jueves, 26 de julio de 2012

TEXTO, ÉTICA Y ESTÉTICA EN LA COMUNICACIÓN


El primer medio utilizado en la comunicación entre personas fue la mímica, y el segundo la voz, la voz “a pelo”. De esto hace ya unos cuantos cientos de miles de años.

El lenguaje escrito tiene el honor de ocupar el tercer puesto en el ranking cronológico comunicativo.

Ha transcurrido ya mucho tiempo desde que el primitivo sistema de escritura cuneiforme fuese el medio ideal para informar, legislar, enseñar, legar, testar y mercadear.

Es aquí, a “mercadear”, donde pretendo ir a parar.

Me divierto imaginando el mercado de Babilonia con sus puestos de venta alineados, todos ellos con sus correspondientes reclamos publicitarios en escritura cuneiforme:

– “Auténtico apio de la ribera del Eufrates: a 1 nabuco el manojo”.

– “Lentejas de la ribera del Tigris” con Denominación de Origen:
a 2 nabucos”.

¡Qué mensajes tan sencillos, pero qué frescos!

Me da la impresión de que con tanta globalización, desarrollismo, consumismo y algún otro “ismo” que prefiero no pronunciar, comenzamos a perder el norte de quiénes somos y a dónde vamos.

La clave para una comunicación perfecta es sencilla, tan sencilla
como la pronunciación de 2 palabras: ética y estética.

A uno que come del negocio del marketing se le pone el pelo tieso de ver lo que algunos colegas nos muestran, demasiado a menudo, en los medios de comunicación más diversos. Todo ello es el resultado de las nuevas tendencias comunicativas que, mira por donde, desde hace años siempre llegan desde el mismo sitio.

Parece que todo vale para conseguir los objetivos de ventas, aunque
sea a costa de echar mano de la vulgaridad, la agresividad, el mal
gusto, la cacofonía, el “bodrioguión” y el texto a lo “Harlem” o “Txeli”.

En comunicación, el fin tampoco justifica los medios, máxime en un
momento en el que se constata un descenso en el nivel cultural, hecho en el que también tiene algo que ver la forma de transmitir los mensajes.

¿Será que me estoy haciendo viejo y estoy fuera de onda?

- No, no puede ser. Me reafirmo en lo dicho.

Recuerdo con añoranza aquel anuncio del elaborador navarro de jamones. Aquéllos sí que eran anuncios. Aquello era creatividad, espontaneidad, frescura, ética y estética, y encima llegaba:


“Jamonicos Tudelilla”
¡Dios! ¡Qué jamón!

Este artículo fue publicado, originalmente, en el Nº 6 de la revista AsmatuXX1, en el año 2006.

INDALECIO OJANGUREN

INDALECIO OJANGUREN

El testamento gráfico de un Gran Maestro

Autoretrato de Indalecio Ojanguren.


Indalecio Ojanguren Arrillaga nace en Eibar el 15 de noviembre de 1887. Con dieciséis años comienza a trabajar en la empresa armera G.A.C.

Se desconocen las circunstancias que le llevan a iniciarse en el mundo de la fotografía, hecho que pudo suceder de la mano de Román Ortuoste, eibarrés como él, y considerado como otro de los grandes maestros de la fotografía vasca.

En 1908, cuando tan solo cuenta veintiún años, el diario madrileño ABC publica su primera fotografía en la prensa escrita. Es por entonces cuando, debido a una ulcera gástrica, siguiendo los consejos médicos comienza a practicar el montañismo, afición que con el tiempo le haría merecedor de los más importantes galardones deportivos y el ser conocido con el sobrenombre de el “Fotógrafo Águila”. Fue el primer guipuzcoano en realizar el concurso de los cien montes, una hazaña que repetiría siete veces durante su vida, la última cuando contaba 73 años.

Entre los años 1914 y 1916 Ojanguren recorre todos los municipios del territorio guipuzcoano  realizando miles de fotografías para el “Álbum Gráfico Descriptivo de Guipúzcoa”. Con esa misma finalidad , entre 1918 y 1919, recorre toda Bizkaia, trabajo cuyo resultado aún permanece en gran parte inédito.
Infatigable y constante, el objetivo de su cámara captó miles de imágenes de montes, pueblos, caseríos, monumentos y personajes, así como escenas costumbristas o de la más ferviente actualidad.

A lo largo de su vida profesional, colaboró con más de una veintena de periódicos y revistas del estado y del extranjero.

Indalecio Ojanguren falleció en Eibar el 18 de febrero de 1972. Gran parte de su obra, más de 8000 fotografías, se encuentran depositadas en el Archivo General de Gipuzkoa, en Tolosa.



Dicen que a menudo la obra de los grandes maestros es reconocida tan solo tras su muerte.

No es éste el caso de Ojanguren, el gran reportero y pionero del alpinismo vasco, que tuvo el privilegio de gozar en vida del reconocimiento mas amplio.

Algo tendría Indalecio para ser tan querido como persona y tan apreciado como profesional. ¿Pero qué era?

La respuesta me llegó cuando buscando y rebuscado información sobre su vida, recurrí a referencias escritas de tres autores: el recordado Juan San Martín, el prolífico escritor José de Arteche y el periodista y fotógrafo José Valderrey, este último autor de un proyecto de tesis doctoral sobre la vida y obra de Ojanguren.

Imaginándole, me aborda a la memoria lo que, según el concepto clásico y el significado etimológico fueron aquellos filósofos griegos de la escuela de Atenas: amantes de la sabiduría  (fileo-amar , sofia-sabiduría); o de los grandes maestros del humanismo renacentista cuyo saber abarcaba disciplinas tan variadas como la pintura, la escultura, la ingeniería, la literatura, la música o la medicina.

Indalecio, en su modestia y sin saberlo, fue un humanista en toda regla, un humanista engendrado por la “escuela eibarresa”, aquella del buril, la gubia, el pincel la pluma y el pensamiento; la que tantos hijos ilustres ha dado a la cultura vasca.

Armero y fotógrafo, redactor de noticias y músico en la banda “La Marcial”, pionero del alpinismo vasco e infatigable correcaminos a través de toda la geografía vasca, española e incluso marroquí. Ojanguren fue sobre todo un inquieto divulgador de lo cotidiano. Su temperamento quedó perfectamente descrito por José de Arteche al relatar la conversación mantenida entre don Toribio Noain, administrador del diario El Pueblo Vasco,  y el “reporter” eibartarra. Se trataba de dar forma al Album de Gipuzkoa:
- Nos hemos acordado de usted. Si podría usted hacer algo…  
- ¿Haser algo?  Todo también.

Indalecio fue uno de esos hombres que reivindican la jornada vital de veinticinco horas, quizás, porque sin darse cuenta temen no poder concluir la gran obra para la que fueron concebidos. Pero él lo consiguió.

Esa obra, la que pacientemente y con tanto mimo archivó en forma de cristales, negativos o papel, es el valioso testamento, el preciado legado que gracias a su visión de futuro y a su generosidad hemos heredado.

Sucedió en 1.966, cuando José de Arteche, por encargo de la Diputación de Gipuzkoa, se trasladó a Eibar para recoger las cajas que contenían el archivo del entonces ya viejo reportero eibartarra. El escritor de Azpeitia narra la escena de aquella despedida mientras las cajas eran cargadas en el vehículo oficial.
“Para hacer lo que yo he hecho hay que tener fe y luego amar a Euskalerria”.
Estas fueron sus últimas palabras cuando con los ojos enturbiados por la emoción “ojos de hombre puro, ojos de niño grande”  vio cómo arrancaba el motor de la infernal máquina.

