JAVIER BERASALUCE
MEMORIAS DE LA MODESTIA Y DE LA AMISTAD
¡Ay Señor! ¡Cómo han cambiado los tiempos!
Javier Berasaluce en su época de portero del Real Madrid. |
Hace unos días leía el titular de la noticia de un diario
deportivo:
“Así es la millonaria colección de coches de
Cristiano Ronaldo”. El subtítulo aclaraba que el
futbolista portugués, "ex" del Real Madrid, tiene un garaje de lujo: Rolls-Royce,
Maserati, Porsche, Ferrari, Lamborghini, Bugatti y más, mucho más.
Inmediatamente recordé las memorias, creo yo que aún inéditas, de Javier Berasaluce que hace
ya unos meses tuve el privilegio de leer. Entre otras aventuras y desventuras,
el debarra recordaba la época de cuando, como portero, formaba parte de la
plantilla del Real Madrid.
Por si alguien lo desconoce, creo necesario comentar que con aquel equipo
en el que Javier tenía como compañeros a Juanito Alonso, Alfredo Di Stéfano,
Paco Gento, Luis Molowny, Rial, Pérez-Payá, Zárraga, Muñoz, Marquitos, Kopa o
Puskas, el Real Madrid ganó cinco veces consecutivas la Copa de Europa. Todo un
equipazo que batió un récord aún no superado.
Copa de Europa, año 1956. Partido contra el Rapid de Viena. |
Tras leer las interesantes memorias, le comenté a su hijo Willy que me
habían encantado; más que nada porque eran un reflejo de la sencillez de
tiempos pasados, de una época en la que las personas, aunque fuesen figuras del
futbol, eran ante todo personas y no, como a menudo hoy día sucede, ídolos con
pies de barro, con mucho maquillaje por fuera y poca sesera por dentro.
Me encantaron porque representaban todo un canto a la sencillez, a la
modestia y a la amistad. Toda una lección para muchos de los actuales
futbolistas. De ellas entresaco algunos párrafos:
“Coincidió
que cerca de nuestra casa, vivía Molowny, jugador canario que hacía años que
pertenecía al Real Madrid. Jugador que se hacía querer por todos los compañeros
por su carácter y al que la afición le llamaba “el mangas” porque cuando
jugaba, nunca se remangaba y tenía siempre las mangas de su camiseta al aire.
Entre nosotros era más bien conocido como el “Marqués de Chamartín” porque
considerábamos que vivía muy bien.
Como
digo, vivía muy cerca de (la calle) Ibiza y encerraba su coche en un garaje contiguo a nuestra vivienda.
Hice mucha amistad con él y terminó siendo un buen amigo. Con ese hablar
característico de los canarios era de lo más agradable escucharle. Tenía un
coche Renault 4/4 y siempre me daba buenos consejos que aún los recuerdo, me decía:
-En esta vida hay que ser muy modesto,
no presumir de nada y sobre todo ser buena persona.
Él desde luego lo era. Así íbamos todos los
días a entrenar. Como digo, tenía un coche modesto pudiendo tener uno de más
cilindrada como tenían otros jugadores. (Aunque en aquella época tener un
Renault 4/4 se consideraba todo un lujo)”.
Conviene aclarar que al mencionar al Renault “4/4” no se
refiere a un 4 x 4 sino a un pequeño coche de bajo precio así popularmente
conocido por tener cuatro plazas, cuatro puertas y cuatro caballos fiscales.
Leyendo las memorias se ve que el gran portero debarra
fue un buen compañero. Se ve cuando se refiere a su gran amigo y rival
deportivo, el también portero Juanito Alonso con el que tenía que luchar a
diario para disputar el primer puesto en la portería.
“
Era una situación diríamos, que muy bonita, pues si bien luchábamos por el
puesto de portero, teníamos una amistad noble y sincera”. “Casi siempre, una
vez terminado el entrenamiento oficial y cuando todos los demás jugadores se
marchaban a la caseta, quedábamos los dos en el campo jugándonos los “blancos”
del aperitivo en las distintas pruebas que nos inventábamos”.
Recuerdo que hace unos años hablando por teléfono con
Javier, él mencionaba a Juanito Alonso durante nuestra conversación; y recuerdo
también que al mencionarle le nombraba como “el pobre Juanito”, pues éste ya
había muerto. Sus palabras denotaban la pena por la ausencia definitiva de su
gran amigo.
