martes, 10 de septiembre de 2024

 ARTURO PERTEGAZ

EL SEÑOR NOTARIO Y SU CHALÉ

El conocido como “chalé del notario” representa una de las estampas más fotografiadas de Deba; hasta tal punto que casi se ha convertido en la imagen o símbolo del turismo debarra. Pero ¿por qué lo del notario? ¿perteneció realmente a un notario? ¿a qué notario?. Pues sí. Efectivamente el primer propietario del bello chalé fue notario y se llamaba Arturo Pertegaz Ruiz.

Arturo Pertegaz nació en 1871 en la población almeriense de Pulpí. Estudió la carrera de derecho iniciándose en la política en las filas  del Partido Liberal. Más tarde, con treinta años, sería diputado en el Congreso por la provincia de Almería en las elecciones del 19 de mayo de 1901. Lo repetiría por segunda vez en las elecciones celebradas el 10 de septiembre de 1905 dándose de baja como diputado el 30 de marzo de 1907.

El 8 de mayo de 1905, cuatro meses antes de ser elegido diputado en el Congreso por segunda vez, había aprobado las oposiciones para notarías de tercera clase. Casi tres años después, en enero de 1908, Pertegaz se hace con la plaza de la notaría de Elgoibar localidad a donde debió llegar junto a su esposa Elvira Urso Llorente y sus hijos Julio (con el tiempo también notario como su padre), Arturo y Elvira.

 La imagen, sacada del Album Gráfico Descriptivo del País Vascongado (1914-1915) nos muestra a las “fuerzas vivas” de Elgoibar cuando Arturo Pertegaz ejercía como notario en esa localidad y donde podemos verle al fondo, en el centro y de pie, a la derecha del jefe del puesto de la guardia civil.

Es en ese momento cuando comienza  la historia debarra del notario Pertegaz, aunque cabe también la posibilidad de  que el notario conociese Deba con anterioridad, quizás en algún veraneo, pero no existe constancia de ello. Hay que tener en cuenta que por entonces numerosas personalidades de la alta burguesía, de la política y de la aristocracia eran asiduas al veraneo debarra.

Primera página del “Índice  de las escrituras matrices y demás actos protocolizados durante el mes de Enero de 1908”, recién estrenado como notario de Elgoibar. En la página aparecen reflejados los primeros clientes del notario en la villa elgoibartarra.

Durante los ocho años que Pertegaz ocupó la plaza elgoibarresa (1908 a 1916), el notario almeriense llevó al parecer una intensa vida social tanto en Elgoibar como en Deba, localidad esta última donde el año 1912 construía su residencia veraniega, el hoy conocido como “Chalé del notario”, una típica villa de las que a menudo gustaban levantar en el costa vasca las familias burguesas de finales del siglo XIX y principios del XX.

 La fotografía, muy probablemente realizada en 1901, muestra la playa de Deba con algunas damas paseando por la orilla. Al fondo podemos apreciar que aún no se ha construido el chalé del notario Arturo Pertegaz, aunque sí está construido el antiguo hotel de baños de la familia Salegui “Hotel Playa” y  la casa de Amillaga, situada junto al hotel .

El edificio fue construido en un promontorio rocoso sobre las playas debarras de Santiago y de Lapari y según se lee en las escrituras, se construyó  “en pertenecido de Talaya, Eguia y Monte Calvario” pertenecido del cual se realizó una segregación para levantar el chalé.

Llama la atención el topónimo citado como “Monte Calvario”, lo que hace pensar que con anterioridad a esas fechas probablemente existiese algún Vía Crucis que desde Amillaga ascendía hasta Santa Catalina, supuestamente el denominado como Monte Calvario. El topónimo “Talaya” hace mención a la atalaya existente antiguamente en el lugar y que estaba ubicada sobre un peñón que fue dinamitado hacia 1855, poco antes de la construcción y apertura en 1856 de la carretera a San Sebastián. Las grandes rocas, producto de la voladura del peñón, son las que hoy podemos ver entre las playas de Santiago y de Lapari, bajo la “Revuelta de Pólvora”, lugar en el pasado conocido como “Urzuloko Aitza” , “Urzulo aitza”, o también como "Pico de la Talaya".

 El túnel de la carretera situado bajo el chalé es obra posterior y se realizó tras la Guerra Civil, a principios de la década de 1940. También gran parte de las rocas existentes desde el final de la playa de Lapari hasta Sorginetxe tienen su origen en la construcción de la carretera: era más fácil, rápido y económico echarlas a la playa que transportarlas a otro lugar.

Esta atalaya mencionada debió ser la última de una serie de atalayas debarras interconectadas visualmente entre sí y era la más cercana al puerto por lo que se puede suponer que sirvió como punto de aviso de la llegada de barcos, y de señalización mediante banderas o campana, en las labores del práctico y atoaje, esto es, de guía y de remolque de barcos para su entrada o salida del puerto.

También es muy probable que el término “Talaya” mencionado en las escrituras haga referencia a otra atalaya en el pasado situada algo más arriba de la montaña, en las faldas de Santa Catalina. Dicha atalaya o “Talaya” aparece marcada con ese nombre en antiguas cartas y mapas; curiosamente siglos después fue reutilizada como puesto de vigilancia del cuerpo de miqueletes.   

Pero volviendo a nuestro protagonista, decir que en 1913, Arturo Pertegaz coincidía en Deba con el ministro Fermín Calbetón, también miembro del Partido Liberal como él, quien  visitó la villa el veinte de noviembre de ese año con motivo de las obras de encauzamiento de la ría y puerto.


