EL CREDITÓN OTEIZIANO
AMIGOS
SÍ, PERO…
EPÍSTOLAS
ENTRE UN ARTISTA Y UN DIRECTOR BANCARIO
Hace unos meses recibimos en Kultur Elkartea de Deba una
solicitud de ARTIUM, Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco. El museo
gasteiztarra nos informaba de que pretendían realizar una exposición bajo el
título “Un sitio para pensar. Escuelas y prácticas educativas experimentales de
arte en el País Vasco, 1957-1979”. Solicitaban nuestra colaboración.
La exposición estaba programada para realizarse entre el
21 de enero y el 12 de junio de 2022. Cuando sea publicado
este artículo estará a punto de ser inaugurada.
Para explicarnos los pormenores del proyecto vinieron a
Deba los tres comisarios de la programada exposición: Mikel Onandia, Rocio
Robles Tardío y Sergio Rubira. En la entrevista también estuvo presente Jose
Mari Larramendi, exdirector de la oteiziana escuela experimental de arte de Deba.
Posteriormente tuvimos otra entrevista, esta vez con
Mikel Onandia, en la que revisamos el material existente en nuestro archivo
sobre la histórica Escuela de Arte Experimental Vasco, creada en Deba por Jorge
de Oteiza en 1970.
Seleccionamos fotografías, recortes de prensa y algún que
otro documento de aquella época. En una posterior visita de Mikel Onandia
acompañe a éste al claustro de la iglesia de Deba para que viese los moldes de
cera basadas en las maquetas de los apóstoles de Arantzazu realizados por Oteiza. Eran piezas
que también merecían ser expuestas.
En realidad, según palabras de Jose Mari Larramendi, exdirector de la escuela de arte debarra, aquellos moldes de cera fueron
realizados por los alumnos del centro, sin el conocimiento de Oteiza, para realizar unas esculturas de bronce con
cuya venta pensaban podría seguir financiándose el centro artístico y a la vez
poder llenar y alimentar sus afligidos estómagos. La escuela tenía
serios problemas de financiación y aquello podía ayudar. Cuenta Larramendi que
cuando le dijeron a Oteiza lo que habían hecho, por supuesto sin su permiso, al
de Orio le pareció una idea genial. Seguramente se sintió halagado por la
iniciativa de los jóvenes.
Pero centrándome ya en el tema del titular de este
artículo, diré que revisando documentos de aquellos años me detuve en una serie
de hojas grapadas de las que dos llamaron poderosamente mi atención. La primera
era una carta mecanografiada de Oteiza fechada el 27 de abril de 1970 en Irún,
en la Avenida de Francia, 33, lugar donde
por entonces residía con su esposa Itziar. Dicha carta iba dirigida “ Al Sr.
Director de Induban. Banco de Financiación Industrial. San Sebastián”, una
entidad filial del Banco de Vizcaya.
El texto comenzaba con estas palabras: “Sr Alberto Abad y
distinguido amigo. me permito solicitar a INDUBAN (de acuerdo a nuestra primera
conversación ayer) un FONDO ECONOMICO que obedece a un propósito que resumiré
brevísimamente en 2 partes (Propósito 1 y Propósito 2) y que espero merezcan la
atención de su distinguido equipo directivo”.
Lo de “FONDO ECONÓMICO” queda claro que era un eufemismo
utilizado por el artista para referirse a un simple creditón. Pero antes de
nada y por si al avispado bancario se le ocurría sugerirle que vendiese parte
de su obra para financiarse, Oteiza deja
claro que desea donar al País
Vasco toda su obra experimental de escultura y demás legado, el cual irá a parar
a un centro al que él llama “
LABORATORIO ACTIVO MODELO para el trabajo, información y proyectos de un
escultor actual”.
En cuanto a los dos propósitos o finalidad del crédito,
el primero de ellos iba dirigido a la compra de una casa con jardín destinada a
vivienda suya y de su esposa, así como residencia y lugar de trabajo de dos o
tres colaboradores suyos. Oteiza no especifica la cantidad económica necesaria
para satisfacer este primer propósito.
El segundo propósito del crédito es la compra de un horno
de fundición industrial para la escuela de Deba, ya que según palabras suyas los
escultores vascos se ven obligados a fundir en Madrid, donde según él lo hacen
mal y tarde. Asimismo comenta que hace
tiempo quiso crear, junto al escultor Berrocal como socio (Miguel Ortiz
Berrocal), una fundición internacional en Vitoria donde ambos pensaban
instalarse. Comenta que en Deba, junto a su ayudante y colaborador Koldo Azpiazu está “ tratando de montar unos talleres de arte con
la fundición artística como núcleo
industrial”. El importe solicitado para satisfacer este propósito, el comentado
horno de fundición, es de dos millones de pesetas . Deja claro que de los dos
propósitos, el más urgente es el segundo, es decir, el del horno.
La
respuesta del banco.
