viernes, 18 de enero de 2019

ANASTASIO ARRINDA ALBISU

EL ÁNGEL DE LA GUARDA DE ELVILLAR

La historia desconocida del verdadero Anes




El  pasado mes de octubre escribía un artículo para el Blog Rioja Alavesa, un blog dirigido por el periodista y escritor bizkaino Julio Flor. Dicho artículo sería posteriormente publicado en mi propio blog y en la revista cultural “DEBA”, de la Fundación Ostolaza.

Bajo el titulo “Anes Arrinda: la huella indestructible de Elvillar”, en él describía su estancia como párroco  en esa localidad riojano-alavesa y la huella que esta población dejó marcada a sangre y fuego en la personalidad de nuestro querido Anes. En las últimas líneas de la entradilla de aquel artículo escribía:

“…acepté gustoso y, tras ser publicado mi artículo, el personaje de Don Anes a quien aparentemente ya nadie recordaba en Elvillar, recobró inesperadamente un gran protagonismo. Había alguien que con noventa y ocho años lo recordaba perfectamente, tan perfectamente que fueron saliendo a la luz hechos que de ser confirmados podrían ser de gran relevancia  y que engrandecerían la figura de Don Anes”.

Y así ha sucedido. Tras una interesante labor de investigación por parte del periodista Julio Flor en Elvillar y por mi parte en Deba, ha quedado confirmada y desvelada una historia digna del mejor de los guiones cinematográficos: la historia desconocida de Anes Arrinda.


¿QUIÉN FUE EL VERDADERO ANASTASIO ARRINDA?
  Investigaciones en Deba



Anes en el puerto de Lekeitio, localidad de donde era su padre,
Eustaquio Arrinda Aranburu, legendario capitán de bacaladeros
y donde también circunstancialmente nació él. 

Su vida a grandes retazos nos la relata el propio Anes en una breve autobiografía de dos folios y medio escrita en euskara y que junto algún otro documento y testimonios orales me proporcionó Maritxu Amutxastegi, su ama de llaves durante muchas décadas.
Para no alargar en demasía mi artículo y ordenar la información me centraré en narrar en primer lugar algunos de los datos conseguidos en Deba, y en segundo lugar en lo verdaderamente relevante: los testimonios conseguidos en Elvillar por mi compañero Julio Flor, todos ellos provenientes de personas directamente ligadas con los protagonistas de los hechos acaecidos en 1939 y 1940 en aquella población, cuando Anes era párroco de Elvillar.


Su breve autobiografía

1.- Nací el 17 de junio de 1912. Mi padre fue Eustakio Arrinda, natural de Lekeitio, hombre de mar y capitán de la marina mercante, que después de navegar durante muchos años en diversos mares realizó 50 campañas bacaladeras en Terranova. La madre, llamada Inixi, era de Lazkao, hija de un herrero.
Mis padres se encontraron en Barakaldo, ya que mi madre vivía con un tío mío en este pueblo, tras quedar huérfana. Aunque mis padres tuvieran su residencia habitual en Barakaldo, yo nací en Lekeitio, puesto que mi madre se trasladó a casa de su suegra para mi parto.
En Barakaldo pasé los primeros nueve años de mi vida. En un ambiente donde imperaba la lengua castellana. Solamente pude aprender una palabra en euskera aquellos años: “goitibehera”; algo que utilizábamos para nuestros juegos.
 
2.- Cuando mi padre comenzó a trabajar en embarcaciones de Santander, mi madre se trasladó a Lazkao, su pueblo de origen. Mis amigos lazkaotarras era todos euskaldunes y solamente yo era el de habla castellana. La catequesis o doctrina nos la impartieron también en castellano, siendo seis o siete los niños catequizados en esta lengua en todo Lazkao.
En Barakaldo asistí hasta los ocho años a una escuela particular, después me trasladaron a una de los Salesianos. Aquí estudié algo menos de un año  y siempre en castellano.
En Lazkao iba a la escuela del pueblo, donde nos reuníamos cantidad de niños en torno a un solo maestro. Al año, comencé a estudiar en el centro de los Hnos de La Salle de Beasain. El ambiente escolar como el de la calle era totalmente erdaldun.