La fotografía fue realizada el 20 de noviembre de 1913 con motivo de la visita de Fermín Calbetón a Deba para supervisar las obras del dique de la margen izquierda de la ría. Calbetón posa con las autoridades locales. De izquierda a derecha vemos a Luis Lasquibar, Guillermo Marquiegui, Romualdo Andonegui, José Joaquín Aztiria, Martín Aramburu, Juan Trecu, Fermín Calbetón, Francisco Ulacia, el notario Arturo Pertegaz y dos personas no identificadas. 


 Poco debió disfrutar de su chalé don Arturo pues como se ha dicho, en 1916 dejaba la notaría de Elgoibar para seguramente hacerse cargo de alguna plaza en la zona Levantina. Siguiendo su pista vemos que en 1928, aparecen su nombre y notaría en la escritura de constitución de una sociedad valenciana de regantes denominada “Pozo Unión de Labradores” sita en Cuart de Poblet. En ella, Pertegaz aparece como “Abogado y Notario de los ilustres colegios de Valencia, con residencia en Aldaya.   

Vemos también que en 1929 aparece como titular de la notaría de Torrente (Valencia), y que once años después, el 13 de julio de 1940 el B.O.E. publicaba la vacante de la Notaría de Cartagena (de primera clase) por traslación de su titular Arturo Pertegaz Ruiz. Ese mismo año (1940), pasaría  a ocupar plaza en Castellón de la Plana donde fallecería dos años después en 1942.

El chalé debarra de la familia fue heredado por el mayor de sus hijos, Julio Pertegaz Urso, notario como su padre.

El heredero mantendría la propiedad del bello chalé hasta el seis de octubre de 1982, fecha en la que fue vendido a Marina Colina Tranche. La nueva propietaria, esposa del elgoibartarra José Gabiola Altuna a quienes algunos recordarán como antiguo futbolista de la Real Sociedad, sigue ostentando la propiedad del edificio en la actualidad.

Marina Colina junto a su esposo José Gabiola, fallecido en 2017, posan en los jardines del “Chalé del Notario”.

Han transcurrido ciento doce años desde que don Arturo Pertegaz tuvo la genial idea de construir su chalé, sobre los arenales de Deba; y como antaño lo hiciera la atalaya, hoy el chalé, con sus dos emblemáticas palmeras, sigue plantando cara a los vientos del Norte y vigilando atentamente cualquier movimiento en la bahía debarra.

  





jueves, 1 de agosto de 2024

                                    LA CUEVA DE ERMITIA

                      LAS CHICAS DE DEBA

           Y JOSE MIGUEL DE BARANDIARAN

Primeros años de la década de los 40. Una cuadrilla con mucha marcha. De izquierda a derecha, Karmentxu Salegui, Rita Lizarzaburu, Mari Aranceta, Iciar Mugica, Maria Eulalia Egaña, Mariví Andonegui, y agachada otra joven no identificada, Obsérvese que varias de ella sostienen un cigarrillo en sus manos. 


Hace casi un año falleció mi tía Mari; era hermana de mi madre. Tenía 96 años y prácticamente toda la vida la habíamos conocido siendo Hija de la Caridad de San Vicente de Paul.

A la tía Mari le gustaba contar historias de su juventud, historias en las que a menudo ella y sus inseparables amigas eran las protagonistas.

Eran historias que hacían referencia a cuando de jóvenes salían de excursión al monte, a explorar los alrededores. Me comentaba que a menudo solían ir a las “cuevas de Mendaro”.

Como siempre me ha gustado el tema prehistórico y creo que controlo bastante las cuevas de nuestra comarca, siempre pensé que las citadas “cuevas de Mendaro” a las que hacía referencia no debían de estar en Mendaro.  Al preguntarle dónde se encontraban aquellas cuevas me respondía que por el camino que va a Sasiola.

                                          Exterior de la cueva de Ermitia.

Hace unos años me informaron de que se iba a colocar una reja en la cueva de Ermitia para protegerla de posibles vándalos o saqueadores del patrimonio. Ermitia es una cueva muy importante con valiosos restos del Paleolítico superior, concretamente del Magdaleniense y ya durante la segunda y tercera década del siglo XX fue en parte estudiada y catalogada por Jose Miguel de Barandiaran. Las catas y las excavaciones finalizaron cuando se construyó la autopista, dos  de cuyos túneles se encuentran justo debajo de la cueva. Durante las obras hubo un derrumbe que arruinó el milenario santuario. Hay quien asegura que a causa del derrumbe se abrió un gran boquete en uno de los túneles donde aparecieron numerosas pinturas rupestres y que dicho boquete fue rápidamente sellado para no paralizar las obras de la autopista.

Como yo nunca había estado en Ermitia, quizás por su difícil acceso, decidí ir a visitarla días antes de su cierre. Me costó llegar a ella; el acceso fue harto difícil para mí, un infartado que debe cuidarse de no hacer excesos.

Por fin conseguí llegar a la boca de la cueva, y tras tomar aliento y descansar unos segundos me dispuse a entrar en ella.

                             Cueva de Ermitia. El grafity que delata a sus autoras.

Con cierta indignación pude ver que en una de las paredes situadas en el interior, junto a la misma boca de la cueva, había una gran pintada en la que en rojo se podían leer varios nombres.  Mi curiosidad me llevó a hacer un esfuerzo para ver quién o quienes habían sido los autores de aquel desaguisado. Y comencé a leer: M.ICIAR. M(ugica), RITA (Lizarzaburu), MARIVI AND(onegui), MARI. A(ranceta), CARMEN. S(alegui)… y otros nombres más, pero ilegibles.