La carta con la respuesta de INDUBAN a la solicitud de
crédito de Oteiza está fechada en San Sebastián el 25 de mayo de 1970, casi un
mes después de la solicitud. La carta demuestra que los bancos y sus directivos
no han cambiado a pesar del tiempo transcurrido: la pasta es la pasta o dicho en inglés “business are business”.
Tras un cariñoso “Mi querido amigo” el director de la
sucursal donostiarra de INDUBAN (Alberto Abad) comienza su carta exponiendo al
artista que su solicitud de crédito será estudiada como una más de las
presentadas por el resto de clientes. Eso sí, deja claro que el banco tiene que
tener perfecta garantía de la rentabilidad del crédito y del patrimonio de las
personas que estén dispuestas a garantizar el mismo. Esto por si Jorge no se ha
enterado. Lo de siempre.
Y para que todo quede claro el “amigo” le detalla cuatro
puntos bien numerados que son condición
indispensable para que la entidad
bancaria comience a estudiar el asunto.
El primero de ellos, el más “light”, requiere información
sobre el personal del taller de fundición , cualificación de éste, etc. etc.
etc.
En el segundo se le solicita información sobre la
inversión prevista, forma de pago prevista para dicha inversión, etc. etc. etc.
En el tercero se le pide un análisis de la previsible
cuenta de explotación, con detalles tan concretos como el de las piezas que se
prevé serán fundidas diariamente, así como una previsión de las ventas durante
los próximos 24 meses y otros detalles como la política o actividad comercial
del futuro taller de fundición.
Para finalizar, en el cuarto punto se encuentra la “madre
del cordero”, la esencia del porqué de la banca y su negocio: “Descripción
de los bienes y valoración de los mismos de Don Jorge de Oteiza. Idem de los
posibles garantes, señalándonos, de cada uno de ellos, nombre y Bancos con los
que actualmente trabajan”.
La carta finaliza con el mismo “cariño” con la que ha
comenzado:
“En espera de sus noticias, reciba un fuerte abrazo de su
amigo,
Alberto Abad “.
Al escribir este artículo no puedo dejar de sonreír
pensando en la cara que pondría el amigo Oteiza al leer la respuesta del banco
a su solicitud; me lo imagino echando sapos y culebras y maldiciendo a todo el
gremio bancario. Un verdadero artista, como Jorge, no estaba hecho para templar ese tipo de
gaitas.
¿Qué
cómo acabó la historia del creditón? Pues simplemente en agua de
borrajas. El crédito no prosperó; eso sí, el horno llegó a la escuela pero a
través de otras vías.
Para saborear con más detalle ambas crediticias
epístolas, adjunto las dos cartas; la del artista y la del director de INDUBAN.
EPÍSTOLAS ENTRE UN ARTISTA Y UN DIRECTOR BANCARIO
La exposición estaba programada para realizarse entre el
21 de enero y el 12 de junio de 2022. Cuando sea publicado
este artículo estará a punto de ser inaugurada.
Para explicarnos los pormenores del proyecto vinieron a
Deba los tres comisarios de la programada exposición: Mikel Onandia, Rocio
Robles Tardío y Sergio Rubira. En la entrevista también estuvo presente Jose
Mari Larramendi, exdirector de la oteiziana escuela experimental de arte de Deba.
Posteriormente tuvimos otra entrevista, esta vez con
Mikel Onandia, en la que revisamos el material existente en nuestro archivo
sobre la histórica Escuela de Arte Experimental Vasco, creada en Deba por Jorge
de Oteiza en 1970.
Seleccionamos fotografías, recortes de prensa y algún que
otro documento de aquella época. En una posterior visita de Mikel Onandia
acompañe a éste al claustro de la iglesia de Deba para que viese los moldes de
cera basadas en las maquetas de los apóstoles de Arantzazu realizados por Oteiza. Eran piezas
que también merecían ser expuestas.
En realidad, según palabras de Jose Mari Larramendi, exdirector de la escuela de arte debarra, aquellos moldes de cera fueron
realizados por los alumnos del centro, sin el conocimiento de Oteiza, para realizar unas esculturas de bronce con
cuya venta pensaban podría seguir financiándose el centro artístico y a la vez
poder llenar y alimentar sus afligidos estómagos. La escuela tenía
serios problemas de financiación y aquello podía ayudar. Cuenta Larramendi que
cuando le dijeron a Oteiza lo que habían hecho, por supuesto sin su permiso, al
de Orio le pareció una idea genial. Seguramente se sintió halagado por la
iniciativa de los jóvenes.
Pero centrándome ya en el tema del titular de este artículo, diré que revisando documentos de aquellos años me detuve en una serie de hojas grapadas de las que dos llamaron poderosamente mi atención. La primera era una carta mecanografiada de Oteiza fechada el 27 de abril de 1970 en Irún, en la Avenida de Francia, 33, lugar donde por entonces residía con su esposa Itziar. Dicha carta iba dirigida “ Al Sr. Director de Induban. Banco de Financiación Industrial. San Sebastián”, una entidad filial del Banco de Vizcaya.
