entonces, el viaje a pié a Lastur lo realizaba por el canal de aguas, la vía más rápida, aunque en ocasiones era su novio Ángel quien le llevaba a bordo de su moto Vespa y otras el panadero en su vehículo de reparto.




En la imagen, Begoña en su época de maestra de Lastur. Con ella las mujeres de “Casa Palo”. De pie, de
izquierda a derecha, Begoña, la tía Agustina, Dolores y su hija Kontxi. Sentada, la amama, José Ignacia Azpiazu.

Interesados por saber quiénes pudieron ser sus alumnos en aquella época, a pesar de tener una fotografía suya con éstos no hemos podido averiguar quiénes son los y las jóvenes que posan en la foto. Tan solo hemos recogido el dato de que Agustín Urain, del caserío Abeletxe fue uno de ellos.



Begoña, de rodillas, rodeada de sus alumnos y alumnas. Como puede verse la diferencia de edad entre el alumnado es ostensible ya que en el mismo aula se impartían las clases a todos.



Octubre de 1962. Begoña y Ángel el día de su boda.Con ellos, los padres de Begoña, Francisco Aperribay y Justa Lotina.

Al finalizar el curso 61-62, en octubre se casa con Ángel Iriondo dedicándose de lleno a su familia y a la crianza de sus hijos Ángel Mari, Asís y Miren.
Más tarde retomaría de nuevo su profesión; lo haría en Bergara en el patronato de San Miguel, un centro pionero en Gipuzkoa en la enseñanza y educación de personas con síndrome de Down.



                                   Begoña en su época en ARANSGI en una de las clases con niños sordomudos.

Poco después, en 1977, Begoña realiza un curso de especialización en Pedagogía Terapéutica en Valladolid, recibiendo este título en noviembre de ese año y dedicándose a la educación especial para niños y niñas con deficiencias auditivas y en el lenguaje oral (niños sordomudos). Lo haría en ARANSGI de Bergara. Allí trabajaría con pasión hasta poco antes de su forzada jubilación por motivos de salud. El agradecimiento de aquellos niños de entonces quedaría reflejado el día de su funeral, al que acudieron varios de ellos.
Pero la vocación pedagógica de Begoña también abarcó otro tipo de enseñanza, la religiosa, ya que durante años colaboró activamente como catequista en la parroquia de Deba. Quienes ya peinamos canas todavía le recordamos en aquellas labores.
Como ya se ha comentado al comienzo de este artículo, es una pena no haber podido escuchar directamente de Begoña algunas anécdotas de su estancia en Lastur, pero sirvan las imágenes presentadas en él como testimonio de la ya desaparecida “eskola txikia” de Lastur y de sus jóvenes maestras, como Begoña.

                         

Una de las últimas fotografías de Begoña, quizás la última. Euskal Jaia de 2019, Deba. Mientras Ángel, su esposo, levanta una falsa piedra de 220 Kg, ella sonríe. (foto Pablo Turrillas).

lunes, 9 de septiembre de 2019

VISITA GUIADA A SASIOLA

 
"LA OTRA HISTORIA DE SASIOLA"

El próximo sábado, día 14 de septiembre, realizaremos una visita guiada a Sasiola. El recorrido, por el antiguo camino, será a pié y saldremos a la 10 en punto desde la Plaza Zaharra. Estaremos de vuelta hacia las 14,30.La visita será gratuita pero como al final de la misma habrá un hamaiketako, el coste del mismo lo haremos "a escote" entre todos los asistentes. Hemos calculado que entre chorizo, pan, vino, sidra, agua, vasos, servilletas etc. pondremos 3 euros por persona, a excepción de los niños que no pagarán aunque sean de buen apetito.A la visita queda invitada toda persona dispuesta a pasar una bonita mañana y a conocer la historia de nuestro querido pueblo.Se recomienda llevar calzado y ropa deportiva.Quienes a la vuelta se encuentren cansados o no les apetezca volver a pié pueden coger el autobús de línea, ya que este tiene parada en Sasiola.