Así era Ojanguren, el hombre querido por todos, el fotógrafo al que la dictadura franquista obligó a pagar una multa para poder ejercer de nuevo su profesión, debido a su convicción nacionalista.

Esa misma dictadura -paradojas de la vida- sería la que a los pocos años y en reconocimiento a su labor gráfico-deportiva, le concedería la Medalla Nacional al Mérito de Montaña.


 


 

martes, 24 de julio de 2012

EL ESTADO MAYOR ALEMÁN EN DEBA

Durante el avance de las tropas hispano-italo-alemanas hacia Bilbao en la última guerra civil, Deba fue durante un tiempo sede del Estado Mayor italo-alemán. Está constatado que desde Deba se dio la orden para el bombardeo de varias poblaciones, entre ellos el de Gernika.
Trimotor alemán Junker-52 sobrevolando los cielos del País Vasco en una de las operaciones de la Legión Cóndor durante la Guerra Civil. Este bombardero era uno de los más temibles debido a su gran capacidad de carga. Los aviones fascistas partían de los aeropuertos de Lakua, Lasarte o Soria para atacar a las localidades vascas. Las órdenes se daban desde el Alto Estado Mayor ubicado en Deba.

Se desconoce cual fue el edificio que acogió a dicho Estado Mayor. Atendiendo a ciertas referencias verbales, cabe pensar que pudiera tratarse bien del Hotel Deva o tal vez del antiguo Hotel Miramar aunque también es posible que estuviese instalado en simples vagones de ferrocarril situados en vía muerta, como lo estuvo en algunos lugares.

El 29 de abril de 1937 se reunía en París una delegación del Gobierno Vasco con el ministro de Negocios Extranjeros, Sr. Yvon Delbos. Tras exponer los delegados que el pueblo vasco se hallaba en lucha abierta con el Reich alemán, informaban al ministro francés de que el Estado Mayor, instalado en Deba, estaba constituido por jefes militares alemanes y algunos italianos. Asimismo le informaban de que los vascos habían sido conminados a no ofrecer resistencia y rendirse; en caso contrario los alemanes amenazaban con la destrucción del país sin ningún tipo de piedad.

Efectivamente las amenazas alemanas estaban fundadas. Tres días antes, el 26 de abril, Gernika había sido arrasada por los aviones de la legión Condor. El día 27, uno después de la masacre, la Delegación General de Euzkadi en Valencia emitía a las doce de la noche una nota de prensa en la que se podía leer:

…”Ya son tres las villas destruidas: Guernica, Durango y Elgueta. Llegan a miles las mujeres y los niños que han encontrado la muerte entre sus escombros. La orden de bombardeo fue dada por el Cuartel General alemán, establecido en Deva…”
Gernika arrasada.

Llama la atención el hecho de que el comunicado no hiciese mención al bombardeo de Eibar, hecho acontecido el 25 de abril de 1937, un día antes que el de Gernika y en el que la ciudad armera quedó prácticamente arrasada. En éste caso la operación, ordenada desde Deba, fue realizada por la aviación fascista italiana.

Imagen de la calle Mº Angela, actualmente Errebal, tomada por Indalecio Ojanguren tras el bombardeo de Eibar el 25 de abril de 1937. (Foto: Indalecio Ojanguren. Archivo General de Guipúzcoa)
Cráter producido por una bomba de la aviación italiana durante el bombardeo de Eibar. Ese proyectil hizo blanco sobre un refugio antiaéreo y la explosión causó alrededor de 60 victimas mortales. (Foto: Indalecio Ojanguren. Archivo General de Guipúzcoa)


Este artículo fue publicado, originalmente, en la revista Deba, ej. Nº 76 en verano del año 2010.

LUIS ORGAZ YOLDI, JOSÉ ANTONIO AGUIRRE Y EL DESFILE DE LOS "MENDIGOIZALES"

Luis Orgaz Yoldi, José Antonio Aguirre y el desfile de los "Mendigoizales"

Cinco años antes de iniciarse la Guerra Civil, Deba fue escenario de un hecho que de haberse desarrollado por otros derroteros, hubiera podido evitar o al menos cambiar el rumbo de posteriores acontecimientos.

Tras la caída de la monarquía y la proclamación de la Segunda República en abril de 1931, el nuevo gobierno decidió reducir el poder y los privilegios de la Iglesia. Pero en Euskadi, la profunda religiosidad del principal partido político, el PNV, chocó de frente con el anticlericalismo del Gobierno Republicano.

Concentración nacionalista en Deba en agoste del 1931. Sentado en primera fila, el dirigente del PNV José Antonio Aguirre Lecube, quien a los pocos años se convertiría en primer lehendakari del Gobierno Autónomo Vasco. Junto a él puede verse a Jesús María de Leizaola que muchos años después, entre 1960 y 1979 sería lehendakari en el exilio. Tras ellos, el tercero por la izquierda, Telesforo de Monzón, elegido Diputado en el Congreso en 1933, Consejero de Gobernación y Seguridad durante el primer Gobierno Autónomo Vasco, y uno de los fundadores, muchos años después, de la coalición política Herri Batasuna.
Desde el momento de la instauración de la República, los militares no habían cejado de conspirar contra ella. Uno de aquellos militares fue un general monárquico gasteiztarra, asiduo al veraneo en Deba y compañero durante la Guerra de Marruecos de José Millán-Astray, Emilio Mola, Enrique Varela, Juan Yagüe y Francisco Franco. Aquel conspirador se llamaba Luis Orgaz Yoldi.

El treinta de agosto de 1931 tuvo lugar en Deba un gran mitin nacionalista al que asistió José Antonio Aguirre así como otros relevantes miembros del Euzkadi Buru Batzar.

Al parecer, ese mismo verano habían tenido lugar los primeros contactos entre el militar monárquico y los nacionalistas, habiendo actuado como intermediario el médico cirujano debarra residente en Madrid, José Rementería, más conocido en deba como Don Pepe Rementería, quien años después, durante la dictadura franquista, sería nombrado Hijo Predilecto de esta población. 

Aquel 30 de agosto uno de los actos consistió en el desfile de varios miles de mendigoizales, hombres y mujeres, todos ellos uniformados con pantalon de mil rayas, camisa de cuadros y kaiku; por supuesto en perfecta formación militar.

Al acto asistió el general Luis Orgaz que quedó impresionado por el gran alarde de fuerza mostrada por el Partido Nacionalista Vasco y sus mendigoizales, en realidad todo un cuerpo paramilitar.

Luis Orgaz Yoldi fue un militar monárquico convencido. Tomó parte en mil y una conspiraciones para derrocar al gobierno de la República, entre ellas la propuesta al PNV en Deba el verano de 1931. Tras ser desterrado a Canarias por el gobierno del Frente Popular, desde allí continuó, junto a Franco, con sus actividades conspirativas hasta el alzamiento de 1936.
 El general solicitó a Aguirre una entrevista para tratar sobre un hipotético apoyo de los nacionalistas con el único fin de levantarse en armas contra la República. José Antonio Aguirre, responsable nacionalista en las conversaciones, no fue convencido por el general Luis Orgaz. Al parecer, el motivo principal por el que no se llegó a un acuerdo fue la decisión del PNV de apoyar al gobierno legal republicano, algo que un monárquico visceral como Orgaz no estaba dispuesto a aceptar. Alguno analistas han comentado que la ruptura entre aquellas dos posiciones fue un antecedente de lo que ocurriría cinco años despues, el 18 de julio de 1936.

Este artículo fue publicado, originalmente, en la revista Deba, ej. Nº 76, en verano del año 2010.