El texto comenzaba con estas palabras: “Sr Alberto Abad y
distinguido amigo. me permito solicitar a INDUBAN (de acuerdo a nuestra primera
conversación ayer) un FONDO ECONOMICO que obedece a un propósito que resumiré
brevísimamente en 2 partes (Propósito 1 y Propósito 2) y que espero merezcan la
atención de su distinguido equipo directivo”.
Lo de “FONDO ECONÓMICO” queda claro que era un eufemismo
utilizado por el artista para referirse a un simple creditón. Pero antes de
nada y por si al avispado bancario se le ocurría sugerirle que vendiese parte
de su obra para financiarse, Oteiza deja
claro que desea donar al País
Vasco toda su obra experimental de escultura y demás legado, el cual irá a parar
a un centro al que él llama “
LABORATORIO ACTIVO MODELO para el trabajo, información y proyectos de un
escultor actual”.
En cuanto a los dos propósitos o finalidad del crédito,
el primero de ellos iba dirigido a la compra de una casa con jardín destinada a
vivienda suya y de su esposa, así como residencia y lugar de trabajo de dos o
tres colaboradores suyos. Oteiza no especifica la cantidad económica necesaria
para satisfacer este primer propósito.
El segundo propósito del crédito es la compra de un horno
de fundición industrial para la escuela de Deba, ya que según palabras suyas los
escultores vascos se ven obligados a fundir en Madrid, donde según él lo hacen
mal y tarde. Asimismo comenta que hace
tiempo quiso crear, junto al escultor Berrocal como socio (Miguel Ortiz
Berrocal), una fundición internacional en Vitoria donde ambos pensaban
instalarse. Comenta que en Deba, junto a su ayudante y colaborador Koldo Azpiazu está “ tratando de montar unos talleres de arte con
la fundición artística como núcleo
industrial”. El importe solicitado para satisfacer este propósito, el comentado
horno de fundición, es de dos millones de pesetas . Deja claro que de los dos
propósitos, el más urgente es el segundo, es decir, el del horno.
La respuesta del banco.
La carta con la respuesta de INDUBAN a la solicitud de
crédito de Oteiza está fechada en San Sebastián el 25 de mayo de 1970, casi un
mes después de la solicitud. La carta demuestra que los bancos y sus directivos
no han cambiado a pesar del tiempo transcurrido: la pasta es la pasta o dicho en inglés “business are business”.
Tras un cariñoso “Mi querido amigo” el director de la
sucursal donostiarra de INDUBAN (Alberto Abad) comienza su carta exponiendo al
artista que su solicitud de crédito será estudiada como una más de las
presentadas por el resto de clientes. Eso sí, deja claro que el banco tiene que
tener perfecta garantía de la rentabilidad del crédito y del patrimonio de las
personas que estén dispuestas a garantizar el mismo. Esto por si Jorge no se ha
enterado. Lo de siempre.
Y para que todo quede claro el “amigo” le detalla cuatro
puntos bien numerados que son condición
indispensable para que la entidad
bancaria comience a estudiar el asunto.
El primero de ellos, el más “light”, requiere información
sobre el personal del taller de fundición , cualificación de éste, etc. etc.
etc.
En el segundo se le solicita información sobre la
inversión prevista, forma de pago prevista para dicha inversión, etc. etc. etc.
En el tercero se le pide un análisis de la previsible
cuenta de explotación, con detalles tan concretos como el de las piezas que se
prevé serán fundidas diariamente, así como una previsión de las ventas durante
los próximos 24 meses y otros detalles como la política o actividad comercial
del futuro taller de fundición.
Para finalizar, en el cuarto punto se encuentra la “madre
del cordero”, la esencia del porqué de la banca y su negocio: “Descripción
de los bienes y valoración de los mismos de Don Jorge de Oteiza. Idem de los
posibles garantes, señalándonos, de cada uno de ellos, nombre y Bancos con los
que actualmente trabajan”.
La carta finaliza con el mismo “cariño” con la que ha
comenzado:
“En espera de sus noticias, reciba un fuerte abrazo de su
amigo,
Alberto Abad “.
Al escribir este artículo no puedo dejar de sonreír
pensando en la cara que pondría el amigo Oteiza al leer la respuesta del banco
a su solicitud; me lo imagino echando sapos y culebras y maldiciendo a todo el
gremio bancario. Un verdadero artista, como Jorge, no estaba hecho para templar ese tipo de
gaitas.
¿Qué
cómo acabó la historia del creditón? Pues simplemente en agua de
borrajas. El crédito no prosperó; eso sí, el horno llegó a la escuela pero a
través de otras vías.
Para saborear con más detalle ambas crediticias
epístolas, adjunto las dos cartas; la del artista y la del director de INDUBAN.