jueves, 26 de julio de 2012

TEXTO, ÉTICA Y ESTÉTICA EN LA COMUNICACIÓN


El primer medio utilizado en la comunicación entre personas fue la mímica, y el segundo la voz, la voz “a pelo”. De esto hace ya unos cuantos cientos de miles de años.

El lenguaje escrito tiene el honor de ocupar el tercer puesto en el ranking cronológico comunicativo.

Ha transcurrido ya mucho tiempo desde que el primitivo sistema de escritura cuneiforme fuese el medio ideal para informar, legislar, enseñar, legar, testar y mercadear.

Es aquí, a “mercadear”, donde pretendo ir a parar.

Me divierto imaginando el mercado de Babilonia con sus puestos de venta alineados, todos ellos con sus correspondientes reclamos publicitarios en escritura cuneiforme:

– “Auténtico apio de la ribera del Eufrates: a 1 nabuco el manojo”.

– “Lentejas de la ribera del Tigris” con Denominación de Origen:
a 2 nabucos”.

¡Qué mensajes tan sencillos, pero qué frescos!

Me da la impresión de que con tanta globalización, desarrollismo, consumismo y algún otro “ismo” que prefiero no pronunciar, comenzamos a perder el norte de quiénes somos y a dónde vamos.

La clave para una comunicación perfecta es sencilla, tan sencilla
como la pronunciación de 2 palabras: ética y estética.

A uno que come del negocio del marketing se le pone el pelo tieso de ver lo que algunos colegas nos muestran, demasiado a menudo, en los medios de comunicación más diversos. Todo ello es el resultado de las nuevas tendencias comunicativas que, mira por donde, desde hace años siempre llegan desde el mismo sitio.

Parece que todo vale para conseguir los objetivos de ventas, aunque
sea a costa de echar mano de la vulgaridad, la agresividad, el mal
gusto, la cacofonía, el “bodrioguión” y el texto a lo “Harlem” o “Txeli”.

En comunicación, el fin tampoco justifica los medios, máxime en un
momento en el que se constata un descenso en el nivel cultural, hecho en el que también tiene algo que ver la forma de transmitir los mensajes.

¿Será que me estoy haciendo viejo y estoy fuera de onda?

- No, no puede ser. Me reafirmo en lo dicho.

Recuerdo con añoranza aquel anuncio del elaborador navarro de jamones. Aquéllos sí que eran anuncios. Aquello era creatividad, espontaneidad, frescura, ética y estética, y encima llegaba:


“Jamonicos Tudelilla”
¡Dios! ¡Qué jamón!

Este artículo fue publicado, originalmente, en el Nº 6 de la revista AsmatuXX1, en el año 2006.

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