NAVES Y MARINOS DEBARRAS EN "LA ARMADA DE VIZCAYA"

Naves y marinos debarras en "La Armada de Vizcaya"

Las tensas relaciones existentes entre España y Portugal en 1492, hicieron que los Reyes Católicos se lanzasen a crear una potente flota armada que garantizase la seguridad de las naves comerciales de su corona. La creación de la nueva armada fue encomendada al Contador Mayor de Cuentas Alfonso Quintanilla y al miembro del Consejo Real Andrés Villalón. Ese mismo año era conquistado el Reino de Granada y se descubría el continente americano.

Desde el momento de su creación, la nueva flota fue conocida como "La Armada de Vizcaya", pues tanto las naves como sus marineros y soldados procedían del País Vasco. Decir que por entonces el término "vizcaíno" era utilizado como gentilicio sinónimo de "vasco", preferentemente para denominar a los vascos de las zonas costeras.

La armada estaba compuesta por seis naves poderosamente artilladas con numerosas lombardas de gran y pequeño calibre, 605 hombres fuertemente armados (lo que hoy llamamos infantes de marina), y 265 marineros. Al mando de ella, como Capitán General, se encontraba el lequeitiarra Iñigo de Artieta. La armada partió de Bermeo hacia Andalucía el 20 de julio de 1493.
De las seis naves, la primera, con tripulación y soldados de Lekeitio, era una enorme carraca y pertenecía a Iñigo de Artieta. La segunda era una nao cuyo propietario y capitán era el bilbaíno Martín Pérez de Fagaza.

Réplica de la Nao Victoria en el puerto de Mutriku. Las naos debarras que participaron en la "Armada de Vizcaya", aunque más grandes, debieron ser muy parecidas a esta.
De las dos siguientes, al menos una de ellas, seguramente ambas, procedian del puerto de Deba y posiblemente fueron construidas en los astilleros de esta villa. Eran naos de mediano porte; la primera de 220 toneles, la otra de 205 toneles, lo que equivaldría a 264 y 246 toneladas actuales respectivamente. La primera era propiedad del armador debarra Pedro de Deva y estaba al mando del azpeitiarra Juan Pérez de Loyola.

Según algunos historiadores el citado Juan Pérez de Loyola era el hermano mayor de San Ignacio de Loyola aunque algunos datos inducen a pensar que pudiera tratarse del abuelo, con igual nombre y apellido, ya que el hermano mayor del santo falleció al parecer muy joven.

Dibujo de la época realizado en el muro de una estancia de la casa de los Loyola en Azpeitia. El motivo nos habla de las andanzas marítimas de los Loyola, uno de los linajes más importantes de bando oñacino. Cuando en julio de 1493 la Armada de Vizcaya partía de Bermeo, San Ignacio aún no había cumplido los dos años.



La otra nao debarra pertenecía y tenía como capitán a Antón Pérez de Leizaola, presumiblemente del solar de los Leizaola en Lastur. Sus 45 tripulantes y 85 soldados eran al parecer, tanto de Deba como de diversos pueblos de Gipuzkoa.
La quinta, una nao menor, estaba a cargo de Juan Martinez de Amezqueta, siendo su propietario Nicolás Yuanes de Artieta. La sexta y última era una pequeña pinaza, añadida para dotar a la fltoa de un navío ligero, capaz de desplazarse a gran velocidad, y según Iñigo de Artieta "...aún de robar si fuere menester", por supuesto que a los portugueses, cosa que efectivamente sucedió.

Según consta, su primera misión fue la vigilancia del Estrecho donde el mes de agosto persiguieron a carabelas portuguesas que al parecer habían asaltado a una nave vasca. Tanto ardor pusieron los vascos en su misión, que se dedicaron a emprenderla por cuenta propia contra todo navío portugués que asomase por aguas del Estrecho. Los excesos cometidos por los marinos vascos motivaron el que los Reyes Católicos tuvieran que llamarles al orden.

Otra de sus misiones, ésta el 3 de octubre de 1493, consistió en el traslado a África, desde el puerto almeriense de Adra, del destronado rey Boabdil, último rey nazarí de Granada, así como de toda la familia real, corte, y mucho de sus seguidores. Las operaciones de traslado de granadinos al exilio africano, 6320 personan en total, duraron hasta febrero de 1494, más de cuatro meses.

"La Rendición de Granada a los Reyes Católicos", óleo de Francisco Pradilla. Un año después de la conquista de Granada, el Rey Boabdil sería llevado hacia el exilio africano por las naves de la "Armada de Vizcaya". Dos de aquellas naves y sus tripulantes eran debarras.
El 7 de junio de ese mismo año, tras el tratado de paz de Tordesillas firmado con Portugal, los Reyes Católicos decidieron prescindir de los servicios de la Armada de Vizcaya pero los ataques turcos a Nápoles y Sicilia hicieron que la flota vasca entrase a formar parte de la Armada de Sicilia, con lo que cambiaba el escenario de operaciones de las naves y de los marinos vascos.


Este artículo fue publicado, originalmente, en la revista Deba, ej. Nº 76, en verano de 2010.

LA HORA EN DEBA ES… LA HORA OSTOLAZA

La hora en Deba es... La hora Ostolaza

RECUERDOS DE UN MARINO DEBARRA


Aunque nunca he sido deportista ni he practicado ejercicio físico, cosa poco recomendable, una de las cosas que procuro realizar cotidianamente es caminar por lo menos durante una hora. En mis diarios paseos siempre me acompaña mi esposa, Susi.


Hace unos días tras realizar nuestro habitual recorrido (alameda, playa, ría, Maspe y viceversa) nos internamos en el casco urbano, última etapa de nuestro cotidiano paseo.Pasábamos junto a la joyería Ostolaza, cuando mi esposa comentó: "desde hace años, el reloj nunca está en hora".

Tras meditar durante breves segundos y comprobar que tal aseveración  era cierta, recordé que hace años, muchos años, la hora “oficial” en Deba era la hora Ostolaza, y que el reloj de la citada joyería venia a ser, para nuestro pueblo, algo así como el reloj de la Puerta del Sol para la ciudad de Madrid.

Pensé en Ángel, un hombre especial, pero siempre dispuesto a colaborar como patrocinador en cualquier actividad cultural o deportiva. Recordé también las largas charlas que manteníamos y que habitualmente se centraban en las pastorales de Monseñor Setien, del que ambos éramos verdaderos “fans”, o de las vicisitudes de la entonces tan en boga Teología de la Liberación.

Angel Ostolaza.

E inmerso en mis recuerdos, rememoré también la propuesta de proyecto para la realización de unos frescos alegóricos que serían pintados en la bóveda de la ermita de Santa Catalina, algo así como una Capilla Sixtina pero en plan rural. En este caso el Miguel Ángel de turno sería el gran artista local José Ignacio Treku.

Tanto le entusiasmó la idea que tiempo le faltó para afirmar estar dispuesto a correr con los gastos de tan sublime obra. Sabía yo de antemano  que aquella propuesta le iba a llegar al alma. Lo sabía, porque Ángel, siendo hijo del caserío Gaztañeta, tenia el alma de un mecenas renacentista florentino, claro está dentro de sus posibilidades. Además, para él, la ermita  de Santa Catalina representaba algo así como el Santa Santorum del barrio de Egia.
Romería de San Juan (24-VI-1997). Cinco de los seis varones Ostolaza posan juntos en las campas de Santa Catalina. Angel, con traje y flores en la solapa, nunca faltó a la cita y procuró que los demás tampoco lo hicieran. Durante años sufragó los costes del traslado en autobús hasta la ermita de todos los que quisieran acudir a la popular romería.
Otro de los grandes proyectos que quedaron en nuestro tintero fue el de la colocación de un gran reloj en el centro del paseo de la playa de Deba. Según Ángel, tenia que ser algo parecido al conocido reloj del paseo de la Concha de Donostia. Por supuesto que los gastos  corrían a su cuenta, aunque en este caso había contrapartida: las tres esferas del proyectado reloj deberían llevar de forma bien visible la inscripción: “Joyería Ostolaza”.