 

viernes, 12 de julio de 2019


                                   El Juan Sebastián  Elcano

                              retoma una antigua tradición



El buque Juan Sebastián Elcano navegando a pocos
metros de la playa de Deba.


El pasado día 7 de julio tuvo lugar en Deba un hecho singular. Con motivo de los actos del 500 aniversario de la vuelta al mundo de Juan Sebastián Elcano el buque escuela de la armada española visitó Getaria, villa natal del ilustre navegante guipuzcoano.

Lo singular de esta historia es que tras la partida del buque desde el puerto getariarra hacia Bilbao, el comandante del mismo desvió el rumbo previsto para dirigirse hacia la costa debarra y cumplir con un rito habitual en la antigüedad pero  perdido desde hace aproximadamente dos siglos: el lanzamiento de salvas de artillería en honor a la Virgen de Itziar, antiguamente  considerada la más marinera de las Vírgenes vascas.

Quienes hacia las 10 de la noche se encontraban en el paseo marítimo debarra pudieron ver sorprendidos cómo al pasar frente a Sorginetxe, la tripulación del velero lanzaba dos descargas de artillería tal y como se hacía en el pasado. Tras las descargas, el buque navegó a corta distancia del arenal debarra hasta llegar a la altura de la escollera donde viró para retomar el  rumbo hacia su destino.


Virgen de Itziar. S.XIII
                            


El porqué

El pasado tres de junio, día de la peregrinación de las gentes de Deba al santuario de Itziar, quien hasta fechas recientes ha sido presidente de la Real Asamblea Española de Capitanes de Yate, el debarra-bilbo-madrileño Javier de Cárdenas Chávarri, se interesó por esta antigua tradición. Además, el hecho de que Juan Sebastián Elcano dejase en su testamento la voluntad de donar 40 ducados de oro a la Virgen de Itziar de la que era devoto, animaron a Javier a proponer a la máxima autoridad  marítima retomar la vieja tradición.

Fue así que Javier de Cárdenas hizo llegar por escrito al Almirante jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA) esta tradición tan  marinera, para que si lo tenía a bien, se lo comunicara  al comandante del buque Juan Sebastián Elcano, tal y como vemos que sucedió.


Itziar. "Amatasuna de Jorge Oteiza. Al fondo el mar.


Exvoto en el santuario de Itziar, probablemente
represente a algún buque de la Real Compañía
Guipuzcoana de Caracas.

lunes, 20 de mayo de 2019

DEBA EN 100 PALABRAS

Literatura y mensaje social


      Palacio de Aguirre, lugar donde tuvo lugar la entrega de
 premios del certamen literario Deba en 100 palabras.


El pasado 16 de mayo tuvo lugar en el palacio de Aguirre la entrega de premios del concurso literario "Deba en 100 palabras", certamen patrocinado por la fundación Cárdenas y el Ayuntamiento de Deba, este año en su quinta edición.
Como en años anteriores, formé parte, junto a mis compañeros Jexus Mari Etxezarreta y Patxi Aizpitarte, del jurado encargado de seleccionar las obras presentadas en lengua castellana. El tema de este año: la ermita de San Roke de Deba.

Se presentaron 39 obras en castellano y 13 en euskara, diferencia algo lógica si se tiene en cuenta que en la edición en castellano participa gente de todo el estado.
El primer premio en el apartado castellano, titulado "Galicinio" correspondió al burgalés Jorge Sainz. El segundo, titulado "La última voluntad" al sevillano Javier Francisco Rubio.

Por su parte el primero de los premios en euskara fue para Koro Coca, de Errenteria, y el segundo para la debarra Arantza Odriozola.  

Pero centrándonos en el subtítulo de este artículo, decir que las dos obras premiadas en el apartado castellano lo fueron, según el jurado, por dos razones. La primera lógicamente por su calidad - se trata de un concurso - y ambas eran impecables desde el punto de vista literario.

La segunda de las razones fue el "plus" con el que sus autores nos han obsequiado en la presente edición. Y fue precisamente ese plus lo que motivó al jurado para otorgarles el galardón: sus obras mostraban un gran contenido tanto social como humano.