3.- De Lazkao iría al Seminario menor de Saturraran, donde estudiábamos en castellano y en latín. Pasaron cuatro años antes de que comenzáramos a familiarizarnos con el euskera, aunque le dedicáramos solamente una hora a la semana.

De Saturraran pasaríamos al Seminario de Vitoria, donde haríamos los estudios eclesiásticos a lo largo de los siete años previos a la Guerra. Aquí tuve la suerte de encontrarme con dos hombres especiales: Manuel Lekuona y José Miguel Barandiaran.


En el seminario de Vitoria, seguramente durante
el año que se declaró la Guerra Civil.
 Anes es el primero a la izquierda.

Estudiando en Vitoria se proclamó la República y despertó con fuerza el clima abertzale en nuestro pueblo. En aquel ambiente comenzamos a estudiar el euskera por grupos. Para entonces se había creado la academia “Kardaberaz” entre los alumnos y allí nos integramos.
El director era Don Manuel de Lekuona y nos reuníamos semanalmente y por cursos. Cada uno debía de preparar un sencillo trabajo a lo largo de la semana y presentarlo después ante el grupo, para entre todos encontrar los defectos que pudiera tener y mejorarlo. De esta manera fuimos trabajando y avanzando a lo largo de seis años, hasta que surgió la guerra. Mi conocimiento del euskera, era, pues, fruto del Seminario y, lo que sabía, lo había aprendido bajo la dirección de Manuel Lekuona.

4.- La relación que tuve con don José Miguel estuvo ligada a las clases, pero también al interés por la etnología. Gracias a él tuvimos las primeras noticias relativas a la antigua Euskalerria. En el Seminario estudiábamos unos seiscientos jóvenes de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, y formamos un grupo que colaborábamos con nuestro maestro en algunas investigaciones y excavaciones.


Anes con José Miguel Barandiaran
a principios de la década de los 80.


Ilusionados en estos trabajos, llegamos al verano de 1936. Habíamos estudiado a lo largo de once años en el Seminario y nos faltaba el último curso para terminar nuestros estudios y ser ordenados sacerdotes.

5.- Era verano comenzó la guerra civil y Lazkao está próximo a Navarra. Para cuando transcurrió la primera semana, se habían hecho presentes ya los navarros sublevados: requetés, falangistas y soldados. No necesitaron disparar un solo tiro. Todavía no sabíamos lo que era una guerra, pero decidimos escaparnos al monte, donde nos cogieron como a peces en la red. Antes de que pasaran tres semanas me vi en la Caja de Reclutas de Iruña, convirtiéndome en soldado los siguientes catorce meses.
Me ordenaron sacerdote en esta etapa en que era soldado en plena guerra. De soldado normal, pasé a ser capellán durante veintidós meses. En total, tres años y quince días largos y oscuros.

6.- Dicen que todo lo que comienza acaba, y por fin terminó aquella desgraciada lucha. Volvimos a reunirnos de nuevo en Vitoria y fui destinado al pueblo riojano de Elvillar. Allí estuve cerca de un año: desde octubre de 1.939 hasta finales de agosto de 1.940. Después sería destinado a la parroquia de Zumarraga como coadjutor. El ambiente era erdaldun. Aparte de las homilías y charlas de la parroquia, pudimos representar una obra de teatro en euskera.
En 1950 sería destinado a Deba como párroco o responsable de la parroquia. Y aquí estoy desde entonces. Me jubilé en 1982, pero sigo realizando las labores propias de un coadjutor.
Entre 1958 y 1960 realicé dos cursos en la Universidad Lateranense de Roma, donde logré la licenciatura en pastoral y el doctorado en teología. En 1966 presentaría la tesis de doctorado: “Elementos para una religión prehistórica de los Vascos”.

A esta breve autobiografía de Anes, en la que por cierto no menciona a sus hermanos, Donato, también sacerdote, y a Luis, muerto durante la guerra, podrían añadirse muchos datos pero el espacio no nos lo permite. Tan solo me centraré en uno de ellos por su interés y por lo que supuso emocionalmente para Anes: la muerte de su hermano pequeño Luis el 10 de octubre de 1937, cuando luchaba en el frente de León, concretamente en la localidad de Villamanín donde se libraron algunos de los más cruentos episodios de la Guerra Civil.

