ADIOS A
JAVIER DE CÁRDENAS CHÁVARRI
¡AGUR, JAVIER!
El pasado 22 de octubre nos dejó nuestro amigo Javier. Este pasado verano ya no se encontraba bien; no era el Javier ameno conversador de siempre, le faltaban las fuerzas.
Pienso que este blog es un buen medio para despedirle,
honrar su figura y mostrar nuestro agradecimiento por la desinteresada labor
cultural que siempre desarrolló en pro de Deba, nuestro pueblo.
Hijo de Gonzalo de Cárdenas y María Esperanza Chávarri,
Javier nació en 1939 en Bilbao y residió en Madrid, aunque en realidad fue un
correcaminos, un viajero impenitente y ciudadano de todos los países, como los
grandes hombres. Desde siempre veraneó en Deba. Su familia ya lo hacía desde
que su bisabuelo paterno Ramón, un periodista cubano afincado en Madrid,
eligiese Deba como lugar de veraneo a finales del siglo XIX.
Javier era arquitecto como su padre Gonzalo, su abuelo
Manuel y su tío abuelo Ignacio. Su abuelo fue el artífice de numerosos edificios en
Deba a principios y mediados del siglo
XX, entre ellos el edificio de la EBEFO (Fundación Ostolaza), sede de Kultur
Elkartea de Deba, en cuyos muros puede apreciarse grabada la firma de Manuel de
Cárdenas.
Javier fue un enamorado de su profesión la cual siempre
la desarrolló en el campo la enseñanza y
la gestión universitaria. Dinámico como pocos,
impulsó y participó en la puesta en marcha de varias Escuelas Superiores
de Arquitectura. Fue él quien puso a andar la Universidad Politécnica de Las
Palmas, experiencia que le sirvió para dar vida a la Universidad de Castilla la
Mancha. También participó en el nacimiento de la Escuela Superior de
Arquitectura de Donostia.
En el campo docente, fue director de la Escuela Superior
de Arquitectura de Barcelona y subdirector de la de Madrid.
Como profesor y como catedrático, le gustaba moverse
entre sus alumnos y siempre tenía una anécdota o una referencia cariñosa sobre
ellos. Yo mismo fui testigo de cómo algunos de ellos le visitaban durante sus
veraneos debarras.
También fue impulsor de un sinfín de cursos, seminarios y
jornadas sobre patrimonio arquitectónico y arquitectura vernácula, tanto en
España como en diversos países del mundo. Lo
mismo estaba en Rumania dando conferencias sobre patrimonio arquitectónico, que en Chile, involucrado en la restauración de las iglesias
en Chiloé, Patrimonio de la Humanidad, o en la recuperación del casco histórico
de La Habana Vieja en Cuba. Por cierto, precisamente en la capital de la isla
caribeña solía organizar unas interesantes jornadas sobre arquitectura
vernácula en colaboración con la oficina del historiador de La Habana y la
Cátedra de Arquitectura Vernácula de esa ciudad, cátedra que lleva el nombre de
su padre, Gonzalo de Cárdenas.
Año 2018. Javier y su esposa Blanca junto Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, durante
la presentación de las XV Jornadas de
Arquitectura Vernácula organizadas en esa ciudad.
Recorrió mucho mundo e hizo mucho; también en Deba, su segundo pueblo. A través de la fundación que presidía patrocinó y colaboró en numerosos eventos de carácter cultural como el concurso anual de pintura al aire libre, el certamen literario “Deba en 100 palabras”, la edición de libros, leyendas o su última acción: la edición de la “Baraja Legendaria Debarra”, basada en las leyendas de esta villa. Era un gran coleccionista de barajas y no podía dejar pasar que Deba no tuviese la suya. Tal era su afición por el coleccionismo que en la Plaza Vieja de La Habana abrió el Museo del Naipe de esa ciudad. Una enorme y artística placa de bronce colocada en sus muros le recuerda y agradece su gesto.
También tuvo otros detalles: sufragó la realización de
una imagen de la Virgen de Itziar, realizada por el escultor Mikel Campo y que
fue colocada en una hornacina en el tambor del puerto de Deba, o la
restauración en la capilla de esa Virgen en la iglesia de Deba de una bellísima
vidriera, obra de Simón Berasaluce que estaba a punto de perderse.
Vidriera situada en la capilla de la Virgen de Itziar en la iglesia de Deba. Fue restaurada gracias a Javier de Cárden
Año
2023, tras la restauración del puente sobre el Deba.
Son muchos los recuerdos que me quedan de Javier: las
amenas charlas en la terraza de su chalé y en el pintxopote de los jueves; los
cubalibres y mojitos en El Floridita, en La Bodeguita del Medio o en el
Tropicana de la Habana...
