miércoles, 1 de agosto de 2012

CUANDO EL PALACIO DE AGUIRRE FUE CUARTEL REAL DE CARLOS VII

Cuando el Palacio de Aguirre fue Cuartel Real de Carlos VII

El reencuentro

La fotografía del palacio de Aguirre data de principios del s.XX La instantanea fue realizada desde el puente sobre el río Deba, lugar por donde en enero de 1875 entró Carlos VII en la villa guipuzcoana.

En agosto de 2010 publicaba un breve artículo en la revista cultural DEBA con el título Carlos VII y el "Manifiesto de Deva". En él hacía referencia al manifiesto que el pretendiente al trono español, Carlos María de Borbón y Austria-Este (Carlos VII), redactaba en Deba el 6 de enero de 1875, en plena Guerra Carlista. En el artículo barajaba varias hipótesis sobre cuál pudo ser el edificio en el que Carlos VII firmó el regio documento, edificio al que don Carlos se refería como "mi Cuartel Real en Deva".
En fechas aún recientes, Roque Aldabaldetrecu me proporcionaba un interesante dato, fruto de sus investigaciones en el archivo histórico de Deba. Se trataba de parte de un acta municipal fechada en enero de 1875, tras la estancia de Carlos VII, en lo que el acta de la corporación debarra denominaba "el Palacio", y que debido a su interés transcribo en parte:

"Acto seguido se dio lectura a la instancia y cuentras producidas por Agustín Esnaola, encargado de vigilar el Palacio que sirvió de morada a S.M. el Rey (q.D.g.) durante su residencia en esta villa los días cinco, seis y siete de Enero último.

Encomienda que en las cuentas particulares que a consecuencia de los gastos ocurridos por la residencia del Rey en esta villa se han presentado a V.I. en el día de la fecha, aparece una consignada con numero 14 en la que espresan los perjuicios o perdidas de varios objetos, cuyo justiprecio no hace el exponente por preferír el que le provea por V.I. de otros iguales a fe de que pueda cubrir el inventario de la casa y no hallarse con defecto alguno. El exponente debe llamar la atención de V.I. por el costoso trabajo que con otros doce se ha soportado, sin descanso ni de día ni de noche, ya vigilando la morada Real ya atendiendo y cuidando no se extravie objeto alguno de la casa, cosa que afortunadamente no ha tenido lugar..."

Retrato fotográfico de Carlos VII, probablemente realizado durante la última Guerra Carlista.

En efecto, el acta del consistorio debarra confirmaba la estancia de Don Carlos en "el Palacio", pero persistía la duda sobre cuál fue el edificio que albergó al pretendiente y su comitiva. Cabía la posibilidad de que pudiera tratarse de la casa-palacio del general Francisco de Lersundi, Presidente del Consejo de Ministros durante el reinado de Isabel II.

La incógnita, quedó despejada tras peinar las noticias correspondientes al mes de enero de 1875 en el "Diario de San Sebastián: Periódico de Noticias". A través de ellas pude comprobar no sólo que Don Carlos se encontraba en Deba, sino también cuál fue su Cuartel Real.

El día 19 de enero de 1875, este diario ofrecía en sus páginas 3 y 4 la siguiente noticia, en la que se detallaba la estancia de Carlos VII en el palacio del señor Leopoldo Cueto, marqués de Valmar (Palacio Aguirre):

"Una carta de Vergara da los siguientes pormenores acerca de la estancia en Deva del Pretendiente:

Acaso á consecuencia de los disturbios aquí ocurridos, resolvió D. Cárlos ir á pasar algunos dias á Deva. Por casualidad me encontraba yo, el 5, en dicha villa, cuando por la tarde llegó D. Cárlos con su comitiva. Venía de Lequeitio. En el puente habían levantado un arco verdaderamente rústico. Las muchachas le recibieron con panderetas, y con pito y tamboril, diciendole que no podian recibirle de mejor manera, porque los ricos estaban emigrados; á lo que el contestó que ya sabía que la gente principal del pueblo no era afecta a su causa. Los que conversaron con el Pretendiente cuentan que se mostraba mas afable que antes, y que cuando hablaron del nuevo aspecto que podía tomar la guerra con el advenimiento al trono de Alfonso XII, se limitó a decir:
"Será lo que Dios quiera."

