DE FRANCISCO DE SORARTE A GAIZKA TXURRUKA
El pasado mes de febrero, concretamente los días 23 y 24,
un equipo de Televisión Española estuvo
realizando en Deba la grabación de parte de uno de los capítulos del programa
Agrosfera, emitido los sábados en el segundo canal de la televisión nacional. Dicho
programa gira en torno a temas de agricultura, pesca, medio ambiente,
gastronomía, historia y cultura.
Fuimos varias las personas que intervinimos, cada cual con un tema aunque con los consabidos límites del crono pues, a pesar de que había mucho que contar, la limitada duración del espacio obligaba a ser breves y concisos. Yo me centré en la iglesia de Santa María de Deba y su relación con la actividad comercial del puerto de esta población durante los siglos XV, XVI y XVII : la exportación de los productos elaborados en las ferrerías de la cuenca del Deba (armas blancas y de fuego, herrajes, herramientas, clavazón etc.), la exportación de lana castellana, la actividad corsaria, y por último las campañas balleneras de los barcos debarras en Terranova.
Y respecto a esta última actividad, la ballenera, hice
varios comentarios que debido a la curiosidad de los hechos sorprendieron a
Angel Sánchez, guionista del programa. Hablando de los balleneros debarras y
vascos le comenté algo que ya había escrito en otro de mis artículos y que
ahora de forma resumida lo vuelvo a repetir por si alguno lo desconoce. Y a
ello ligo por su anecdótico interés la historia de dos canoas indias; la
primera la traída por el capitán ballenero debarra Francisco de Sorarte desde
Terranova a Deba; la segunda, la construida por Gaizka Txurruka en su taller de
Osio, también en Deba.
Durante el verano de 1620 Francisco de Sorarte, capitán
de un galeón de Deba, se encuentra en
Terranova cazando ballenas. Cierto día ve pasar ante su barco una canoa en la
que van embarcados un hombre y su mujer con una pequeña criatura, probablemente
pertenecientes a la tribu de los beothuk o de los micmac, nativos de aquella
isla. El buen capitán se compadeció de la pobreza de aquellas gentes y mientras
su nave permaneció en aquel lugar se encargó del bienestar de aquella familia.
Pero no contento con ello pensó que lo mejor para aquellos pobres sería
llevarlos a su casa e instruirlos en nuestra Santa Fé para hacerles
participantes de las riquezas del Cielo.
Y efectivamente así lo hizo. Finalizada la campaña, no
solo embarcó en su nave a la pareja con su tierna criatura sino también a la
canoa de éstos, retornando al puerto de Deba.
Narraba don Pedro Joseph Aldazabal Murguia, párroco de
Deba e Itziar que el pobre indio salió tan bravo y montaraz que fueron
inútiles todas las diligencias, y fue preciso tenerle todo el año en prisiones
por su crueldad y sevicia, siendo devuelto a su tierra en la posterior
campaña ballenera. No sucedió lo mismo con la mujer y la niña las cuales fueron
bautizadas en Itziar y allí se quedaron, aprendieron la lengua bascongada y
murieron. Por cierto, a la niña se le puso el nombre de Maria de Iciar.
La ilustración
nos muestra el aprovisionamiento de una nao debarra antes de partir a la campaña de Terranova.
BALLENEROS VASCOS EN AMERICA
Líneas arriba comentaba las referencias de Aldazabal
Murguia sobre la belicosa actitud del aborigen expatriado y repatriado a su
tierra. No es de extrañar que fuese así pues es fácil imaginar que al pobre
hombre poca gracia le debió hacer que le trajesen a una tierra desconocida,
seguramente contra su voluntad. La crueldad y sevicia de éste que menciona el
señor párroco, puede tener una explicación ya que, al parecer, tanto los beothuk
como los micmac debían ser tremendamente belicosos entre ellos hasta el punto
de cortar la cabellera a sus enemigos
como trofeo de guerra.
Pero a pesar de
algunos enfrentamientos entre marinos vascos e indígenas americanos como está
documentado: en trece de octubre de mil seiscientos y trece vino la nueva de cómo en
Terranoba en una nao de San Sebastián mataron los salvages a Lucas de
Andonaegui y Joan Martinez de Chripsto con otros tres marineros de la dicha
nao…
a pesar de ello, las relaciones entre vascos e indígenas
fueron buenas por conveniencia para ambas partes. Los marineros vascos sacaban
un buen sobresueldo cambiando hachas, cuchillos, o la sidra de sus raciones por
pieles que serían posteriormente vendidas en Europa a muy buen precio. Además,
los indígenas colaboraban con los vascos como exploradores, algo necesario en
unas tierras y costas desconocidas para estos últimos.
