viernes, 1 de agosto de 2025

 JUANTXO GARRO, TIM BURTON Y MÓNICA BELLUCCI

        UNIDOS POR LA DEBAKO ZEZEN PLAZA


Cartel taurino realizado por Juantxo Garro y que se encuentra enmarcado en la casa mexicana de los productores Tim Burton y Mónica Bellucci.


El pasado 22 de junio mi amigo Ricardo Franco me enviaba un WhatsApp que, como no podía ser de otra forma, motivó el que me animara a escribir esta breve reseña. Según me dijo, sabía de antemano que aquella noticia me iba a encandilar.

Ricardo es la persona más polifacética que he conocido en mi vida; un compendio de ciencia y cultura muy al estilo de los grandes humanistas del Renacimiento: médico, investigador, profesor universitario, divulgador cultural y científico, actor de teatro y cine, txistulari, "caballerito" de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, etc. etc. etc. y como es común en ese tipo de personas, muy bien relacionado con gentes de la "Jet Set" cultural y científica.

En su WhatsApp me enviaba la fotografía de un cartel de toros de la plaza de Deba. Se trataba del cartel correspondiente al año 1997, cuyo autor era el siempre recordado Juantxo Garro.

El comentario que acompañaba a la fotografía no tenía desperdicio. Me reenviaba el texto recibido de quien le había remitido la fotografía del cartel: un amigo-paciente, padre de dos importantes productores internacionales de espectáculos.

Tim Burton con su compañera Mónica Bellucci durante el último festival de cine de Donostia-San Sebastián (2024). (Fotografía: donostitik.com)

El citado amigo le comentaba que sus hijos, de gira por América, eran amigos del productor y director norteamericano Tim Burton y de su compañera, la actriz italiana Mónica Bellucci. Hasta aquí, todo casi normal.

Lo curioso y sorprendente de esta historia es que los productores bilbaínos, en ese momento en México, fueron cierto día a la casa que la pareja de productores de Hollywood (Tim Burton y Mónica Bellucci) tienen en ese país. Y ¡ohh, sorpresa! allí colgado en una de las paredes de la sala se toparon con el "Debako Zezen Plaza" de 1997, cartel patrocinado por "Pacharán la Navarra".

Qué pequeño es el mundo y qué grande era Juantxo. Me da pena que el pintor debarra no pueda verlo; murió hace ya años. Se hubiese reído mucho. Le estoy viendo soltar aquella risa socarrona tan suya, siempre a medio-bajo volumen. Por cierto, el último cuadro que pintó antes de morir fue el retrato de Susi, mi mujer.

¡Ah! y para terminar, otra curiosidad. La mayor de las dos hijas de Mónica Bellucci se llama Deva.

Juantxo Garro retratado por su gran amigo Rafael Castellano. ( Fotografía: revista DEBA , Uda 1992).


 

TRES HISTORIAS DEBARRAS

DURANTE LA INVASIÓN

ALEMANA DE FRANCIA


En mayo de 1940 las tropas de Adolf Hitler invaden Francia y en pocos días (27 de junio de ese año) llegan a la frontera de Hendaya (País Vasco bajo jurisdicción francesa) donde permanecerán hasta agosto de 1944. Durante esos cuatro años, las tropas nazis cruzarán a menudo la frontera de Irún para, entre otras cosas, hacer turismo en la neutral España de Franco y relajarse después de haber luchado en otros frentes europeos.

Deba fue uno de esos destinos turísticos nazis y precisamente a ello me voy a referir en los siguientes tres breves relatos históricos, todos tan reales como la vida misma y todos ellos acaecidos entre 1940 y 1944.


         Fiestas de San Roke. Deba, 1940. Un grupo de soldados alemanes durante una corrida de toros. 


Julian Urain y la pistola Luger.


                                        

Julián Urain, a la derecha, junto a su hermano gemelo Cruz el día de la primera comunión. Nadie diría que con esa cara de angelito, Julián como si de un miembro de la resistencia se tratara, sería capaz de arrebatar el arma reglamentaria a un oficial alemán.
                       

La primera de las historias tiene como protagonista a un muchacho de unos trece años cuya osadía pudo costarle cara a él y a otras personas. Debió suceder en agosto, probablemente durante las fiestas de San Roke. Tuvo lugar en el restaurante Iriondo (Patxi), que como era habitual en aquellas fechas estaba abarrotado de clientes, algunos de ellos militares alemanes. Y como también era habitual, muchos niños; todos ellos esperando que los guerreros de don Adolfo les obsequiasen con unas chocolatinas o alguna chuchería.

                                           

                                      Pistola Luger del ejército alemán.