Aquella pintada no era prehistórica pero la sorpresa que me llevé disipó mi indignación previa y reconozco que se tornó en algo simpático. Las autoras del graffity eran mi tía Mari y sus amigas, y la pintada había sido realizada hacia 1942 cuando ellas contaban entre 16 y 17 años. Allí mismo me di cuenta a qué cuevas se refería la tía Maritxu cuando me hablaba de las cuevas de Mendaro.

Un verano, quizás el último que mi tía vino a Deba, le pregunté si recordaba haber pintado sus nombres en la pared de la caverna y no lo recordaba; es lógico pues tenía noventa y cuatro años. Pero la prueba del delito estaba clara. Lo que sí me dijo, como con vergüenza y con la misma inocencia que una niña fue: "Y también solíamos fumar".

Guateque campestre en  la década de los 40. De izquierda a derecha, Mariví Andonegui, Maria Eulalia Egaña, Amparo Esnaola, Paulita Iriondo (Zesterokua), Mari Aranceta y Rita Lizarzaburu. La foto seguramente fue realizada por Iciar Mugica. Obsérvese en el centro el gramófono (tocadiscos) utilizado para animar el ambiente.

Las fotografías de mi álbum familiar corroboran que aquellas chicas de los años cuarenta tenían tanta o más marcha que las de hoy. ¡Sí! Había que tener mucha marcha para, al poco de terminar la guerra, ir al monte con un gramófono de manivela  y montarse allí la fiesta con fumata incluida de “artubizarras” , tabaco rubio de Virginia o simplemente tabaco negro cuarterón.

Ahora, recuerdo con cariño a quienes mucho tuvieron que ver con esa cueva: don Jose Miguel Barandiaran y las chicas guerreras de aquella cuadrilla de los cuarenta: mi tía Mari la hija de Pablo Aranceta, Iciar Mugica la hija del marino Juan Múgica, Karmentxu Salegui la del Miramar, Rita Lizarzaburu la de Alejo, Marivi Andonegui la hija de don Paco, Maria Eulalia Egaña la de Txapasta, Blanca Esnaola la hija de Jose Manuel, su prima Amparo Esnaola, Paulita Iriondo la de Zesterokua…

Y cómo no, tampoco me olvido de don Anes Arrinda quien solía llevar a la cueva a sus alumnos de la Escuela Parroquial Nuestra Sª de Iciar.

 Allí, además de enseñarles lo que era la prehistoria realizaba catas por su cuenta y riesgo, tan sólo con la autolicencia parroquial. Los paleolíticos trofeos hallados en las cuasi piratescas excavaciones eran expuestos en el escaparate de la tienda de tejidos Arriola para deleite del vecindario; y los alumnos de don Anes, a escondidas intercambiaban las puntas de flechas de silex por cromos de Chocolates Loyola.

 Eran otros tiempos y hoy eso no sería posible, sería un sacrilegio.


                            
    Anes Arrinda junto a Jose Miguel de Barandiaran.

Por cierto, el propio don Anes me contó el susto que se llevó cuando le llamaron para decirle que un señor y la guardia civil le estaban esperando en el Ayuntamiento. Se había presentado una denuncia contra él por saqueador del patrimonio. Cuando llegó al Ayuntamiento tanto él como don Jose Miguel se llevaron una sorpresa. Ah! ¿Pero eras tú?.

La cosa quedó ahí.

Barandiaran había sido profesor de don Anes en el seminario de Vitoria y tenían una gran amistad; además el párroco debarra había colaborado con su paleontólogo  maestro en varias prospecciones arqueológicas.

Han pasado más de ochenta años desde que aquellas chicas guerreras de los años cuarenta pintasen los rupestres grafitis. Ya todas han muerto; también Barandiaran y Anes Arrinda. Pero en la boca de la cueva, pintados en rojo, aún permanecen sus nombres entremezclados con la prehistórica historia de nuestro pueblo.


lunes, 15 de julio de 2024


                              LA CASA CURAL DE ITZIAR

         BREVE HISTORIA DE UN EDIFICIO EMBLEMÁTICO


La casa cural de Itziar es un sólido edificio de doble vivienda  que sobresale por su sobria belleza entre los edificios civiles de la Herriko Plaza de Itziar. Desconocemos el año de su construcción pero por sus características arquitectónicas sus orígenes bien podrían situarse a finales del siglo XVIII o principios del XIX.

Seguramente fue construida para servir como residencia del párroco y sacerdotes de la parroquia itziartarra aunque, como veremos, no siempre ha sido así, al menos en parte.

Revisando algunos documentos relacionados con las diferentes inscripciones del edificio en el Registro de la Propiedad de Azpeitia, en ellos se refleja que, según la tradición, desde tiempos inmemoriales siempre perteneció a la parroquia. Y si eso es cierto, debió serlo hasta 1855.

Ese año, concretamente el 3 de mayo, La Gaceta de Madrid (Boletín Oficial del Estado de la época) publicaba en su Nº 852 una ley aprobada dos días antes “Declarando en estado de venta todos los predios rústicos y urbanos, censos y foros pertenecientes al Estado, al Clero y cualesquiera otros pertenecientes a Manos Muertas”. Esta ley que vio la luz durante el denominado “Bienio Progresista” (1854-1856) con los gobiernos de O`Donell  y Espartero, siendo Ministro de Hacienda el navarro Pascual Madoz Ibañez,  fue una más de las diversas desamortizaciones realizadas por el Estado a lo largo del siglo XIX; y junto a la de Mendizabal, la más importante.

 El objetivo de la ley fue el de aminorar la Deuda Pública, proteger los inmuebles como Patrimonio Histórico Artístico y vender las numerosas propiedades pasivas o estáticas de la Iglesia en beneficio de la creación de una economía más dinámica. Y precisamente al haber sido propuesta por el ministro navarro Pascual Madoz fue popularmente conocida como “Desamortización de Madoz”.