Es maravilloso que el arte de escribir sea también una herramienta para airear los buenos sentimientos, incluso el mensaje social.

 19 de Mayo, Día del Debarra en San Roke

Ermita de San Roke el día de su festividad, 16 de agosto.


Ambas obras se lo pusieron fácil a Patxi Aizpitarte, miembro del jurado y párroco de Deba, a la hora de dar su homilía en la centenaria ermita del patrón de la villa.

Patxi sacó toda la chispa a la obra del burgalés Jorge Sainz para hablar de la caridad y de la acogida a emigrantes y refugiados ante el drama de quienes como en el relato de Sainz recorren miles de kilómetros, a veces durante años, hasta llegar a lo que creen es su tierra prometida.

Por su parte la obra del sevillano Javier Francisco Rubio sirvió para que el párroco debarra hablase a la feligresía asistente sobre el perdón y la reconciliación, a veces entre hermanos.

Es curioso que estas dos obras del certamen literario patrocinado por Javier de Cárdenas fuesen a parar a los púlpitos. Seguro que ni el burgalés ni el sevillano jamás lo hubiesen imaginado al escribir esas 100 palabras.

Zorionak!


    

  

viernes, 12 de abril de 2019

LA ACTUALIDAD A TRAVÉS DE DOS DOCUMENTOS

        

   LA ACTUALIDAD A TRAVÉS DE

    DOS DOCUMENTOS


De vez en cuando me gusta deleitarme viendo y palpando alguno de los documentos que como aficionado a la historia conservo en mi pequeño particular archivo. Ayer lo hice con dos que coinciden con hechos que tienen lugar este mes de abril de 2019; uno de carácter cultural, el otro de carácter político.


A partir de ambos documentos me permito hacer dos comentarios; el primero, culturalmente jocoso, el segundo politicamente serio, más bien preocupante.



                                       


Comentario 1: Carlos V y el euskara


El primero de los hechos a comentar es la celebración de la 21ª edición de la Korrika, que en estos momentos recorre la geografía vasca. En este caso, el documento me lleva a relacionarlo con esta popular carrera a favor de los euskaltegis de AEK. El documento en cuestión es un libro escrito en 1868 y editado en 1872, o mejor dicho, la dedicatoria manuscrita en euskara en dicho libro a la reina Margarita de Borbón por su autor, el jesuita J. Ignacio Arana.




El libro escrito en euskara y castellano, y titulado "San Ignacio Loyolacoaren Bicitza Laburtua",  tiene su interés por el euskara utilizado, el de aquella época, lo que a los expertos filólogos puede interesar. Pero sin duda lo anecdótico del libro es la dedicatoria en la que el autor informa a doña Margarita, esposa de Carlos VII, que la lengua de San Ignacio y San Francisco Javier ya fue estudiada por su augusto predecesor Carlos V de Alemania y I de España.


Rizando el rizo me divierto imaginándome al entonces augusto joven emperador estudiando aplicadamente euskara e hincando los codos mientras en 1520 los comuneros gipuzkoanos encabezados por el bachiller Olano y fray Pedro de Elorriaga, ambos debarras, se levantaban contra la corona.

  

Y una pregunta: ¿conseguiría su alteza aprobar el EGA?


                  

                                                                                    

                                                                                                                                                         

Comentario 2: "No hemos aprendido nada"



 El segundo de los documentos de mi archivo está relacionado con una luctuosa efeméride: la muerte del dictador fascista italiano Benito Mussolini el 28 de abril de 1945, es decir, hace 74 años. El curioso documento que me trae a la memoria dicha efeméride es un recordatorio fúnebre editado tras la muerte del líder fascista y que conservo como oro en paño.


Nos encontramos en plena precampaña o campaña electoral y vemos cómo al amparo de las frágiles libertades democráticas vuelven a proliferar quienes de nuevo nos quieren vender patria, raza, imperios donde nunca se pone o ponía el sol, aguiluchos y pollos imperiales bicéfalos o monocéfalos, un nacional-catolicismo en las antípodas del mensaje evangélico, y toda una parafernalia fascista de cartón piedra, pero muy peligrosa.