La escena: unas mesas grandes y en una de ellas sentados los oficiales, comiendo y bebiendo con alegría; en las otras, suboficiales y soldados. En la puerta, una legión de chiquillos, entre ellos el jovencito Julián Urain que separándose del grupo de niños, todos ellos más jóvenes que él, se acerca a un alemán y le pide que le enseñe su pistola. El teutón, quizás animado por los efectos espirituosos del Soberano o el Veterano de Osborne y deseoso de agradar al muchacho, se levanta de la mesa y se la entrega para que este pueda saborear el tener en sus manos el mortífero juguete: una auténtica Luger.

Queriendo presumir de ser tenedor de aquella maravilla, el muchacho se gira mostrando con orgullo el arma al resto de niños.

Todos quedan maravillados, boquiabiertos; tan maravillados que ni siquiera se atreven a tocar aquel tesoro.

El caso es que visto y no visto. En un despiste del oficial alemán , Julián echa a correr con el arma y aunque los teutones salen corriendo tras él, ninguno consigue atraparlo. Julián y el resto de niños se escabullen entre calles y desaparecen como almas que llevan el diablo.

Pregunta: ¿Y a donde fue a parar el arma?

Respuesta: al fondo de la ría.


                       Soldados alemanes durante una corrida de toros en Deba.

"la Belga" 

Narraba mi informante, Antón Mari Azpeitia, cómo siendo un niño, sus padres solían alquilar en verano el piso de la calle Lersundi donde residían para, como muchos debarras, sacar un dinero que ayudase a sustentar la economía familiar en tiempos tan difíciles como aquellos de posguerra.

 

La desaparecida casa de Lojendio donde se sitúan los hechos narrados. El escudo que se ve en su fachada es el que hoy podemos ver bajo los arkupes del ayuntamiento. (Foto: Roque Aldabaldetrecu. Revista DEBA. Nº87).

Residían en verano en casa de unas tías, en la calle de la Cruz, junto a Akerzulo y la casa de Lojendio. Recordaba cómo por las noches llegaba un coche alemán y tras aparcar junto a la puerta de la casa de Lojendio, descendía primero el chofer y después un oficial alemán de alta graduación. Era de noche y por ello no se han borrado de su mente los focos de aquel coche que iluminaban el lugar, ni la bandera que portaba el vehículo del alto mando quien por cierto a veces venía de paisano y otras uniformado.

Él, un niño de seis o siete años, escondido tras los visillos y con la luz apagada observaba siempre la escena. La puerta de la casa de Lojendio abierta y una señora esperando al visitante.

                                            


En la casa residía una dama que hablaba un idioma extraño y a la que llamaban "la Belga". Era bajita y rechoncha pero muy moderna; era además la primera mujer a la que se había visto en el pueblo vestida con pantalones y fumando. A veces venía el coche a buscarle a ella; nadie sabía a dónde iba.

Quizás aquel misterio hizo que ¡cosas de los pueblos! algunos asegurasen que la dama era una espía alemana; nadie sabía quién era la Mata Hari de Akerzulo. Eran tiempos en los que a los hoteles y pensiones de Deba llegaban numerosos refugiados; gentes de todo tipo y estatus que huían de la contienda europea; aviadores aliados derribados en Francia, millonarios alemanes, judíos... todos ellos de paso; y cómo no, una legión de espías.

Terminada la Guerra Mundial, tras la derrota alemana, "la Belga" pasó a residir en uno de los chalés de la playa. Pocas cosas se recuerdan de ella; alguna como que Félix Iciar, el hijo de Gregori y hermano de Javi "Pinpot" le hacía los encargos. Hasta bien entrados los años 50, "la Belga" siguió pasando los veranos en Deba. Al parecer, por entonces residía en Madrid y según cuentan, se había casado con un chico vasco.

Poco más se sabe de ella, de aquella supuesta enigmática Mata Hari de Akerzulo.

Bueno; que se llamaba Evelyn. 


Manuel Calderón. El marino debarra que comandó la costa francesa.


                

                                    El Capitán de Navío Manuel Calderón López-Bago en su casa de Hondarribia. 


La siguiente historia tiene como protagonista a uno de los debarras menos conocido pero que tuvo una gran relevancia durante la última Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. Se llamaba Manuel Calderón López-Bago (1899-1979). Marino de guerra, hijo de una familia de militares, durante la Guerra Civil fue comandante del destructor Velasco y más tarde comandante de tiro del crucero Canarias, participando como tal en la batalla de Matxitxako contra los bous de la Armada de Guerra Auxiliar de Euzkadi. Fue precisamente allí donde dos debarras se irían al fondo del mar con el bou "Nabarra", víctimas  del fuego artillero del Canarias.