Con la aplicación de dicha ley desamortizadora el amplio edificio cural con dos viviendas, hasta entonces propiedad de la parroquia de Itziar, pasó a tener dos propietarios: La Iglesia y el Estado. La vivienda de la derecha denominada “Hospitalecoa” siguió perteneciendo a la iglesia y continuó funcionando como casa cural. La otra mitad, la de la izquierda, denominada “Capellanecoa” tras ser inscrita a nombre del Estado fue vendida en pública subasta y pasó a manos privadas.


Los Villar Loyola

Según se desprende de la documentación existente, el primer propietario de “Capellanecoa” tras la subasta fue José Villar y Loyola, soltero y natural de Eibar, quien falleció en dicha casa el trece de junio de 1875 dejando como heredero a su hermano José Francisco Villar Loyola.

José Francisco Villar Loyola, soltero como su hermano, natural y vecino de Eibar y armero de profesión, falleció el treinta y uno de enero de 1889 dejando como único heredero a su otro hermano, Ciriaco Villar Loyola.

Ciriaco Villar Loyola, natural de Eibar como sus hermanos, casado con doña María Teresa Gala Alberdi Albizu, falleció el 23 de abril de 1893 dejando la vivienda a su esposa y a los tres hijos del matrimonio: Galo, Vicente y Juana Villar Alberdi.

Los Villar Alberdi

Tras la muerte de María Teresa Alberdi y su hijo Galo, heredarán e inscribirán la vivienda a su nombre los otros dos hijos: Juana Villar Alberdi, de profesión sus labores, y Vicente Villar Alberdi, médico de profesión. Ambos inscribirán la vivienda Capellanecoa a su nombre en el Registro de la Propiedad de Azpeitia el uno de septiembre de 1909. Ese mismo año, los eibarreses venderán la propiedad al debarra Bernardino Esnaola Oyanguren.

A mano derecha, junto a la iglesia, vista de las fachadas Norte y Este de la casa cural fotografiada en 1914 por Indalecio Ojanguren.


Bernardino Esnaola Oyanguren

Bernardino Esnaola Oyanguren inscribe su vivienda en el Registro de Azpeitia el tres de mayo de 1910. Según se puede leer en la documentación, Bernardino “manifiesta que la citada vivienda se hallaba en estado ruinoso cuando la compró y más tarde la desmontó y sobre los antiguos cimientos levantó un nuevo edificio”.

Para la compra de la vivienda, el debarra, barbero de profesión, recurrió a un préstamo hipotecario de 5000 pesetas a un interés anual del 4%. La prestamista fue la donostiarra Feliciana Macazaga Cortadi. En el contrato hipotecario de la casa Bernardino se comprometía a tenerla asegurada contra incendios. Para 1920 ya había satisfecho el préstamo con sus correspondientes intereses y a finales de ese mismo año se la vende a Domingo Albizu Mendizabal, quedando inscrita a nombre de éste en el Registro de Azpeitia el veintinueve de enero de 1921. Bernardino fallecido el 2 de marzo de 1945, tuvo cinco hijos: Feliciano, José Manuel, Andrés, Carmen y Nicolasa. Feliciano, barbero como su padre tuvo su barbería en un pequeño local situado junto al restaurante Iriondo (Patxi) y el hotel Egaña, barbería que muchos aún recordamos.



Itziar 1915. La fotografía de Indalecio Ojanguren muestra a mano izquierda, junto a la iglesia, las fachadas Oeste y Sur de la antigua casa cural sita en la Herriko Plaza.


Domingo Albizu Mendizabal


Deba. La foto probablemente corresponde a la década de 1930. Quienes ya tenemos cierta edad, aún recordamos la tienda de Domingo Albizu “Arriola” la cual era muy concurrida por los baserritarras que bajaban al pueblo a vender sus productos. Además de los habituales comestibles, la tienda tambien ofrecía productos demandados por las gentes del caserío como cadenas, cuerdas y bozales para animales, piensos, abarcas o herramientas como hachas, azadas, cedazos, etc. 


Domingo Albizu Mendizabal, soltero y labrador de profesión en el momento de la compra (1921), era natural del caserío Arriola Txiki. Poco después pasaría a residir en el casco urbano de Deba  abriendo una tienda de ultramarinos en la Plaza de los Fueros (Plaza Nueva), en el local donde en la actualidad se encuentra el bar Izenbe. Tras cincuenta y ocho años como propietario de la vivienda “Capellanecoa” de Itziar, en 1978 esta cambiaría de propietario al ser adquirida por José Agustín Alcibar Aguirregabiria y su esposa María Ángela Eizaguirre Aguinaga.

 

                   José Agustín Alcibar Aguirregabiria

                   y María Ángela Eizaguirre Aguinaga.

                             Adquisición y permuta.

En 1978, tras ser inscrita a nombre de este matrimonio y pasar a formar parte de la sociedad conyugal, la antigua “Capellanecoa” cambiará nuevamente de propietarios en 1991, trece años después de su último cambio de propietario. Pero dicho cambio no será debido a la venta de la vivienda sino a una curiosa permuta acordada con la Parroquia de Itziar.

José Agustín y su esposa María Ángela eran y lo son en la actualidad su esposa e hijos, propietarios del renombrado restaurante Salegui, sito en la casa conocida como “Bisimodu etxea”.  Hasta el año de la permuta (1991), el edificio situado junto al restaurante, a mano derecha, pertenecía a la Iglesia quien en 1959 la había recibido tras la donación realizada por el matrimonio formado por Flora Trecu Mendizabal y Martín Aranguren Irala.