El mes de octubre Anes recibe una carta de su hermano Luis fechada el 29 de septiembre de 1937 en Villamanín. En ella, como puede verse en la reproducción de ésta, utilizada por Anes como recordatorio fúnebre de su hermano, Luis le comenta la pena que siente por no poder asistir a su ordenación como sacerdote, hecho que tendría lugar el último domingo de octubre, día de Cristo Rey.
Pero desgraciadamente, justo a los once días de escrita ésta, el 10 de octubre, Luis muere en el frente defendiendo las posiciones republicanas contra las tropas franquistas al mando del general Aranda. Y aquí comienza una verdadera odisea protagonizada por Anes, cuya única obsesión es recuperar el cadáver de su hermano para entregárselo a su madre en Lazkao.


Recordatorio de la muerte de Luis Arrinda. En la página de la derecha Anes insertó parte
del texto de la carta enviada a él por su hermano pocos días antes de morir en combate.

Ni corto ni perezoso, Anes que estaba movilizado (recordemos que pasó directamente de soldado forzado a capellán forzado del ejército franquista) convence a su tío de Lazkao para con una camioneta dirigirse a Villamanín e intentar recuperar el cadáver ya enterrado de su hermano. Y lo que parecía una macabra locura tuvo éxito; la fe y la voluntad mueven montañas.

 Llegados a Villamanín, Anes se tomó el trabajo de buscar entre los cientos de cadáveres el de su hermano, una tarea prácticamente imposible. Tenía una pista: desde su nacimiento, uno de los dedos de los pies de Luis tenía un defecto, era extremadamente curvo. La tarea consistía en revisar los pies de todos los cadáveres. Y lo consiguió.

Tras lavar el cuerpo lo embarcaron en la camioneta y volvieron a Lazkao donde se lo entregaron a su madre y donde fue nuevamente enterrado.
Esa fuerza de espíritu, esa decisión ante las adversidades que mostró Anes en Villamanín también las volvió a demostrar a lo largo de su vida allí por donde pasó.
                      

ANES, EL ÁNGEL DE LA GUARDA DE ELVILLAR
Investigaciones en Elvillar

Las investigaciones realizadas en Elvillar por Julio Flor acerca de los hechos acaecidos en esa población a finales de 1939 y principios de 1940, muestran unos hechos que realzan y enriquecen la figura de Anastasio Arrinda, por aquellas fechas párroco de la población riojano-alavesa.

En octubre de 1939, seis meses después de finalizada la Guerra Civil, Anes es destinado a Elvillar. A pesar de haber finalizado la guerra hace meses, todavía se siguen realizando “sacas” y “paseillos” por parte de elementos falangistas, carlistas y franquistas en general. Las victimas: gentes de ideología o simpatías republicanas, trabajadores del campo, maestros… pobres desgraciados inocentes cuyos cuerpos aparecían acribillados a balazos en las cunetas o improvisadas fosas a veces previamente excavadas por las propias víctimas.

Uno o varios de esos sucesos pudieron ocurrir en Elvillar pero gracias al ímpetu y a la personalidad de Anes Arrinda fueron abortados tras encararse éste a los verdugos.
Julio Flor recoge el testimonio de personas como César Bermúdez quien narra lo que le contó su padre, Luis Bermúdez Olano. Según César, su padre siempre afirmó que Anastasio Arrinda era la persona que había salvado de una muerte segura a varios vecinos de Elvillar y que gracias a él no se había fusilado a nadie en esa población.
 Según relata Cesar él siempre ha escuchado a sus padres que “al cura le habían enviado desterrado a Elvillar” ,afirmando éste que En el pueblo hay mucha gente que no conoce esta historia, pero la gente mayor sabe que hubo un cura que intercedió para que no se fusilara a nadie una vez acabada la guerra”.

Curiosamente, en los años 90, siendo el padre de César teniente de alcalde del Ayuntamiento por el PNV, éste propuso poner a una calle nueva el nombre de Anastasio Arrinda Albisu. La propuesta no tuvo el seguimiento debido y ahí quedó la cosa. Según César “Tampoco dejó mi padre nada por escrito, ni se levantó acta de esa propuesta” .