Leyendo el texto del recordatorio de Benito Mussolini puedo comprender la rabia de quien perdió a su líder de forma trágica, incluso inhumana. Lo que no puedo comprender es cómo a fecha de hoy existen personas que quieran vender "eso" y se olviden de lo básico; que no se den cuenta de que una sociedad democrática avanzada, justa, solidaria, humanista y medianamente culta no puede permitirse añoranzas fascistas, porque luego pasa lo que pasa.


Pues sí, estamos en campaña y ahí los tenemos en todos los medios, vendiendonos lo mismo que nos vendieron Benito, Adolfo, Paco el de Ferrol, o Josetxo Stalin, que también hay que decirlo, porque los "extremeños", en cuestiones de dictaduras, también se tocan.


Dicen las encuestas que van a estar muy presentes en el panorama político español; por suerte, parece que no en el vasco. De todos modos que Dios nos coja confesados porque está visto que no hemos aprendido nada;  bueno... que hay quien no ha aprendido nada.           

   




       


  

domingo, 24 de marzo de 2019

LA VENGANZA DE LOS IRARRAZABAL

26 millas naúticas a remo desde Deba a Bakio
para pasar a cuchillo a Iñigo de la Renteria
y a diez de sus hombres




Una de las más interesantes crónicas medievales vascas es la escrita a finales del siglo XV por el banderizo oñacino bizkaino Lope García de Salazar y titulada Bienandanças e Fortunas. La escribió en su torre de Sant Martín de Muñatones, en Muskiz, hoy día embutida dentro de las instalaciones de la refinería de Petronor, pero por entonces situada junto a las marismas y el puerto fluvial del río Barbadún.

De los 25 libros que forman el citado compendio histórico he seleccionado un breve pero interesante pasaje del libro XXII. En este queda reflejado con toda nitidez lo que fueron las cruentas guerras entre los poderosos y violentos clanes vascos, gamboínos y oñacinos, para quienes el lema "valer más" significaba robar, asesinar, saquear, incendiar... no sólo al clan contrario sino incluso al pueblo llano. Todo valía para ser el más poderoso.

No olvidemos que paradójicamente varias villas vascas tuvieron su origen gracias a los desmanes cometidos por estos señores. Un ejemplo de ello es el de la fundación de la villa bizkaina de Villaviciosa de Marquina en 1355 (actual Markina Xemein) que tuvo lugar gracias a la solicitud de las gentes del lugar a don Tello, señor de Bizkaia, para crear una villa amurallada y así poder defenderse de las tropelías cometidas por los señores de Astigarribia (Mutriku) y de Olaso (Elgoibar).




Nos cuenta don Lope  - que de esto sabía mucho pues él mismo era señor de uno de aquellos clanes -  cómo en 1422 varias familias gamboínas cercaron la torre de Unzueta en Eibar. No era la primera vez pues según narra el autor

"En el año del Señor de mil CDXX años (1420), levantáronse Ferrando de Ganboa e todos los Ganboínos de noche con la luna e quemaron la casa de Unçueta e doze omes en ella, ca era de madera, e tornáronse a su tierra. E feziéronse los unos a los otros de cada día e ovo entre ellos muchas muertes e omeçidas entre ellos, que duran largos tienpos".

Ese mismo año de 1420, el citado Ferrando de Ganboa, señor de la torre de Olaso, protagonizaba otra de las suyas. La noche de Navidad se presentaba en Lazkao, cabeza del bando rival oñacino y degollaba a Martín López de Lazcano, un mozalbete de tan sólo 12 años. De nada le sirvió a su madre el proteger entre sus brazos al muchacho. La cruenta operación se saldó además con la muerte de diez hombres de aquella familia.