Flora Trecu había heredado dicha casa de su tío Don Manuel Lizarraga Mendizabal , sacerdote de Deba quien a su vez la había heredado de su abuelo paterno Manuel Lizarraga Mancisidor, fallecido en 1896. Martín Aranguren, esposo de Flora, era farmacéutico de carrera pero no ejerció en Deba como tal pues tenía una droguería situada en la calle Lersundi esquina Plaza Nueva de Deba, “Droguería Aranguren”, que muchos hemos conocido.

La casa, situada en la entonces “calle del Generalísimo Franco” (Galtzada kalea) de Itzia, fue inscrita  en el Registro de Azpeitia a nombre de Flora Trecu, el 21 de abril de 1959. Estaba valorada en 7500 pesetas.

Poco disfrutó el matrimonio  Aranguren-Trecu de aquella propiedad pues  directamente el tres de marzo de 1959 ante el notario de Zumaia don Agustín Lamsfús donan el edificio a la Parroquia de Itziar representada por Don Juan Beristain Piquer, sacerdote, cura ecónomo de aquella parroquia, quien acepta los deseos de la donante para que “la finca se destine a vivienda de los Sres Sacerdotes de la citada Parroquia o a servicios culturales o religiosos de la misma, sin que este deseo limite en forma alguna la libre disposición y libre destinación que tendrá la Parroquia sobre esta finca”.



Boda de Juan Mari Aizpurua y Miren Itziar Aranguren. A la derecha de la fotografía los padres de la novia, Martín Aranguren y Flora Trecu. Ellos fueron quienes donaron a la parroquia de Itziar la casa propiedad de Flora. En la boda estuvo presente Monseñor Eguino Trecu, pariente de Flora. Antes de ser obispo había sido coadjutor de la parroquia itziartarra y párroco de Irún. Gracias a él, pudo ser exhumado y  traído a Deba el cuerpo del alcalde Florencio Markiegi tras su fusilamiento el 15 de octubre de 1937 en Santoña.

La permuta


La fotografía de Agustín Alcibar y Angeli Eizaguirre fue realizada el 27 de febrero de 2018, el día de sus bodas de oro. Agustín, hombre muy popular y querido tanto en Itziar como en Deba, falleció el 27 de abril de 2024. Su hija Maribi y su hijo Gotzon son quienes regentan el prestigioso restaurante. Casi con toda seguridad el restaurante Salegui, antigua casa “Bisimodu”, es el establecimiento hostelero más antiguo de la comarca y uno de los más antiguos de Gipuzkoa pues fue abierto en 1881 y desde entonces sigue siendo atendido por la misma familia.    


Y así llegamos al dieciocho de noviembre de 1991, fecha en la que por un lado la parroquia itziartarra, representada por su párroco Jose Ángel Aguirre Lizarraga previa aprobación del obispado, y por otro el matrimonio Alcibar-Eizaguirre, propietarios del restaurante “Salegui”, llegan a un acuerdo para efectuar la permuta de los inmuebles “Capellanecoa” (propiedad del matrimonio Salegui-Eizaguirre)  y el edificio situado en Galtzada kalea, pegante al restaurante Salegui (propiedad de la Iglesia) .

Con dicha permuta ambas partes salían beneficiadas. Por un lado, la Iglesia se hacía con la propiedad de todo el edificio de la antigua casa cural en la Herrriko Plaza, que comprendía las viviendas “Capellanecoa” y “Hospitalecoa”, algo que no sucedía desde que en 1855 la mitad del edificio fue expropiado por el Gobierno durante la conocida como “Desamortización de Madoz”.  Por otro lado, el matrimonio Alcibar-Eizaguirre tenía la posibilidad de ampliar y mejorar  las instalaciones de su negocio familiar, el conocido restaurante “Salegui”.

De casa cural a escuela pública.

El año 2021, concretamente el 8 de octubre, el edificio parroquial pasó a cumplir una función muy diferente a la que hasta entonces lo había hecho. Ese día se firmaba un contrato de arriendo entre la Parroquia de Itziar, representada por su párroco Patxi Aizpitarte Mendia por un lado, y la Entidad Local Menor de Itziar, representada por la alcaldesa pedánea Arantza Egaña Aldalur. El edificio, que en el contrato aparece nominado como “Apaizetxea” será utilizado como guardería o escuela de párvulos de Itziar. Dicho contrato de arriendo especifica que tendrá una duración de diez años y a su finalización podrá ser prorrogable por plazos anuales Asimismo se estipula que el precio del arriendo será de 1500 euros mensuales más el IVA, aplicándose anualmente el incremento correspondiente al IPC.


Bibliografia:

Archivo Parroquial de Santa María de Itziar:

Inscripciones de la casa Capellanecoa, Registro de la Propiedad de Azpeitia, años:

      1892: Asiento 247, folio 69, tomo 16 legajo 124.

      1898: Asiento 398, folio 129, tomo 19.

      1909: Asiento 62, folio 18, tomo 28.

      1921: Asiento 253, folio 69, tomo 36.

      1980: Asiento 1373, folio 264, tomo 82.

      . Inscripción casa Hospitalecoa, finca 1569. Registro de la Propiedad de Azpeitia. Asiento 137, folio 40, tomo 34. 31 de mayo de 1918.

     . Escritura de donación otorgada por Flora Trecu Mendizabal a la Parroquia de Iciar. Notaría  de D. Agustín Lamsfus y Sesé. Zumaya 3 de marzo de 1959.

    . Escritura de permuta entre la parroquia de Itziar y Agustín Alcibar. Registro de la Propiedad de Azpeitia. Asiento 600, folio 109, tomo 105. 23 de enero de 1992.

   . Contrato de arrendamiento de la “Apaizetxea” entre la parroquia de Itziar y la Entidad Local Menor de Itziar. 8 de octubre 2021.