César Bermúdez; su padre propuso poner el nombre de
 Anes Arrinda a una calle de Elvillar en la década de los 90. 
                 

Pero sin duda el testimonio más impactante por su cercanía cronológica a los hechos lo recoge Julio Flor de una persona de noventa y cinco años, Engracia López Gil, quien en una de las entrevistas realizada el año 2017 afirmaba: “Lo que pasó en este pueblo cuando la Guerra es que de Elvillar no se mató a nadie por decir “este es de izquierdas y hay que matarle”.
“Mira, eso fue así porque mi padre era presidente de los requetés, de las derechas, y te voy a decir la verdad, mi padre nos decía: “no hay que matar a nadie del pueblo, porque luego viene la contraria y se producen las venganzas; y además, aquí nadie ha hecho motivos para que lo maten”.


Engracia López Gil ante su casa, "El palacio del Indiano".

En otra entrevista, ésta en 2018, Engracia afirmaba: “Los que pararon aquel fusilamiento de las cuatro o cinco personas  que ya se llevaban presas, fueron mi padre José Gabriel López Gil, el cura párroco Anastasio Arrinda Albisu y el médico de entonces, Daniel García Atance, que se había casado con la maestra Teófila Villanueva”.
También aportaba otro curioso dato que incluye una referencia  contrastada en Deba: “en aquella época yo tendría unos 14 o 15 años. Recuerdo bien a don Anastasio, porque fui muy amiga de dos primas del cura, Paulina Albisu, que era de Lazcano, y María Luisa Arrinda, que era de Lekeitio… Por cierto que Anastasio Arrinda tenía otro hermano, un tal Donato Arrinda, que fue cura en Lapuebla de Labarca”.

Y continuando con los testimonios llegamos al de Milagros Fernández Pérez, nuera de Engracia:   
“Por supuesto que escuché hablar de aquel gran señor. Sé que intervino en varias ocasiones para que a los detenidos los devolvieran a Elvillar. Y recuperaran la vida”.
- ¿En varias ocasiones?
“Fueron varias, sí. Y tanto el padre de la Engracia, como el cura don Anastasio iban a por ellos, sí señor”.
Milagros habla también de sus padres:” Mi madre se llamaba Casimira Pérez García, y mi padre Miguel Fernández Villa. Ambos murieron con 94 años. Y conocieron a Don Anastasio cuando eran jóvenes. Por cierto que Don Anastasio estuvo acogido en casa de una hermana de mi madre, Natividad Pérez García. ¿Qué te parece?”.


Gracias a hombres como Anes Arrinda, en Elvillar
no se produjeron escenas como ésta. 

Y para finalizar los testimonios no quiero pasar por alto el recibido en el Blog Rioja Alavesa. Viene firmado por Ana y debido a su gran interés y a lo conmovedor del relato lo transcribo íntegramente:  
 “Qué gusto leer sobre este cura del que tantas veces hemos oído hablar en cada casa de Elvillar de boca de nuestros abuelos y abuelas.
Mi abuela, Esperanza Peciña, vecina de Elvillar y que este año cumplirá los 99 años, cuenta aún a día de hoy con todo detalle y emoción cómo este cura, Don Anastasio Arrinda, salvó a su hermano Desiderio Peciña de que lo llevaran preso.
Cuenta que un día su hermano y otro joven de Elvillar Pedro Fernández (conocido desde siempre por Pedrito, y que en la actualidad tiene 103 años!!) volvían de Logroño de vender corderos y cuando llegaron a la plaza del pueblo les estaban esperando con una camioneta para llevarles presos. Les llevaron a los dos al Ayuntamiento y allí se personaron rápidamente avisados por las familias el cura Don Anastasio y el Sr. Pepe (el padre de “la” Engracia): “De estos respondemos nosotros” cuenta mi abuela que dijeron en el Ayuntamiento. Y les dejaron libres.
Como anécdota, mencionar un detalle que siempre cuentan del incidente: Pedrito llevaba un buen abrigo de paño y en el Ayuntamiento, uno de los franquistas le dijo: “Buen abrigo llevas, pero no va a llegar a Las Conchas de Haro”… Gracias a la intervención de esos dos hombres nunca se los llevaron en aquella camioneta, ni ese abrigo acabó en alguna cuneta por Las Conchas de Haro”.