Javier en uno de sus entrenamientos con el Real Madrid. |
Llegados a este punto no quisiera pasar por alto la
graciosa historia que nos narra Javier de cuando acompañado por su inseparable
amigo, el hondarribitarra Juanito Alonso, se hizo con su primer automóvil;
naturalmente un cuatro-cuatro:
Un día y cuando, por fin, marchábamos a la
caseta a ducharnos, me dice:
-Javier, ¿quieres un coche?
Sin
pensarlo dos veces le contesté afirmativamente. (En aquella época tener un
coche era dificilísimo, pues a pesar de que se fabricaban los Renault 4/4 en Valladolid,
no había manera de hacerse con uno si no era con una fuerte recomendación).
Mañana vamos a ir donde el director de Moneda extranjera del Banco de España en
la calle Alcalá y te lo proporciona.
Fuimos
al día siguiente al despacho de este señor y al vernos entrar nos pregunta:
-Vamos
a ver, ¿qué es lo que quieren los dos porteritos del Real Madrid?
Va Juanito y dice:
- Aquí
mi amigo Javier que quiere un coche- y
nos contesta:
- El
domingo jugáis en Bilbao, ¿verdad?, pues a ver si ganáis, y tú Javier, haz un
ingreso de 74.100 Ptas en el Banco de Santander y la semana que viene tendrás
el coche.
El primer coche de Javier, el famoso cuatro-cuatro. |
UN
MODESTO REGALO
Al referirse a sus viajes por Europa cuando acudían a
jugar algún partido con un equipo extranjero, Javier refiere que los clubes
solían hacerles una recepción en la que se hacían un intercambio de regalos y los
presidentes de ambos clubes daban un discurso.
Los regalos de entonces eran muy modestos y consistían en
cosas tan sencillas como una manta, un cenicero, un juego de vasos o un
despertador. Precisamente fue un despertador lo que recibió cada uno de los
jugadores merengues en su visita a la ciudad inglesa de Manchester.
Refiriéndose a aquel despertador nos
dice:
Resulta
que nos entregaron al final de la cena homenaje y un momento antes de que
empezaran los consabidos discursos habituales. El que más y el que menos ya
empezamos a enredar con el reloj que habíamos recibido como obsequio, en el preciso
momento que tomó la palabra nuestro presidente D. Santiago Bernabéu.
Pérez
Paya, que mientras disertaba el presidente seguía enredando con él, se llevó la
gran sorpresa cuando le empezó a sonar el timbre de la alarma y debido al
estado de nervios que le entró, no acertaba a pararlo hasta que el reloj
desarrolló todo el muelle de la sonería. El “cachondeo” fue general de todos
los demás compañeros de equipo y la mirada que le dirigió D. Santiago fue todo
un “poema”, pero por fin éste pudo terminar su discurso y el asunto no pasó a
mayores.
UN
ORIGINAL GRITO DE GUERRA
Una de las anécdotas más divertidas recogidas en las
memorias de Javier es la sucedida al final de un partido jugado y ganado en
Alemania contra el potente Hamburgo. Había finalizado el primer tiempo y el
Real Madrid perdía 1-0. Pero durante la segunda parte el equipo madrileño dio
la vuelta al partido, que terminó con el resultado de 1-5.
Así nos refiere el ex-portero del Real Madrid lo sucedido
tras la victoria en el campo alemán:
“En
el Real Madrid de mi época nunca dispusimos de uniforme ni tan siquiera de un
grito de “guerra” de los que tanto prodigaban los equipos a los que nos
enfrentábamos, por eso nos extrañó sobremanera, cuando al terminar el partido,
Di Stéfano nos llamó para que acudiéramos al círculo central del campo. Una vez
allí nos pidió que nos pusiéramos abrazados en círculo y con las cabezas bajas,
porque íbamos a dedicarles a la afición (se entiende que a la
alemana) nuestro grito de “guerra”. Ya he
dicho que nunca habíamos tenido una cosa semejante y no entendíamos muy bien
qué es lo que quería hacer, hasta que de pronto soltó:
¡
Por todos los h… de p… que han
colaborado para que hoy cobremos la prima… Ra- Ra- Ra !
Estas son tan solo algunas anécdotas de la vida deportiva
de nuestro amigo Javier, hechos sencillos y humanos; memorias escritas que
traen a nuestra mente la letra de aquella canción de Joan Manuel Serrat:
Son aquellas
pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
en
un papel
o
en un cajón.
Desde estas páginas, nuestro recuerdo y más cálido homenaje a este debarra singular.
Un fuerte abrazo, Javier.
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