Ahora, transcurridos ya mas de veinte años desde que dejé de navegar, recuerdo a menudo una de las anécdotas que guardo con más cariño en el baúl de mis recuerdos de marino.

Creo recordar que estaba embarcado a bordo del buque “Continental Pioneer”. Realizábamos un viaje desde Argentina al puerto lituano de Klaipeda, en el mar Báltico. Nos encontrábamos en pleno Atlántico a más de mil quinientas millas de la costa vasca.

Cuando sintonicé mi receptor en medio del océano, escuché unas campanadas y una voz que decía: "La hora en Deba es... la hora Ostolaza".
 Eran las ocho y media de un Domingo. Había entrado de guardia en la estación de radio y tras sintonizar uno de los receptores en la frecuencia marítima de 500 Khz. hice lo mismo con otro, pero en este caso para escuchar en onda media las noticias de la primera emisora que entrase con fuerza.

Tras girar varias veces el dial, recibí la señal de una emisora que entraba con mas potencia que una bomba. Sonaron unas campanas: ¡Dan! ¡Dan! ¡Dan! ¡Dan!, y tras una breve pausa, una timbrada voz varonil comentó: “ La hora en Deba es… la hora Ostolaza”.

El reclamo publicitario se repitió varias veces a lo largo de aquella emisión. Se trataba del programa Gure Bideetan de Radio San Sebastián, Cadena SER, un programa de tipo cultural sobre temas gipuzkoanos, patrocinado claro está, por Joyeria Ostolaza.

Aunque la anécdota parezca una nimiedad, no lo fue para mí, un marino ausente durante muchos meses y con más campaña a sus espaldas que el mismísimo Capitán Trueno. Tras desembarcar para disfrutar de unas merecidas vacaciones, comenté a Ángel la emoción que me había producido escuchar tan lejos de casa, en medio del océano, aquellas campanadas y aquella voz que hacían referencia a nuestro pueblo y a su joyería.

Noté que su cara mostraba la satisfacción y el orgullo de haber invertido su dinero en algo que, a través de las ondas, llegaba tan lejos y a tantos oídos. Y como quien no da importancia a la cosa, pero como queriendo darme una lección me respondió: “La publicidad, siempre que esté bien realizada, es un medio efectivo y rentable para llegar a la gente”.

Han transcurrido más de treinta años desde que en medio del océano escuché aquellas campanadas y aquella voz que decía “ La hora en Deba es … la hora Ostolaza”. Y quién me lo iba entonces a decir, desde hace más de veinte, ¡paradojas de la vida!, soy agente publicitario.

El presente artículo fue publicado, originalmente, en el programa de fiesta de Deba, en el año 2009.

viernes, 20 de julio de 2012

DON MANUEL CALDERÓN LÓPEZ-BAGO

DON MANUEL CALERÓN LÓPEZ-BAGO

EL HONOR DE  UN GRAN MARINO DEBARRA

Hay ocasiones, cada vez más raras, en las que cuando uno descubre a personajes de la talla de Don Manuel Calderón López-Bago, tiene la impresión de que, por desgracia, se va extinguiendo una raza muy especial: la de los “Hombres de Honor”, la de los “Hombres Buenos”.

La imagen, llena de significado, corresponde al año 1975, cuatro años antes de su muerte. A la izquierda, el ya jubilado capitán de navío Manuel Calderón junto al getariarra Pedro De la Hoz, uno de los marineros del bou Nabarra al que Calderón salvó del pelotón de fusilamiento.
Hacía tiempo  que seguía la pista de nuestro personaje. Lo hacia desde que interesado en los acontecimientos de la batalla naval de Matxitxako, quedé sorprendido por la existencia y hechos del que fuera comandante de tiro y tercer comandante del crucero "Canarias". En la variada documentación y testimonios sobre la citada batalla, cuando se mencionaba a Manuel Calderón siempre se apostillaba que era de Deba.

Había además otro dato que para mí, como debarra, añadía a la gesta de Matxitxako una dosis de especial interés: la muerte heroica, a bordo del bou "Nabarra", de dos jóvenes debarras: Modesto Aspiazu Esnaola y Juan Odriozola Basurto, ambos pertenecientes a la Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi. El hecho de que aquellos jóvenes se hubiesen ido al fondo del mar como consecuencia del mortífero fuego del crucero franquista cuyo comandante de tiro era precisamente otro debarra, tenia para mi un especial significado. Ello motivó el que me lanzase a buscar y rebuscar datos que avalasen el nacimiento en Deba de aquel gran hombre.

Intrigado por no haber escuchado jamás en nuestro pueblo, mención alguna sobre la existencia de Don Manuel Calderón, decidí comprobar si  realmente había nacido en Deba. Para ello recurrí, vía Google, al Archivo Histórico Diocesano de Donostia donde pude comprobar el Extracto de su Partida de Bautismo. Los datos corroboraban la información: Calderón era debarra.

 ¿Quien fue Manuel Calderon Lopez-Bago?

Manuel, Amado, María, Arcadio, de la Santísima Trinidad, nombres con los que fue bautizado, era hijo de Arcadio Calderón Abril, por entonces, al parecer, coronel del Real Cuerpo de Alabarderos, y de María del Pilar López-Bago  Bacena.

La fecha de su partida bautismal en la iglesia de Santa María de la Asunción de Deba -21 de septiembre de 1899- induce a pensar que los Calderón eran una de las numerosas familias que pasaban el entonces largo periodo vacacional en nuestra localidad.

Aunque su nacimiento en Deba fuera quizás fortuito, a lo largo de su vida Manuel Calderón demostró con sus hechos el gran amor que sentía por la tierra que le vio nacer.

Siguiendo la tradición militar familiar, Manuel Calderón ingresó en la Academia de la Armada. Al parecer, uno de sus hermano, Antonio, fue capitán de infantería, falleciendo en campaña mientras realizaba una misión como observador aéreo el año 1926, durante la guerra de Marruecos. Un segundo hermano, Santiago, fue también oficial del cuerpo de caballería.  Por los datos que he podido conseguir sobre sus tres hermanas, al menos una de ellas, María del Rosario, también estuvo casada con un militar de carrera.

La vida profesional de Calderón, un verdadero humanista dentro del estamento militar, estuvo marcada y ha pasado a la historia como ejemplo de honor y caballerosidad, siendo muestra de cómo el buen trato para con el adversario vencido debe estar por encima de las opiniones políticas o del bando en el que se combate. Y es que Calderón, cumpliendo siempre con sus obligaciones militares, supo ver que sus adversarios eran ante todo personas, valorando sus virtudes, y como tal las trató y se desvivió por ellos.


Al inicio de la Guerra Civil  (1936-1939), Calderón sirvió como comandante del destructor “Velasco” siendo posteriormente destinado al crucero “Canarias” como comandante de tiro. Más tarde, en el Cuartel General de Burgos, desempeñaría el cargo de Ayudante Naval de Franco. Fue precisamente la confianza y el respeto que el dictador tenía por él, lo que posibilitó que Calderón pudiese ayudar a cientos de vascos, salvando a muchos de ellos de los pelotones de fusilamiento. La heroica y humanitaria labor de Calderón no terminó con la guerra civil, ya que durante la posguerra, como veremos luego, se dedicó a recorrer los puertos de la costa vascofrancesa buscando a aquellos arrantzales que habían escapado durante la guerra y a los que, con el aval de su cargo y el visto bueno del “Generalísimo”, convenció para volver a sus pueblos, evitando la ruptura y la desgracia de muchas familias.