PARA CONCLUIR
No quisiera terminar este artículo sin pasar por alto algunos hechos o datos que muestran o complementan la imagen de la verdadera personalidad de Anes. Brevemente describiré algunos de ellos.

. Anes, de analfabeto euskaldun a presidente de Euskerazaintza
El propio Anes nos cuenta en su autobiografía que hasta que fue al seminario de Vitoria no hablaba euskera, que era analfabeto en su propia lengua, algo común entonces y durante décadas posteriores entre muchos jóvenes hijos de padres euskaldunes.
Lo curioso del hecho es que con el tiempo llegó a presidir durante muchos años “Euskerazaintza”, la Academia Popular de la Lengua Vasca. Ello nos demuestra las dotes de superación de este hombre singular para el que no existían barreras.

 . Anes, amante y protector de los niños.


Deba tiene el orgullo de ser la primera población del Estado en la que por primera vez comenzó a celebrarse una fiesta exclusivamente dedicada a los niños, algo muy común hoy en día en muchas poblaciones: El “Día del Niño”. Tal festividad fue una invención de Anes Arrinda y por primera vez se celebró durante las fiestas patronales de Deba en 1952.
El párroco debarra siempre se comportó como un verdadero padre de todos los niños del pueblo. Siempre he pensado que si se hubiese casado le habría gustado tener un batallón de niños.
Quienes fuimos sus monaguillos aún recordamos los regalos de Reyes y sus buenas propinas, todo un jornal en aquella época.

. Anes antinuclear


Símbolo de la campaña antinuclear
diseñado en 1973 por Eduardo Chillida.

En 1973 la empresa Iberduero presentaba un plan coercitivo para la implantación de tres centrales nucleares en Deba, Lemoniz e Ispaster; tres centrales en menos de 45 kilómetros en línea recta. La oposición popular al proyecto fue total y la movilización de la población, general, incluida la iglesia debarra.
 El párroco Anes Arrinda a la cabeza y el entonces joven sacerdote José Antonio Amutxastegi, muy sensibilizados con la doctrina antinuclear del momento colaboraron desde los púlpitos lanzando más de un manifiesto en contra de la instalación de la central nuclear de Deba.

La participación directa de Anes en contra de la instalación de las tres centrales nucleares le convertiría en el primer cura antinuclear vasco.
Y lo que son las cosas: han transcurrido cuarenta y seis años desde entonces y la bella zona costera debarra donde iba a implantarse la central nuclear de Iberduero es hoy el corazón del Geoparque de la Costa Vasca, perteneciente a la Red Europea y Mundial de Geoparques, auspiciada por la UNESCO.

. Anes vanguardista tecnológico
Hace cuarenta años, cuando muy pocos sabían lo que era un PC y muchos menos lo utilizaban, Anes ya lo hacía. Todavía le recuerdo con aquellos primitivos y enormes disquetes flexibles donde guardaba los textos de sus publicaciones, obras que hoy se encuentran en gran parte de las bibliotecas de Euskal Herria.

. Anes, espléndido pagador



Siempre le recordaré entrando en mi oficina, con su chaleco azul marino y su txapela; parecía un capitán de bacaladeros. Nos visitaba a menudo; a veces con Maritxu, su ama de llaves.
Le publicamos algunos libros y antes de comenzar la maquetación de éstos siempre aparecía en la oficina; sabíamos a qué venía.
No venía a traernos los textos ni las fotografías; tan solo metía la mano en el bolsillo y estirando su brazo me entregaba un sobre.
Yo sabía lo que había dentro y antes de que abriese la boca me decía:
“Mi padre decía que en su pueblo (Lekeitio) siempre se ha hecho así: un tercio al apalabrar el trabajo; otro tercio al comenzar a trabajar, y el último tercio a la entrega del trabajo”.
Santo varón; nunca le habían girado una letra.      

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