Esa relación comercial y social conllevó el que se crease
un pidgin o argot mezcla de euskara y algonquino, lengua matriz de los idiomas
hablados por las tribus de la zona, tanto en Terranova como en la continental
canadiense de Labrador y el golfo de San Lorenzo, (beothuk, micmac, montagnais
e innui sobre todo).
En 1625 el cronista de Lezo Lope Martínez de Isasti,
coetáneo del capitán ballenero debarra Francisco de Sorarte escribía:
En
región tan remota como Terranova han aprendido los salvages montañeses con la
comunicación que tienen con los marineros bascongados, que van cada año por el
pescado bacalao, que entre otras cosas preguntándoles en vascuence: nola zaude,
cómo estás: responden graciosamente: Apaizac obeto, los clérigos mejor: sin
saber ellos, qué cosa es clérigo, sino por haberlo oído. Hablan y tratan con
los nuestros, y ayudan á beneficiar el pescado en la ribera á trueque de algún
pan bizcocho y sidra que allá no tienen ellos.
Está claro que los indios aprendieron por lo menos a
chapurrear en euskara y otro tanto los
vascos a defenderse en las lenguas y dialectos indígenas. Así lo demuestra el
historiador Esteban de Garibay
(1533-1599) al referirse a los indios canadienses quienes según él no tenían
problema en el aprendizaje de la lengua bascongada:
…puesto que los marineros de la Provincia de
Guipuzcoa y del Señorío de Bizcaya y el País de los Vascos van cada año a la
tierra recientemente descubierta (Terranova) para
pescar y cazar, los salvajes de aquella región aprendieron su lenguage cántabro
a pesar de la breve comunicación, de tan poca duración, que mantienen con la
gente de aquí una sola vez al año, durante un periodo de menos de tres meses. Y
esa gente privada de razón y organización es capaz de aprenderlo, cuanto más
fácilmente podría la gente de vida respetable de nuestro viejo mundo.
Fotografía tomada en la sacristía de Itziar donde puede observarse la canoa traída por Francisco de Sorarte en 1620.
¿Y QUÉ FUE DE LA CANOA?
Efectivamente, la canoa llegó al puerto de Deba y a modo
de ofrenda o exvoto permaneció durante
siglos en la sacristía del conocido santuario mariano de Itziar. Por desgracia
la canoa ya no existe pues a finales de los años sesenta del siglo XX, quizás
siguiendo los aires reformadores del Concilio
Vaticano II, que afectaron incluso a la decoración de los templos, aquella
etnográfica e histórica reliquia fue inexplicable y equivocadamente retirada de
su sitio acabando al parecer en la basura. Por suerte se conserva una
fotografía de la misma que da fe de su pasada existencia.
Yo, más cerca de
los setenta que de los sesenta, recuerdo perfectamente aquella canoa traída
desde Terranova. Sí, la recuerdo con su
casco forrado con pieles de foca y rodeada de otros exvotos como grilletes de cautivos liberados en
Argel, muletas, maquetas de barcos… Una verdadera pena haber perdido aquel histórico legado.
LA CANOA DE GAIZKA TXURRUKA
La canoa que está construyendo “Txurru” poco tiene que
ver con la que hace años vi colgada en una de las paredes de la sacristía de la
parroquia de Itziar. La que yo recuerdo era mucho más burda y rústica. Además
estaba forrada con pieles de foca.
La construida por Gaizka tiene unas medidas de 3,5 m de
eslora, 69 cm de manga y 30 cm de puntal; es en lo único que podría asimilarse
a la que llegó de Terranova al puerto de Deba en 1620, aunque estoy seguro de
que aquella era algo más pequeña.
Construida con madera reciclada de pino, salvo los motivos decorativos taraceados en sus amuras (abeto, sapeli y sucupira) y la roda en madera de fresno, el acabado de la canoa de Gaizka es de lujo si lo comparamos con la desaparecida canoa traída de Terranova por Francisco de Sorarte.
Detalle de los motivos decorativos taraceados con diversas maderas como abeto, sapelliy y sucupira.
A pesar de no poder meter todas las horas que a él le
gustaría pues vive de su trabajo y no de su afición, Gaizka ha comenzado a
construir una nueva embarcación, un kayak de 4,26 m. de eslora. Y cuando
termine su primera canoa comenzará a construir un nuevo kayak de 5,5 m. de
eslora. Me comenta que esa será para navegar en mar abierto.
Antes de despedirme le pregunto cuándo será la botadura,
y sonriendo me dice que aún no lo sabe. Le animo que sea para San Juan, antaño
en plena campaña ballenera en Terranova.
I am very interested in learning more about the kayak that was once held at the Itziar sacristy. I am from Labrador and have family in the Red Bay area where I am thinking this kayak may have originated from. Can you please reach out to me on my website: www.colorofoutdoors.com thank you
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