Su comportamiento recuerda en cierto modo al del conocido industrial alemán, miembro del partido nazi, Oskar Schindler, quien salvó la vida de numerosos judíos polacos, y que fue inmortalizado en la conocida película de Steven Spielberg “La lista de Schindler”.

 Tras toda una vida dedicado a su profesión, Manuel Calderón falleció el 5 de octubre de 1979 en el Sanatorio de la Marina de la localidad madrileña de Los Molinos. Por el texto de su esquela (“sobrinos y demás familia”) podemos intuir que no tuvo hijos y que probablemente murió soltero.  

Nada mejor que conocer algunos de sus hechos para darnos cuenta de la personalidad de un hombre al que, tras la guerra, gustaba reunirse y disfrutar junto a sus antiguos adversarios.

CALDERÓN EN Y TRAS LA BATALLA DE MATXITXAKO


Destructor “Velasco” . Su comandante, al comienzo de la Guerra Civil, era el entonces Capitán de Corbeta Manuel Calderón López-Bago. 


Ya antes de la batalla de Matxitxako, Manuel Calderón, por entonces comandante del destructor “Velasco”, había demostrado su grandeza humana. Sucedió el 26 de agosto de 1936. El buque mercante “Constan”, perteneciente a la Naviera Amaya, navegaba desde Bilbao a Gijón. Curiosamente, el presidente de dicha naviera era Constantino Zabala Arrigorriaga, suegro del lehendakari José Antonio Aguirre. A la altura de la localidad cántabra de Liendo el “Constan” fue detenido por el acorazado “España” y el destructor “Velasco”, siendo obligado a proseguir hasta la base naval de El Ferrol. Se encontraban a la altura de Luarca, cuando el “Velasco” fue atacado por la aviación republicana. La crítica situación y  la poca velocidad del mercante vasco motivaron que el comandante del destructor optase por cañonearlo y hundirlo. La tripulación del “Constan” fue recogida por el “Velasco” y llevada hasta El Ferrol donde lo normal en aquellos momentos era que fuese pasada por las armas. Nadie supo cómo lo hizo, pero el caso es que Calderón consiguió algo insólito: todos sus tripulantes fueron devueltos a Bilbao a través del frente de Vitoria.

Pero los hechos mas relevantes  de nuestro personaje tuvieron lugar tras la batalla de Matxitxako, acaecida el cinco de marzo de 1937.
Todo comenzó cuando el 4 de marzo de 1937 cuatro bous de la Marina de GuerraAuxiliar de Euzkadi: el “Gipuzkoa” el “Nabarra”, el “Donostia” y el “Bizkaya”, recibieron la orden de hacerse a la mar para escoltar durante la noche al buque mercante “Galdames” . El mercante se encontraba en ese momento en el puerto de Baiona, listo para partir hacia Bilbao con cerca de 200 pasajeros, cinco toneladas de moneda fraccionaria del Gobierno de Euzkadi y carga general. La salida de Baiona tuvo lugar a primeras horas de la noche del día 4 de marzo. Poco después, el Galdames se reunía con los cuatro bous de escolta. 


La fotografía fechada en febrero de 1937, pocos días antes de la batalla de Matxitxako, muestra la cubierta del bou Gipúzkoa en el momento de la izada de la ikurriña, mientras la guardia rinde honores. A los pocos día estos hombres se enfrentarían al crucero Canarias y cinco de ellos perecerían en el combate.
 
A la par que el convoy vasco iniciaba su singladura, el crucero “Canarias” daba  también inicio a una misión muy especial: capturar al buque “Mar Cantábrico”, un mercante cuyas bodegas, además de varios aviones desmontados, encerraban gran cantidad de armamento para la Republica. El mercante,  procedente de los puertos de Nueva York y Veracruz, tenia como destino el puerto de Santander. Nadie imaginaba entonces, que en pocas horas, tras el encuentro fortuito del convoy vasco con la nave franquista, iba a tener lugar una de las batallas navales más encarnizadas de la historia y Calderón, como comandante de Tiro del crucero “Canarias”, seria uno de sus protagonistas. 

Al poco tiempo de la partida del convoy, la mala mar y la poca velocidad del Galdames (apenas 4 nudos), hicieron que este derivase hacia el norte junto a los bous situados a su estribor: el Nabarra y el Donostia. Por el contrario los dos restantes, el Gipuzkoa y el Bizkaya, siguieron el rumbo marcado inicialmente, perdiendo contacto con las otras naves. Hay que tener en cuenta que cualquier tipo de comunicación entre ellos fue imposible debido a la ausencia de luces y silencio de radio impuesto por motivos de seguridad.

A la mañana del día 5, el bou "Gipuzkoa" se encontraba a la altura de Santoña rastreando la zona en busca del resto del convoy sin conseguir su objetivo. El "Bizkaya" hacia lo mismo pero en dirección contraria, es decir desandando el camino.

Cuando el "Gipuzkoa" se dirigía a Bilbao fue avistado por el "Canarias" que abrió fuego contra él destrozando su cañón de popa y el puente, y ocasionándole cinco muertos y numerosos heridos. A pesar del incendio producido a bordo, el bou  respondió valientemente al fuego con su cañón de proa consiguiendo alcanzar al "Canarias" y produciéndole un muerto y un herido. Por fin, el "Gipuzkoa" pudo arribar a Portugalete gracias a las salvas lanzadas contra el crucero por las baterías de Punta Galea y Punta Lucero.

El crucero “Canarias” era en aquella época, la unidad naval española más moderna y potente. Tenía una eslora de 193,84 m. y podía alcanzar la vertiginosa velocidad de 33 nudos.
Contaba con ocho cañones de 203 mm., ocho cañones de 120/45, ocho ametralladoras de 40/70 y doce tubos lanzatorpedos.

Mientras el "Canarias" estaba enzarzado con el "Gipuzkoa", el bou "Bizkaya" había finalizado su  búsqueda y cuando se dirigía a Bilbao se topó inesperadamente con el mercante estonio "Yorkbrook" que poco antes del combate había sido apresado por el "Canarias", pues transportaba un cargamento de armas para la República. Después de arrebatar la valiosa presa al crucero franquista, el "Bizkaya" se dirigió con ella al puerto de Bermeo donde la carga fue desembarcada.

Tras el frustrado hundimiento del "Gipuzkoa" y la perdida del "Yorkbrook", el "Canarias" se alejó de la costa y al poco divisó al resto del convoy al que ahora se habían unido dos pesqueros, el "Pantzeska" y el "Joseba Mikel". El "Canarias" abrió fuego y los bous se aprestaron a la lucha para defender al "Galdames" que al intentar escapar fue alcanzado por una de las salvas del crucero, muriendo nueve personas, entre ellas una mujer y tres niños. El mercante no tuvo más opción que rendirse. 
Los cañones del "Canarias" atacaron al "Donostia" y posteriormente al "Nabarra" cuyo capitán Enrique Moreno Plaza, a pesar de la abrumadora inferioridad de su nave, decidió presentar batalla antes que rendirse.