   . Inscripción Donación de Flora Trecu Mendizabal a la Parroquia de Itziar del edificio situado en Galtzada kalea s/n) . Inscripciones Registro de la Propiedad de Azpeitia. 21 abril 1959.

 Fayanás Escuer Edmundo: “Deasamortización de Madoz (1854-1856)". Nuevatribuna.es

 

 

    


sábado, 15 de junio de 2024

DESPUÉS DE MUCHOS SIGLOS, LOS CORDELEROS VUELVEN A REVIVIR LA LEGENDARIA HISTORIA MARINERA DE DEBA



A mediodía de hoy, 15 de junio de 2024, ha tenido lugar en Deba la presentación de un gran mural de seis metros realizado por la asociación artística Haitz Haundi con la colaboración del Ayuntamiento de Deba. La obra, cuya ejecución ha sido dirigida por el gran artista local Jose Ignacio Treku, ha sido instalada en la calle Cordelería. Precisamente en el lugar que hoy ocupa esa calle (en el pasado situado fuera de la cerca o muralla de la villa, en un amplio arenal) tenía lugar la elaboración de cuerdas para las naos y galeones debarras que surcaron los mares llegando incluso al continente americano.

El mural presentado refleja el proceso de elaboración de cuerdas a partir del cáñamo, proceso en el que se incluía el agramado, espadado, trillado, hilado y acolchado o trenzado de las fibras del cáñamo.

El mural ofrece también algunos datos sobre cordeleros debarras de entonces:

“Juan de Artazubiaga y su yerno Gregorio Callonis, cordeleros y vecinos de la villa de Deba, se obligaron en el año 1547 para hacer la jarcia y cables de la nao nueva de Martín de Licona que tenía en el astillero con los quintales de cáñamo recibidos por él”






En el acto ha intervenido asimismo  Albaola Itsas Kultur Faktoria, dedicada a la divulgación de la cultura de la mar. Varios miembros de esta entidad han realizado una demostración en vivo de cómo se elaboraban hace siglos las cuerdas. Para ello han utilizado réplicas de antiguas maquinas utilizadas por los artesanos cordeleros de entonces, algo que ha resultado de sumo interés para el numeroso público congregado.

La presentación del acto ha corrido a cargo de la alcaldesa de Deba Alazne Txurruka y del miembro de Haitz Haundi, Isidor Lamariano

 




viernes, 29 de diciembre de 2023

 

                            LA TRAGEDIA DEL "JOSE RAMÓN"

Ría de Deba, agosto de 1899. La fotografía de Policarpo Elosegui Ansola refleja una de las actividades preferidas por los veraneantes de entonces: los paseos por la ría a bordo de embarcaciones como esta trainera de pesca, y las meriendas en el desaparecido merendero de Iruroin. Hacía seis años que una trainera como ésta, la “José Ramón”, fue alcanzada por un rayo matando a cuatro de sus tripulantes. Consta que cuando acaeció la tragedia, aquella era la única trainera que quedaba en el puerto de Deba. Viendo esta fotografía de 1899, podría pensarse que la trainera que muestra la imagen pudiera ser la misma en la que hacía seis años murieron cuatro de sus tripulantes y que una vez reparada se dedicó a labores turísticas. Incluso podría pensarse que el patrón que gobierna el timón a popa pudiera ser el propio José Ramón Beitia.

 

En 1883 el Ayuntamiento de Deba respondía a un escrito del ingeniero-jefe del Crédito General de Ferrocarriles sobre unas informaciones solicitadas por éste. Gracias a la información remitida por el ayuntamiento  sabemos que ese año había tres embarcaciones dedicadas a la pesca en Deba y entre todas daban trabajo directo a 46 hombres.

Aun no había llegado a Deba el ferrocarril; lo haría diez años después, en 1893, un año precisamente marcado por la tragedia en el puerto de Deba.

Al parecer las tres embarcaciones mencionadas debían ser traineras y probablemente una de ellas era el “Jose Ramón”, cuyo armador y patrón era Jose Ramón Beitia. Probablemente se tratase de José Ramón Beitia Olave, casado con Catalina Josefa Ulacia Alcibar.

La madrugada del 14 de Junio de 1893 la trainera debarra, la única que ese año quedaba en Deba, salía de puerto a faenar como de costumbre. Era temporada de la anchoa y las trainas (redes de arrastre que dan nombre a ese tipo de embarcaciones) seguramente habrían sido revisadas y reparadas el día anterior por las mujeres de los arrantzales.

Debían llevar ya horas trabajando cuando hacia la una de la tarde se levantó una gran tormenta que causó el trágico acontecimiento.


Pero nada mejor que la noticia publicada en portada el 15 de junio por el periódico bilbaíno “El Nervión, Periódico de la Tarde” remitida por su corresponsal en Deba bajo el titular “La catástrofe de Deva”.

“… es un suceso bien doloroso, que ha causado honda sensación en este vecindario que llora la muerte de cuatro valientes y honrados pescadores , que han perecido hace pocas horas , víctimas de un rayo.

La única lancha trainera que existía en este puerto salió esta madrugada como es costumbre para la pesca de anchoa. La trainera tiene el nombre de su patrón José Ramón e iba tripulada por doce hombres.

Durante la mañana nada particular, pero a eso de la una de la tarde hallándose la trainera a media hora del puerto, se formó una nube tremenda y a poco comenzaron los truenos, por cuyo motivo los que la tripulaban se dispusieron a regresar al puerto.

Estando haciendo los preparativos cayó un rayo en la lancha y todos los que la tripulaban quedaron sin sentido y medio asfixiados. Pocos momentos después, recobraron el conocimiento unos cuantos y notaron con espanto que la trainera había sido agujereada en varios sitios, por donde penetraba el agua.