Como la mejor casa de Deva es el antiguo palacio de D. Fernando de Aguirre, secretario de Felipe II, hoy propiedad de nuestro amigo el Sr. de Cueto, don Cárlos se hospedó en él, sin mas autorización que su propia voluntad.

Se quitaron las cubiertas á los cuadros, arañas, estatuas y jarrones del gran salon tallado y de los gabinetes y galerias.

Hizo preparar para sí y su séquito catorce camas. Escogió para dormitorio un cuarto con chimenea junto a la biblioteca, y se sirvió sin escrúpulo de la rica vajilla y elegante cristal artístico de Bohemia que allí tienen los señores de Cueto.

El día 6 hubo besamanos en el gran salón, y allí firmó el manifiesto que acaba de publicar.

Varias personas del pueblo recordaron que en el año 1866 fueron recibidos en aquel palacio con grande alegría de sus dueños y de toda la villa, los reyes de España, el príncipe Alfonso, todavía niño, y la elegante y simpática infanta doña Isabel, hoy condesa viuda de Girgenti.

¡Estrañas vicisitudes de los tiempos agitados que vivimos!"
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EL REENCUENTRO

Villa Borbone, Viareggio (Italia). Fue en esta "Tenuta Reale" donde Carlos VII se retiró con su familia tras la derrota en la última Guerra Carlista.

Han transcurrido muchos, muchos años. Tenía yo catorce cuando el verano de 1967, acompañado de mi padre, acudí por primera vez a pasar el mes de agosto en la antigua Tenuta Reale que las archiduquesas Inmaculata y Mª Dolores de Habsburgo y Borbón poseían en la localidad italiana de Viareggio.

Las dos nobles hermanas eran nietas de Don Carlos de Borbón (Carlos VII) y de Margarita de Borbón y Parma. Fue precisamente en dicho palacio, propiedad de la esposa de Don Carlos, donde el monarca residió tras su derrota en la última guerra carlista.

Recuerdo que durante aquel mes tuve el privilegio de dormir en la cama de la guillotinada emperatriz María Antonieta, esposa de Luis XVI de Francia, dato que a menudo me recordaba la ya anciana archiduquesa Inmaculata. Y yo, con la desfachatez y el atrevimiento de mis catorce años, respondía que confiaba en no acabar mis días como la desgraciada soberana.

Aún recuerdo el maravilloso óleo de gran formato que colgaba en la pared de una de sus estancias. Representaba la entrada de las tropas de Carlos VII en Azpeitia, una obra maestra por la que cualquier azpeitiarra, carlista o republicano, se hubiese dejado amputar un brazo y parte del otro.

Pero lo que más me fascinaba de la real residencia de Don Carlos eran su cama y su taza de water. La primera, de descomunales medidas; la segunda, una verdadera joya de cerámica policromada expresamente elaborada para servir de alivio a un estómago real.

No pude resistirme a probar la cama sobre la que me dí el gusto de sestear una de aquellas calurosas tardes del verano toscano. La taza del water fue respetada; no me sentí digno de mancillar aquella maravilla cuya artística decoración de rosas la convertía en una pieza digna de museo. Fue un verano en el que entre aquellos muros tuve la sensación de estar continua y estrechamente observado por el fantasma del soberano carlista.

Ha pasado mucho tiempo, y pocos días antes de la inauguración del palacio de Aguirre, tuve la oportunidad de recorrer las estancias del remozado edificio. Por cuestiones prácticas ya no era lo que había sido antaño. A pesar de todo, al entrar en el salón de los espejos, y mientras admiraba su magnífico artesonado, recordé que fue en aquella sala donde tuvo lugar el acto del besamanos y la recepción de Carlos VII a los vecinos de Deba.

Y allí, en pleno silencio, tras cerca de 45 años, tuve de nuevo la sensación de ser observado por el fantasma de un señor con barbas y boina roja. Fue como mi reencuentro personal con Don Carlos, pero esta vez en Deba.

En la estancia más noble del Palacio de Aguirre, conocida como "salón de los espejos", Carlos VII recibió al pueblo de Deba y firmó el 6 de enero de 1875 el documento que ha pasado a la historia como "Manifiesto de Deva".

Este artículo fue publicado, originalmente, en el programa de fiestas de Deba, en el año 2011.

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