Durante más de dos horas el bou vasco combatió valientemente hasta ser hundido por la entonces mayor y más moderna unidad naval española.  Para hacernos una idea de la dureza y crueldad del combate creo interesante ilustrarla con algunos párrafos genialmente narrados por José María de Gamboa en su obra “El Combate de Cabo Matxitxako (5-3-1937)

“El singular duelo entre el crucero y el bou entra en su segunda hora. Cada tres minutos retumban broncamente una de las dos piezas de 101 del bacaladero. La situación y acción en el "Nabarra" alcanzan verdaderos paroxismos de violencia. La tripulación y artilleros, en un estado de excitación colectiva, cargan, apuntan, disparan, maniobran... y mueren. La metralla lo acribilla todo. El palo mayor cae. La chimenea, alcanzada varías veces, está destrozada e inclina a estribor.
La pieza de proa tiene dificultades y se bloquea, aunque los artilleros ponen jaboncillo para introducir los proyectiles; hay que esperar varios minutos entre disparos, hasta que se enfríe la recámara y cerrojo”…

“ En pleno combate, bajo la lluvia de metralla, los artilleros y marineros llevan los proyectiles en cajas de proa a popa, fumando sendos cigarros y mirando dónde ponen los pies para evitar hierros torcidos, agujeros y muertos o heridos que yacen en cubierta.
En este universo de metralla, fuego y muerte aparece de vez en cuando Sarasola, animando, empujando y ayudando. Igualmente, cual trágico ángel de misericordia, Sarasola da tiros de gracia a varios mutilados agonizantes que así lo piden. El cañón de popa sigue disparando. Después de una explosión defectuosa el cerrojo de la pieza se abre brutalmente y alcanza de pleno la cara del cabo artillero, quien se desploma con la frente, boca y nariz aplastadas. Sus compañeros empujan su cuerpo a un rincón de la plataforma de tiro y vuelven a servir la pieza como locos enfurecidos.”…

 “Se acerca el fin. Un proyectil del crucero atraviesa cubierta superior, inferior, y estalla en el tubo de alimentación de las calderas y máquina del "Nabarra". En la tremenda explosión interna perecen casi todos los maquinistas, fogoneros y paleros”… 

El bou “Nabarra” , anteriormente llamado “Vendaval” era un bacaladero de vapor y casco de acero. Antes de su incautación por el Gobierno de Euzkadi el 30-10-36, pertenecía a la empresa pasaitarra PYSBE. Su eslora era de 65,40 m. pudiendo alcanzar una velocidad de 11 nudos. Durante la batalla de Matxitxako su armamento estaba compuesto por dos cañones Vickers de 101` 6/50 mm. (uno a proa y otro a popa) ; dos ametralladoras Steyr de 8 mm. y un fusil ametrallador Hotchkiss de 9 mm.
 
           “Aunque el bou va perdiendo lentamente velocidad, la pieza de popa sigue disparando después de la terrible explosión. Moreno y Sarasola comprenden que en breve el "Nabarra" quedará sin maniobra. Estos dos hombres enérgicos y decididos están determinados a que ni ellos ni el "Nabarra" caigan en manos enemigas”…

“Moreno, Sarasola, los oficiales y tripulantes habían sabido siempre que el bou "Nabarra" nunca se rendiría. La idea, compartida por todos, era muy simple: si el bou encontraba un adversario inferior, lo hundía o llevaba a Bilbao; si encontraba un adversario superior, perecería, pero jamás sufriría la humillación de captura. Por eso está todo claro y todos de acuerdo”…

Y efectivamente así sucedió, pues tanto el comandante Enrique Moreno Plaza (30 años), como el primer oficial Ambrosio Sarasola Landa (27 años) prefirieron irse al fondo del mar antes que rendirse y entregar su nave al enemigo. Junto a ellos y otros muchos más, se fueron dos marineros debarras muertos durante el combate, el artillero  Modesto Aspiazu Esnaola, de 23 años, y el fogonero Juan Odriozola Basurto, de 25 años. La lectura de estos párrafos nos da una idea de la dureza del combate en el que fallecieron 29 tripulantes del Bou Nabarra , 5 tripulantes del bou Gipúzkoa , 1 del crucero Canarias y 9 del mercante Galdames.

        Tripulantes del bou "Bizkaya" en el entrepuente, año1937.
Tanto Calderón como el comandante del "Canarias", Salvador Moreno ( los comandantes del "Nabarra" y del "Canarias" se apellidaban Moreno) quedaron impresionados por la osadía y valentía que mostraron los tripulantes del bou vasco durante el combate. Los veinte supervivientes del "Nabarra" fueron recogidos por el "Canarias" recibiendo un trato absolutamente correcto, en algunos momentos incluso amistoso, gracias a Calderón que conocía a alguno de los marineros del "Nabarra".


Años más tarde éste comentaría:”No he conocido hombres más valientes que aquellos. El bou ardía por los cuatro costados. Parecía que no podía quedar nadie vivo a bordo, pero cuando nos acercábamos para el remate nos soltaban otro cañonazo”.


Tras ser llevados a Pasajes, los supervivientes del Nabarra fueron  internados en la cárcel donostiarra de Ondarreta donde fueron juzgados y condenados a muerte. Mientras permanecían en capilla en espera de su ejecución, el destino hizo que Calderón fuese nombrado ayudante naval de Franco en Burgos. Sobra decir que sus gestiones ante el dictador fueron arduas y tenaces hasta tal punto que el Generalísimo le preguntó: “Calderón: ¿ por qué se interesa tanto por estos hombres?”, a lo que el marino debarra respondió: “Mi general, no se puede fusilar a unos valientes como estos”.
Al parecer, a pesar de la implacable dureza del dictador éste debía ser muy sensible, incluso propenso a la emoción ante hechos y narraciones referentes al valor en la lucha o al honor del guerrero.

Cierto día, Calderón recibió una llamada de Franco: "Calderón, sobre el asunto de esos vascos del "Nabarra", vaya a San Sebastián y sáquelos de la cárcel. Quedan libres. Después les invita usted a comer chipirones, por su cuenta, naturalmente. Quiero que luego sea usted su vicecónsul, para que una vez en libertad no les molesten con papeleos, expedientes, etc."

Así lo hizo, pues el 30 de noviembre de 1938, tras sacarlos de la prisión de Ondarreta se fue con algunos de ellos a tomar unos txikitos a la Parte Vieja donostiarra y desde allí a Hondarribia, donde dieron cuenta de unos buenos txipirones, naturalmente pagados por él.

Juan Odriozola Basurto,Fogonero del bou "Nabarra", muerto en combate durante la batalla de Matxitxako, a la edad de 25 años.

Modesto Aspiazu Esnaola,artillero del bou "Nabarra", muerto en combate durante la batalla de Matxitxako, a la edad de 23 años.Además de estos dos jóvenes lallecldos, hubo olros dos miembros de la Armada de Guerra Auxiliar de Euzkadi, naturales de Deba: Javier Andonegui Beristain "Muxu", y su hermano Luciano. El primero, estuvo destinado en los dragaminas D-10 y D-5, el segundo, en el D-3.


La humanitaria labor de Manuel Calderón no terminó con la guerra pues finalizada ésta, como si de un misionero se tratara, se dedicó a recorrer los puertos atlánticos franceses para convencer de su vuelta a casa a los arrantzales exiliados; claro está con todas las garantías. Además en muchas ocasiones, tras el regreso de estos, tuvo que enfrentarse a  numerosos “caciquillos” del bando vencedor (generalmente carlistas, falangistas y “aprovetxategis”) para salvaguardar los bienes y el honor de los retornados. Nada mejor que este fragmento de sus propias memorias para hacernos idea de los valores morales del militar debarra.