Como algunos de los tripulantes permanecían sin moverse en el fondo de la lancha trataron de despertarlos, notando entonces que cuatro de sus compañeros eran cadáveres que habían perecido a consecuencia del rayo…”

Frente a esta costa de Zakoneta-Mendata-Aitzuri en Deba, es donde tuvo lugar la tragedia del “José Ramón”.


El 18 de junio, cuatro días después de la tragedia, siendo alcalde Juan José Trecu, se reunía el pleno del Ayuntamiento debarra haciendo constar en acta el siguiente escrito:

“Seguidamente se dio cuenta de que el Sr Alcalde y Párroco habían dispuesto celebrar el día de mañana honras fúnebres en sufragio del alma de Juan Bautista Echeverria, Ignacio Echeverria, D.Jose Maria Eizaguirre y Agustín Echeverria, pescadores que a la una de la tarde del día 14 del actual perdieron su vida en la trainera llamada Jose Ramón de esta matrícula a consecuencia de una terrible tormenta que les sorprendió en el ejercicio de su penosa y arriesgada profesión y que seguidamente tratan de postular ambos a favor de las familias de las víctimas. Enterado el Ayuntamiento acordó concurrir á las honras y abrir una suscricion al objeto indicado encabezándola con ciento veinte y cinco pesetas y se invite á los Ayuntamientos cercanos y particularmente á los de la costa, asi como a la Comisión provincial por si pudiera conceder algún donativo para enjuagar las lagrimas de las tristes familias, rogando de la 1ª si vieren conveniente inicien una suscricion particular en el vecindario”.

Un dato a resaltar es el hecho de que el Ayuntamiento se dirija a los “Ayuntamientos cercanos y particularmente á los de la costa” con el objeto de recaudar fondos para ayudar a las familias de las víctimas.

Hay que tener en cuenta que por entonces aún no existían los seguros laborales y el desamparo de las familias era total en caso de accidente con  pérdida de vidas humanas, por lo que había que recurrir a la solidaridad de los pueblos cercanos. El archivo debarra guarda en sus actas varios testimonios de esa solidaridad:

El 3 de enero de 1909, el consistorio debarra atendía la petición del alcalde de Lekeitio solicitando ayuda para las familias de los ahogados en el hundimiento del vapor “San Antolín”. Se concedieron 50 pesetas.

El 24 de agosto de 1912, el ayuntamiento abría una cuenta con 100 pesetas para recaudar fondos para socorrer a las familias de las víctimas de la catástrofe marítima del Cantábrico. Los alcaldes de Bermeo y Lekeitio agradecían la ayuda.

El 12 de enero de 1913, el ayuntamiento de Hondarribia solicitaba una suscripción abierta para ayudas a las familias de los 12 hombres  víctimas del naufragio del vapor de pesca “Constantino Chiquia” acaecido el día 4 de ese mes. El ayuntamiento de Deba acordaba conceder 100 pesetas.

El 14 de febrero de 1915 el pleno debarra acordó contribuir con cincuenta pesetas a la suscripción abierta para socorrer a las familias de los cuatro náufragos del vapor “Virgen del Mar” matriculado en San Sebastián.

Son solo cuatro ejemplos de lo que por entonces era algo habitual, tanto los naufragios como las ayudas solidarias con destino a las desgraciadas familias.

 

El trágico acontecimiento del “Jose Ramón” tuvo lugar entre Deba y Zumaia y los fallecidos fueron Bautista Echeverria de 60 años, que dejaba viuda y dos hijos casados. Jose María Izaguirre de 60 años, que dejaba una hija y un nieto. Ignacio Echeverria, de 68 años, con varios hijos, todos casados, y Agustín Echeverria, un joven de 15 años hijo del bañero Casto Echeverria, muy conocido según la crónica del periódico bilbaíno “por todos los que frecuentan esta playa de baños”.

Cuenta la crónica que a duras penas el patrón consiguió doblar la peña de Zakoneta (seguramente se refiere a la peña de Aitzuri) pues la embarcación hacía agua debido a varios boquetes producidos por el rayo. Cuenta también que tras saltar el patrón al agua fueron auxiliados por los trabajadores de una cantera. Es de suponer que se refiere a la cantera de Arronamendi.

Tras darse aviso del accidente, rápidamente se organizó una expedición de auxilio que llegó al lugar a bordo de la trainera mutrikuarra “Golondrina”. A bordo de ella iban el juez municipal de Deba Jose Manuel Esnaola, el secretario Saturnino Rementeria, el médico Sr. Ostolaza y el practicante Sr. Guimón.

Además de los cuatro fallecidos resultaron heridos  Ramón Deva, con quemaduras en el muslo derecho; Castor Zulaica, que sufrió quemaduras en el brazo izquierdo y en el ojo, y Genaro Olave, herido en la mano izquierda.

Los ocho supervivientes: el patrón José Ramón Beitia, Ramón Deva, Castor Zulaica, Genaro Olave, José Galdos, Francisco Gorostola, Joaquín Urresti y Fernando Mancisidor embarcaron en Arronamendi a bordo de la trainera mutrikuarra “Golondrina” y  regresaron al puerto de Deba donde les esperaba numerosa gente. Los cuatro cadáveres fueron embarcados en otra trainera y desembarcados en la playa de Deba para posteriormente ser llevados al depósito del cementerio.

Traineras, tripulantes y ubicaciones similares a la de la tragedia del “Jose Ramón” eran frecuentes y fueron motivo de inspiración a Don Pío Baroja quien solía pasar temporadas en Deba en casa de su gran amigo Fernando del Valle Lersundi y donde precisamente se dice que comenzó a escribir su novela “Las Inquietudes de Shanti Andía”. Y no sería nada extraño pues los paisajes costeros de  Luzaro y Elguea descritos por don Pío, parecen estar sacados de Deba e Itziar.