  
El caso es que al cabo de dos años del incendio de la casa de Unzueta en Eibar por los gamboínos las cosas seguían igual o peor.
De nuevo, en 1422, es cercada la casa de Unzueta por los que lo habían hecho dos años antes. Al mando de las tropas asaltantes nuevamente Fernando Ruiz de Ganboa y Avendaño, señor, entre otras, de la casa de Olaso en la vecina localidad de Elgoibar. Entre otros miembros de aquel clan, Fernando Ruiz de Irarrazabal, preboste de la villa de Deba. Les acompaña un corregidor del rey.

Pero esta vez el sitio de los gamboínos a la casa de Unzueta tendría un resultado diferente e inesperado: el poderoso clan bizkaino oñacino de los Butrón, comandados por Gonzalo Gómez de Butrón y Juan de Mújica, acude en auxilio de sus aliados eibarreses enfrentándose en el cerro de Akondia a los Ganboa.

"E llegados en la comarca, pelearon sobre la dicha casa de Unçueta en el cerro de Acundia e fueron vençidos los Ganboanos. E morieron allí el prevoste Ferrand Ruiz de Deva e otros XXV omes..."

Efectivamente, la batalla se salda con la muerte de veintiséis hombres del bando gamboíno, entre ellos el preboste de Deba Fernando Ruiz de Irarrazabal. Por su parte los Oñacinos de Butrón y de Mújica sufren la pérdida de cinco hombres, entre ellos la de uno de sus jefes, Sancho Ortiz de Martiartu.


Ilustración del sepulcro de los Irarrazabal.
 Capilla de la Misericordia, iglesia de Santa
 María de Deba.

La Venganza

El autor de las Bienendanzas e Fortunas nos narra breve pero detalladamente cómo se sucedieron los hechos tras la muerte de Irarrazabal y cómo se materializó la venganza de sus hijos, venganza de la que fue víctima una de las familias del clan de los Butrón: los Renteria de Bakio.

"E después d'esto, vino el Prevoste de Deba, fijo de aquel Prevoste, e sus hermanos, con quatro grandes pinaças de remos e desenbarcaron en una alvorada en Vaquio e mataron a Íñigo de la Rentería cavo (junto a) su casa; e otrosí mataron en el logar de Vaquio fasta diez omes e d'ellos que fallavan, deziendo que eran de Butrón, e enbarcaron en sus pinaças e fueron a Deva, donde eran venidos".

Antes de analizar los hechos creo oportuno comentar que el fallecido en la batalla de Akondia, Fernando Ruiz de Irarrazabal, fue preboste de Deba y su jurisdicción, honor perpetuado por merced otorgada en Aguilar de Campoó en 1421 por el rey Juan II. Esta merced real se debió a los servicios prestados por el debarra en la guerra de Baiona y "Lanbort" (Lapurdi), donde intervino con cincuenta hombres de armas a su costa.

Él es también el protagonista de la gesta fechada en 1421 en la que "yendo por mar en Navíos propios, abordó a otros de Franceses con quienes estuvo peleando; y viendo que estaba en duda la victoria, se metió en un Esquife con la gente más florida, y acometió la Nave, que le hacía más resistencia, y con una maza de fierro, que llevaban, dio un golpe tan grande en el Esquife, que se iba a fondo, y viendo aquella temeridad los suyos, por no perecer subieron todos a la Nave contraria, y le rindieron, ganando los demás, y trageron a la villa de Deva".


Grabado que representa la gesta de Fernando de Irarrazabal
el la que hundíó su propio esquife para abordar a una nave francesa.
Cortesía de Eduardo Urrejola (Chile).

Queda claro que el preboste debarra era un hombre de armas tomar en el sentido literal de la palabra, como también lo fueron sus hijos, los protagonistas de la vendetta contra la casa de la Renteria.

Nos dice el autor de las Bienendanzas e Fortunas que para llegar a Bakio, los hijos de Fernando de Irarrazabal, uno de ellos nuevo preboste de Deba, lo hicieron a bordo de cuatro grandes pinazas y que arribaron a la localidad bizkaina al amanecer "alvorada".


Dibujo de pinaza del S. XV con un mástil.