“Y, en Francia me metí. Con un coche que me prestó Juan Bautista Pardo, y teniendo por mecánico a Fermin Laintz, sin comisiones ni dietas de ninguna clase, me recorrí, pueblo a pueblo… lugar a lugar, todo el sudoeste de Francia, donde pudiera haber un pescador vasco exiliado. Las anécdotas de ese mes y pico de peregrinar, serían interminables de contar. No cabe la menor duda de que Dios me asistió plenamente, en trances dificilísimos que tuve, hasta alcanzar el éxito más completo.
Docenas de barcos fueron levantados sus embargos y traídos a España… y 713 pescadores de la costa vasca (desde Fuenterrabía a Santurce) pasaron a incorporarse a sus familias, rescatándoles de una penosa emigración a América. Es uno de mis hechos de vida de los que me siento más orgulloso. Enviaba mis listas de nombres al mismísimo Generalísimo, a medida que los iba pasando a España; tomaba su nombre en la frontera para que nada les pasase… Claro es que, luego, yo estaba “al quite” para evitarles la persecución de caciquillos pueblerinos que, sin mi, les hubieran hecho la vida imposible una vez en sus respectivos pueblos.

Al terminar mi misión, fui a darle cuenta al Generalísimo con todo detalle y, parece ser le gustó. Me recorrí la costa vasca española varias veces para evitar venganzas personales contra todos estos individuos, teniendo que actuar algunas de ellas, ya que, como el espíritu español es el de ser más papista que el Papa, a gentes que el propio Generalísimo había perdonado, por haber pertenecido a los rojos, se resistían a hacerlo, un alcaldillo pueblerino, o un jefecillo de la falange, sin otro motivo, las más de las veces, que por ser competidor suyo en el oficio e incluso porque no querían devolverle lo que les pertenecía y se querían apropiar de ello, en la impunidad de creer no volverían más. ¡Ellos que habían sido carlistas toda la vida…! Posiblemente, pero se habían convertido, amparados en nuestra guerra, en unos ladrones o en unos aprovechados”.

A la derecha de la imagen, realizada desde el monte Igeldo, puede apreciarse la cárcel donostiarra de Ondarreta, lugar donde fueron internados, juzgados y condenados a muerte los supervivientes del bou “Nabarra”. Manuel Calderón acudió personalmente a dicha cárcel para rescatar a los que, según él, eran verdaderos héroes.

EL AGRADECIMIENTO DE UN PUEBLO

No quisiera terminar este artículo sin comentar que a pesar del desconocimiento casi absoluto de la existencia de don Manuel Calderón Lopez-Bago en su propio pueblo, Deba, su figura y hechos recibieron en vida el homenaje, el agradecimiento y el cariño de numerosos marineros de toda la costa  vasca. Dos detalles significativos: el primero es que en la década de 1970 Don Manuel contaba con treinta y dos ahijados y ahijadas, hijos de arrantzales vascos. Poca gente puede presumir de haber apadrinado a tantas personas; todo un record Guiness.
El segundo es referente al primer homenaje que en 1976 se tributó frente a Matxitxako a los marinos vascos muertos en el bou Nabarra. Tras el homenaje se levantó un acta con el siguiente texto:   
 "En aguas de Cabo Matxitxako el 5 de marzo de 1976. Reunidos un grupo de vascos a bordo de un pesquero en aguas de Matxitxako, hemos dado a la mar una corona de flores en recuerdo de la Batalla de Cabo Matxitxako y del hundimiento del "Nabarra ". Al conmemorar su 39 aniversario, saludamos a aquellos marinos vascos muertos por su patria así como a los demás partícipes en la gesta. Deseamos igualmente enviar desde estas aguas un afectuoso recuerdo al Contralmirante Don Manuel de Calderón, en agradecimiento por haber salvado las vidas de los supervivientes del "Nabarra", gesto que no quedará olvidado entre los marinos vascos".


Este articulo fue publicado, originalmente, en el ejemplar nº74 de la revista DEBA, en diciembre del año 2009

lunes, 16 de julio de 2012

KIPUTZ
El último descubrimiento de los "arqueo-exploradores" de Munibe





No sabemos si el término "arqueo-exploradores" es el más ortodoxo o correcto para definir a los azkoitiarras Miel Sasieta y Juan Mari Arruabarrena, pero a quienes les conocemos y apreciamos, nos gusta.

Miel Sasieta, con sus setenta y cinco años a sus espaldas, pero con la garra y el espíritu de un joven de veinticinco, tiene el orgullo de ser el descubridor de un centenar de yacimientos prehistóricos, un merecido honor para quien, como él, la arqueología ha sido y es parte de su propio ser.

Juan Mari Arruabarrena, cuarenta y ocho años, es uno de los alumnos aventajados de Miel y codescubridor, junto a su maestro, de yacimientos tan importantes como la cueva de Praileaitz en Deba, una cueva santuario que debido a las características de los materiales hallados en ella, ha sido catalogada por los expertos como “única” en Europa.

            Miel Sasieta observa una costilla de ciervo.
 El buen estado de conservación de huesos como éste,
 con más de 15.000 años, llama nuestra atención.

Aprovechando que ambos se encuentran trabajando en la excavación de la cueva de Kiputz, en Mutriku, nos hemos acercado hasta el lugar para conversar con ellos y de paso, conocer este interesante yacimiento.

Cuando llegamos tan sólo vemos a Miel; el resto del equipo se encuentra trabajando en el interior de la cueva que, para nuestro asombro, al estar excavada verticalmente se asemeja más a una sima.

La excavación la lleva a cabo el grupo Munibe de Azkoitia bajo la dirección del bizkaino Pedro Castaños, un biólogo doctorado en paleontología y especializado en macromamíferos del cuaternario.

El equipo está compuesto por cuatro personas, una de ellas el lekeitiarra Xabier Murelaga, ausente en ese momento.


A los pocos minutos de nuestra llegada, como brotando de la tierra, van apareciendo en la boca de la cueva las cabezas de Castaños y de Juan Mari Arruabarrena.
Tras los primeros saludos, nos percatamos de que las explicaciones dadas por Castaños se están convirtiendo en una maravillosa y amena lección de prehistoria. Nos habla del entorno, de las características y de la cronología del yacimiento:

- Kiputz nunca ha sido una cueva habitada sino una trampa natural donde caían los animales. Los huesos hallados en ella corresponden a una franja que va desde los veinte mil a los catorce mil años.
Durante esa franja de tiempo, tuvo lugar el final de la última glaciación, motivo por el que se explica la existencia de numerosos restos de reno en esta cueva, un animal muy común en zonas con clima ártico. Por aquel entonces, la costa se encontraba una docena de kilómetros más alejada que en la actualidad y lo que hoy es la plataforma marítima continental era por entonces una inmensa pradera en la que pastaban y se movían renos y bisontes.


Castaños, a la derecha, y Sasieta, tras él, muestranlos restos
de prehistóricos micromamíferos. Como dice Sasieta, algunos
de ellos son dientes de “xagus”.

Para que os hagáis una idea de la importancia de este yacimiento, os diré que es el más importante de toda la Península Ibérica en cuanto a huesos de reno. Hemos sacado más de dos mil huesos.


Preguntado sobre la existencia de restos de otros animales, nos dice que además de reno, están sacando numerosos restos de ciervo, de bisonte e incluso una mandíbula de león (Pantera leo).

Y como queriendo completar la información, interviene Miel Sasieta:
“sacamos una cabeza de bisonte preciosa, tenía una envergadura de noventa centímetros. La mandíbula del león tenía dientes de leche, correspondía a un ejemplar joven”.

Nos llama la atención el buen estado de conservación de los huesos. Por su apariencia, pocos dirían que tienen una antigüedad de quince o veinte mil años.

- ¿A qué se debe su buen estado de conservación?, les preguntamos.

- Al ser una zona Kárstica, el subsuelo es muy alcalino, lo que beneficia a la conservación de los huesos.