También el breve y maravilloso relato “Ángelus” incluido por el escritor donostiarra en su obra “Vidas Sombrías” publicada en 1900, hacen pensar que Baroja se basó en hechos y escenarios como el descrito en “Ángelus”, relato que curiosamente se desarrolla en el mismo lugar donde tuvo lugar la tragedia de la trainera debarra “José Ramón”. El propio título hace referencia al Ángelus que los tripulantes de una trainera mutrikuarra rezan al escuchar en la lejanía las campanadas de la iglesia de Itziar; son las campanadas que anuncian e invitan al rezo del Ángelus. Esta breve pero magistral y maravillosa obra debería ser de obligada lectura en todos nuestros centros escolares.


Puerto de Mutriku. Tripulantes y trainera mutrikuarra de finales del siglo XIX o principios del siglo XX. Bien podría ser la “Golondrina”, embarcación que trajo a los supervivientes al puerto de Deba. El escritor Pío Baroja debió inspirarse en escenas como ésta para escribir “Ángelus”, un breve relato que debería ser de obligada lectura en nuestros centros escolares y que se desarrolla justamente donde tuvo lugar la tragedia del “José Ramón”. Detalles de esta fotografía como los hombres, las características de la embarcación, el mástil de proa, las traínas (redes), incluso el detalle del perro que les acompaña quedaron magistralmente reflejados en la obra del escritor donostiarra.

Otra imagen de la trainera mutrikuarra anterior. En ella podemos ver a los tripulantes de la trainera limpiando  la” traina” o red y sacando las últimas anchoas que han quedado enredadas en ella.

 

Bibliografía:

A.H.M.D. (Archivo Histórico Municipal de Deba) Libros de Actas de los años 1893, 1909, 1912, 1913, 1915.

“El Nervión-Periódico de la Tarde” Bilbao,15 junio 1893, 2ª edición,  (Hemeroteca).

Turrillas Aranzeta, Alex: “Deba, un Paseo por Nuestra Historia”.

Turrillas Aranzeta, Alex; “Conservas Yurrita, 150 Años de Historia y algo más”

lunes, 11 de diciembre de 2023


                        UNA HISTORIA CON DOS CARAS



El 16 de noviembre de 1930 el pueblo de Deba homenajeaba al gran filántropo republicano José Manuel Ostolaza Zabala colocando una placa de mármol en la fachada del edificio de la EBEFO (Escuela Biblioteca del Emigrante Fundación Ostolaza). Hasta entonces, la calle que transcurre ante esa fachada se había denominado calle Carnicería, pero en honor al hombre que tanto había hecho por su pueblo pasó a denominarse calle de D. José Manuel Ostolaza Zabala. Era una forma de agradecer su labor.



Deba, 1932. Visita a la EBEFO (Fundación Ostolaza) del presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. Tras él, Manuel Azaña y delante el general Queipo de Llano. Flanqueando al presidente puede apreciarse a dos jóvenes que portan banderas republicanas y lucen gorros frigios.


El 23 de septiembre de 1936 Deba es tomada por las tropas que apoyaron al entonces denominado Alzamiento Nacional,  encabezado por Francisco Franco, y el 15 de julio de 1937 el Ayuntamiento acuerda que la calle de José Manuel Ostolaza pase a denominarse “calle 23 de septiembre” para conmemorar la efeméride debarra de las tropas que apoyaron al general Franco.  Poco después el consistorio municipal quitaba la placa de la fachada de la escuela creada por don José Manuel Ostolaza y en vez de echarla a la basura tuvo una “genial idea”: darle la vuelta y grabar en el reverso  la siguiente patriótica leyenda:

España Vencedora del Comunismo en la Cruzada que Levantó este Día, Busca la Paz del Imperio por la Unidad por la Grandeza por la Libertad en el Signo de Franco el Caudillo. Arriba España. XVII XVIII XIX Julio MCMXXXVI.


La nueva placa, o mejor dicho la vieja placa reutilizada, fue colocada, primero sobre el gran balcón en la fachada noble del ayuntamiento y años después sobre el dintel de la puerta principal, en los “arkupes”, y allí estuvo hasta que llegó la democracia.

Década de 1940. Balcón del Ayuntamiento durante la fiesta del "Día del marinero". Entre el balcón y los escudos se puede apreciar la placa con la leyenda franquista; por cierto, iluminada con luces.


Puerta del Ayuntamiento situada en los "arkupes". Sobre su dintel, ahora en blanco, también estuvo colocada la placa de mármol que conmemoraba la "efeméride" franquista.

El 17 de septiembre de 1978, el nuevo Ayuntamiento democrático volvió a colocar la antigua placa en su lugar original, en el edificio de Ostolaza, por supuesto dándole de nuevo la vuelta y mostrando el texto original dedicado en 1930 a D. José Manuel Ostolaza Zabala. La calle volvió a denominarse con ese nombre.

La Ley de la Memoria Histórica, aprobada el 26 de diciembre de 2007, ordena en su Artículo 15 “la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva, de la sublevación militar de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”.

La placa de nuestro amigo José Manuel Ostolaza guarda en su reverso uno de esos mensajes de la “Cruzada franquista” y según la ley tendría que ir a parar al vertedero. Pero la vida al igual que nuestra placa tiene dos caras; la franquista es la cara oculta y como no se ve no nos molesta; es más, tiene su historia. Y seguro que tampoco molestaría al Sr. Ostolaza a quien con toda seguridad le haría mucha gracia esta anécdota.