La pinaza del siglo XV, que podía ser de navegación de altura o de bajura, según su tamaño, era un tipo de embarcación a remo pero dotada de uno o dos mástiles abatibles con vela, uno pequeño a proa y otro más grande en el centro de la embarcación.
Su eslora podía alcanzar los 12 m.; la manga podía llegar a los 2,75 m. y su puntal a 1,40 m. Era bastante ligera y solía ser utilizada tanto para la pesca como para el transporte marítimo de cabotaje de productos como mineral de hierro, sal, cereal, lana ... ; también para remolcar naves mayores a las salidas y entradas del puerto (atoaje).

La ría de Deba era muy concurrida por este tipo de embarcaciones ya que a ella y hasta el descargadero de Iruroin, ría adentro, llegaban numerosas pinazas procedentes de Muskiz, todas ellas cargadas con mineral de hierro con destino a las ferrerías de las comarcas del Bajo y Alto Deba.
Ni qué decir que, curiosamente, por entonces (S.XV) el comercio del hierro de Muskiz estaba controlado por el clan del autor de las "Bienandanzas e Fortunas", Lope García de Salazar.

Cuatro pinazas, ¿pero cuántos hombres podía transportar cada pinaza?

Existen datos de la época por los que conocemos que cada una de ellas, si era de altura y con diez bancadas, podía transportar hasta 19 o 20 hombres, lo que multiplicado por cuatro nos dan alrededor de 80 hombres. Ese debió ser más o menos el número de hombres que componía la expedición de los Irarrazabal a Bakio.

¿Cuánto tardaron en llegar?

La distancia desde Deba hasta la playa de Bakio donde supuestamente desembarcaron los "vengadores" viene a ser de alrededor de 26 millas náuticas, lo que suponen alrededor de 48 kilómetros. Si tenemos en cuenta que llegaron al amanecer y que la velocidad estimada a golpe de remo y con ayuda de una vela fuese de unos cinco nudos, el tiempo invertido en el viaje debió ser de unas cinco horas a la ida y otras tantas de vuelta.

De todo ello deducimos que si desembarcaron en Bakio hacia las siete u ocho de la mañana debieron partir de Deba a las dos o tres de la madrugada y estar de nuevo para la hora de comer.
También se deduce de los textos que la operación debió desarrollarse por sorpresa y de forma relámpago, esto es: desembarcar, dirigirse a la casa de los Renteria, pasar a cuchillo a Íñigo, al que encuentran junto a su casa, y acto seguido a otros diez hombres de su clan.

¿Por qué contra los de la casa de Rentería?
  
Cuenta Lope García de Salar que los de la casa de "la Renteria" pertenecían al bando de Butrón. Lógicamente ello nos lleva a pensar que si no intervinieron directamente en la batalla de Akondia donde murió el preboste Irarrazabal, no andaban muy lejos como aliados que eran del bando oñacino y de la casa de Butrón.

Curiosamente, entre la documentación referente a esta familia, los Rentería, a veces aparece como perteneciente al bando oñacino y otras al gamboíno. No es nada extraño, pues en ocasiones era tan normal la unión entre familias del mismo bando como el paso al bando contrario.

Esta es la breve historia de una "vendetta" medieval en toda regla. Si es leída por al menos dos debarras, dos bakiotarras y alguno de los Irarrazabal chilenos entre los que incluyo a Eduardo Urrejola, León Irarrazabal, y sus familias, me sentiré satisfecho.


Bibliografía.

Aldabaldetrecu Saiz, Patxi. "Irarrazabal. Memoria Histórica de los Irarrazabal, sus casas y propiedades". Enero 1998.

Agote Aizpurua, Xabier. "Gure itsasontziak". Gipuzkoako Foru Aldundia, Kultura eta Euskara Departamentua. Diputación Foral de Gipuzkoa, Departamento de Cultura y Euskera, 2009. 120 p. Bertan 23.

Aldazabal Murguia, Pedro Joseph. "Breve historia de la aparición del más luminoso astro y brillante estrella de la mar, la milagrosa imagen de Santa María Santísima de Itziar". Pamplona; imprenta de Martín Joseph de Rada. Año 1769.

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