Mientras charlamos, vemos que Miel pasa su mano sobre la tierra depositada en una criba. Le preguntamos qué es lo que busca en esa tierra, pues los huesos que hemos visto, debido a su gran tamaño, nadie diría que necesitan ser cribados.

- Son restos de micromamíferos, estos se los dejamos a Xabi Murelaga para que los estudie. Es su especialidad.

Cogiendo un pequeño puñado de tierra y seleccionando dos pequeñas piezas, finas y alargadas, nos pregunta:


Juan Mari Arruabarrena escudriña la pared mientras nos indica
 a qué tipo de animal corresponden los huesos que sobresalen.


- ¿Sabéis lo que es esto?, son dientes de "xagus", de xagus prehistóricos.

¡Bueno!, tendréis que ver la cueva, ¿no?.

Miel Sasieta nos invita a descender por la frágil escalera metálica. Muy gustosos, aceptamos la invitación. Son cerca de seis metros en vertical. Al llegar al fondo, Arruabarrena, que nos ha precedido en el descenso, nos indica que tengamos mucho cuidado. El espacio es muy reducido y una pisada fuera de lugar podría causar un desperfecto.

El azkoitiarra nos explica con todo detalle las características y procesos de la excavación. Señalando una parte del suelo,nos dice:

  “La roca nos indica que hemos tocado fondo. Esta es la tercera campaña y aunque es posible que se realice una cuarta y definitiva, nuestra labor aquí está prácticamente finalizada. Ahora llega el estudio de los materiales”.

Nos despedimos de Arruabarrena, que continúa trabajando, y ascendemos hacia el exterior. Fuera, Castaños espera para descender y continuar con su trabajo.
En el exterior prosigue nuestra conversación con Sasieta. Nos percatamos de que con breves y similares intervalos de tiempo se escucha la voz de su discípulo, que desde el fondo le grita: ¡Miel!, ¡tira!.

Sasieta comienza a tirar de la cuerda de la polea, acarreando el cesto que contiene la tierra excavada para tras ser minuciosamente cribada, arrojarla a la escombrera.
Viendo la ingente masa de tierra depositada en el lugar, le preguntamos:

- ¿Cuántas toneladas de tierra calculas que habréis sacado?

- Calculo que unas sesenta o setenta toneladas, cesto a cesto. Y sonriendo prosigue: es un buen ejercicio.

Conscientes del enorme esfuerzo físico y de paciencia que supone dicha labor, le comentamos con sorna: “consuélate pensando que hay gente que paga por ir al gimnasio”.


En primer plano, Miel Sasieta en la boca de la cueva.
Tras él, Pedro Castaños.


¿Cuándo descubristeis la cueva de Kiputz?

- Fue en el año 2002. El entorno, rico en yacimientos, nos decía que las posibilidades de encontrar algo nuevo eran elevadas. Hablamos con los baserritarras de los caseríos cercanos por si conocían la ubicación de alguna cueva o agujero en la zona, algo que nos diese una pista. Nadie conocía más de lo conocido hasta entonces. Rastreamos el terreno palmo a palmo hasta que, entre la maleza, vimos unos pequeños agujeros. Realizamos las catas y aquí estamos. Esta cueva que veis aquí es “Kiputz IX”. Eso quiere decir que es el último yacimiento de una serie de nueve, todos ellos localizados en este mismo lugar.

Al imaginarnos a estos hombres ascendiendo y descendiendo por laderas y barrancos, rastreando entre zarzas y espinos en busca de una pista que les guíe hasta un nuevo objetivo, recordamos la conversación mantenida hace unos meses con el doctor en arqueología Xabier Peñalver. Refiriéndose a ellos comentaba:


“Si no existiesen personas como éstas, tampoco nosotros podríamos trabajar. Ellos son los sabuesos que detectan los yacimientos, realizan las catas preliminares y el informe. Nosotros vamos tras ellos y somos quienes excavamos y realizamos el estudio científico. Lógicamente, son dos procesos complementarios”.

Conscientes de la enorme importancia científica y cultural de yacimientos como éste, le preguntamos si la gente los respeta:

- Sólo te diré que a veces nos han robado hasta las herramientas de trabajo. La gente no es consciente del mal que puede ocasionar.

- ¿Qué me dices de los piratas?

- Esos nunca faltan. Son aficionadillos, buscadores de "tesoros" sin ninguna preparación en esta materia y no tienen ni idea del mal que hacen. Gracias a Dios, la ertzantza de vez en cuando da una ronda para controlar ciertos lugares. La gente debe saber que no se puede excavar así por las buenas. La manipulación sin autorización, la destrucción o la expoliación del patrimonio están severamente penadas por la ley.



      El paleontólogo Pedro Castaños, 
       director de la excavación,
    nos muestra el homoplato de un cérvido
  exhumado pocos minutos antes.
- Tienes setenta y cinco años. ¿Piensas ya en el relevo?

- Llevo en esto cerca de cuarenta años. Hace treinta que introduje a jóvenes como Juan Mari Arruabarrena, Jesús Larrañaga, Jesús Aizpuru, Fernando Garmendia y otros más en este campo, dentro del Grupo Munibe. Entonces eran unos chavales. Algunos han ido abandonando. Ya sabes, el trabajo, la familia... Se necesita tener mucha afición y amor por la prehistoria. Eso conlleva el tener que sacrificar muchas cosas. 

En cuanto a si pienso jubilarme del tema, te diré que sí, pero cuando tenga ciento cincuenta años. Todavía quedan muchas cosas por ser descubiertas. En cuanto a si pienso jubilarme del tema, te diré que sí, pero cuando tenga ciento cincuenta años. Todavía quedan muchas cosas por ser descubiertas.

Sabemos que es cierto lo que nos dice, pues conocemos cuál es la espina que el veterano “arqueoexplorador” tiene clavada en lo más profundo de sus entrañas. Sabemos que el viejo zorro y su sombra Arruabarrena no van a parar hasta descubrir lo que llevan buscado desde hace muchos años.

Ello nos lleva a formularle la siguiente pregunta:

- En cuevas de diferentes cuencas de Gipuzkoa y en alguna de Bizkaia se han descubierto pinturas rupestres. ¿Cómo se explica que en la cuenca del Deba, siendo ésta la que más yacimientos posee, no haya aparecido una sola cueva con pinturas?

Haciendo un gesto muy ilustrativo con su cabeza y entornando sus ojos como deseando hallar la ubicación del arca perdida o de las minas del rey Salomón, nos responde:

- Algo me dice que no muy lejos de aquí, sellado por la tierra, tiene que haber no uno, sino varios Ekain.

Sonreímos mientras pensamos de nuevo en su espina. Sabemos que el de Azkoitia y sus muchachos no van a parar hasta conseguirlo.

Va cayendo la tarde. Nos despedimos de Miel, y asomándonos a la boca de la cueva hacemos lo propio con Castaños y Arruabarrena. Cuando nos disponemos a partir, escuchamos una estruendosa voz que procedente del fondo de la cueva nos grita:

- ¡ No se os olvide escribir en el artículo que no tengo forma de quitarme a ése de encima!

Es la voz de Arruabarrena refiriéndose a su maestro, Miel. Tras la carcajada general, nos comprometemos a hacerlo. Cuando vamos a comenzar la ascensión hasta el lugar donde hemos aparcado nuestro vehículo, Miel Sasieta nos pide que le hagamos el favor de acarrear varias bolsas hasta los suyos. Son los huesos unos maravillosos y merecidos trofeos que, con una antigüedad de hasta veinte mil años, representan una valiosa reliquia del remoto pasado de Euskal Herria.