Pero si tengo que anteponer un recuerdo a los demás, me
quedo con el más sentimental y humano:
Hace unos años nuestras mujeres, Blanca y Susi, quedaron
para asistir a la peregrinación que la parroquia de Deba organiza todos los
años a Itziar. Asistimos a la misa magistralmente acompañada por el coro
Aitzuri de Deba y al finalizar ésta se colocó junto al presbiterio la imagen de
la Virgen de Itziar, la más marinera de las Vírgenes vascas, para que siguiendo
el antiquísimo rito los asistentes pasasen bajo la imagen a implorar su
protección. Javier siempre se sintió fuertemente vinculado al mar. No en vano
durante cuatro años fue presidente de la Real Asamblea Española de Capitanes de
Yate.
-Qué, Javier. ¿Pasaremos nosotros también?
-Sí, sí. Cómo no.
Y allí nos fuimos los dos a implorar todas las mercedes
posibles.
Sonaba el himno de la Virgen de Itziar, el “Agur Itziarko
Birgina ederra…” y quizás aquella música unida a nuestro fervor de marinos y una
buena dosis de romanticismo “bascongado” hicieron que se nuestras emociones
brotasen sin poder controlarlas.
Al pasar bajo la imagen Javier se emocionó y las lágrimas
brotaron con el mayor de los sentimientos. Le acompañé al banco y nos sentamos.
Yo, que como diría el Fari soy un hombre blandengue, al verle emocionado no
pude contenerme y ambos formamos un dúo de lacrimosas Magdalenas.
Para superar aquella congoja comencé a relatarle varios
hechos históricos relacionados con la Virgen de Itziar. Mientras mirábamos el
exvoto de una fragata del siglo XVIII que pendía del techo de la iglesia le
conté cómo en su testamento Juan Sebastián Elcano donó cuarenta ducados de oro
a la Virgen de Itziar y diez al convento franciscano de Sasiola. También le
hablé sobre cómo en el pasado era habitual que los buques disparasen salvas de
artillería al divisar desde la mar el santuario de Itziar. Y aquello le gustó.
Nuestra peregrinación finalizó en la taberna de Lastur con un menú digno de
unos devotos peregrinos: Huevos fritos con patatas fritas, chorizo, una botella
de vino y otra de sidra para nuestras mujeres.
Al día siguiente me llamó por teléfono diciendo:
-Oye, Alex: ¿me podrías pasar por
escrito aquello que me contaste ayer en Itziar sobre la tradición de lanzar las
salvas de artillería al divisar el santuario desde la mar?
- Cómo no, te lo paso en un periquete.
En 24 horas aquellas referencias estaban en manos del
Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA). No sé cómo, pero Javier
se las había apañado para hacérselas llegar. Fue en 2019.
El mes de julio el buque escuela Juan Sebastián Elcano visitó Getaria con motivo de la celebración del 500 aniversario de la vuelta al mundo del marino getariarra. El día siete, tras la partida del buque de ese puerto, el comandante del buque ordenó desviar algo el rumbo para acercarse a la costa debarra-itziartarra. Y allí, gracias a Javier tras más de dos siglos se volvió a repetir la tradición. Cuando comenzaba a anochecer, dos imponentes salvas de artillería rompieron el silencio para honrar a la Itziarko Ama.
Siete de julio de 2019. El buque Juan Sebastián Elcano
frente a la playa de Deba tras lanzar las salvas en honor a la Virgen de
Itziar.
Javier, a la derecha, portando la imagen de
la Virgen Dolorosa durante una Semana
Santa. Tradicionalmente, en Deba esa imagen ha sido siempre portada por gentes
relacionadas con la mar. A pesar de ser
arquitecto, Javier siempre se sintió muy vinculado a la mar.
Este último verano, mientras en la terraza de su chalé
paladeábamos un Marqués de Prado Ameno, un Rioja expresamente etiquetado para
él con la denominación del título nobiliario que ostentaba, le dije:
-Oye, Javier. ¿Cómo es posible que tú que siempre has
colaborado en gran número de los cocidos culturales de Deba, no seas socio de
la más benemérita institución cultural de la villa, de Kultur Elkartea? Piensa que en sus muros está grabada la firma
de tu abuelo.
- Tienes razón, pero hasta ahora nadie me lo había
propuesto. ¡Apúntame!
Le hizo ilusión mi propuesta y tanto él como Blanca, su
esposa, se hicieron socios de Kultur Elkartea.
Hemos perdido un socio, un socio muy especial. Qué se va
a hacer; son las cosas de la vida. Al menos nos queda su buen recuerdo.
¡Agur Javier! Hasta la vista.