Gracias a Calderón, siendo Ayudante Personal de Franco, los supervivientes del Nabarra, todos ellos condenados a muerte, fueron indultados, yendo él personalmente a buscarlos a la cárcel de Ondarreta e invitándoles a comer en Hondarribia.

Cuando tiene lugar la invasión alemana de Francia, Calderón es Comandante Naval del Bidasoa y cuando llegan los alemanes a Hendaya se encontraba con sus marineros de la Comandancia de Hondarribia en la Estación Naval de Hendaya. Los militares franceses habían huido y a requerimiento de los arrantzales  de los puertos vascos de Iparralde, había acudido allí para salvar la valiosísima documentación que en ella se guardaba. Una verdadera locura que casi le acarrea un serio disgusto cuando se presentaron allí los invasores alemanes, quienes no entendían nada.

Aclaradas las cosas, el general alemán Schneider, máxima autoridad en la comandancia de Bayona en ese momento, le ruega que al no tener el ejercito alemán un comandante de marina en la zona, se haga cargo de la Comandancia de Inscripción Marítima Francesa del Departamento de Bayona.

Dura labor la suya, pues durante ese tiempo paradójicamente le tocó protegerse de las dos cosas que más odiaba, pues ambas le tenían en su punto de mira: la Gestapo y la Falange Española.

                        

    

Puente de Santiago, Irún-Endaya,1940, tras la invasión alemana de Francia. A mano izquierda militares españoles de alta graduación. A mano derecha un oficial alemán y junto a él el marino debarra Manuel Calderón López-Bago. Un debarra comandando la costa francesa de Iparralde durante la invasión alemana. El documento fotográfico, de  sumo interés, es cortesía de Olav Mazarrasa Mowinckel.           

Muchas son las cosas que se podrían hablar sobre este singular debarra-hondarribitarra que en 1947 fue nombrado Comandante Militar de Marina de Guipuzcoa para regocijo del consistorio de Deba, como puede verse en las actas municipales.

Solamente resaltar que con toda seguridad fue el militar más querido por los arrantzales y marineros vascos de Hegoalde y de Iparralde; tan querido que muchos de sus hijos (32) fueron apadrinados por don Manuel Calderón, entre ellos José Manuel Ibar "Urtain" o el dirigente de ETA Miguel Ángel Apalategui "Apala". 








 


lunes, 21 de julio de 2025

 


BAÑADORES, BAÑISTAS, MORAL Y ESTÉTICA.



Desconocemos si quienes aparecen en esta fotografía de finales de los años 20 son bañistas o jugadores de futbol-playa. Vemos que unos lucen bañador de cuerpo entero y los situados a la derecha de la imagen llevan una especie de bata, quizás el “proto-chándal” utilizado en aquellos tiempos.


A menudo durante la temporada de baños es frecuente ver en las calles del casco urbano, en bares, comercios o incluso en el pórtico de la mismísima iglesia, a gentes que sin ningún rubor ni pudor lucen sus a menudo grotescas carnes desprovistas de camisas o camisetas. Lo hacen tan solo ataviados con el bañador que durante toda la jornada han utilizado en la playa.

El 21 de agosto de 1933, quien fuera alcalde de Deba, Florencio Marquiegui, publicaba un edicto para acabar con lo que entonces iba contra la moral y la estética en la playa. Estaba dirigido a los hombres que mostraban el torso, algo inaceptable en aquellos tiempos y mucho más inaceptable aún para un alcalde del entonces muy religioso PNV, y  que además era presidente de la Congregación de San Luís. A saber que habría sido del bueno de Florencio si al salir del ayuntamiento se hubiese encontrado bajo los arkupes del consistorio con un Apolo luciendo su desnudo torso y un minúsculo bañador  con marcado paquete; no digamos nada si con una Venus y su aún más minúsculo tanga playero. El infarto estaría asegurado.

A continuación se muestra el citado edicto de don Florencio Marquiegui así como algunas fotos de cuando enseñar demasiado iba seguido de una visita al confesionario.




Playa de Deba. La fotografía corresponde probablemente a los años 20 del siglo pasado. La imagen nos muestra a hombres y mujeres con bañador de cuerpo entero a excepción del bañero (tercero por la izquierda) que luce el preceptivo uniforme.



La fotografía, realizada en la playa de Deba en 1930 nos muestra a la izquierda y en bañador al famoso tenor aragonés  Miguel Fleta quien durante varios años veraneó en Deba. Precisamente el 14 de agosto de ese año, tras una gira mundial, Fleta cantó la Salve en la iglesia parroquial de Deba, evento que fue radiado en directo a todo el Estado por Unión Radio (la principal emisora de entonces) y Radio Catalana.


Si en los años 30 del pasado siglo comenzaba tímidamente a ponerse de moda entre los hombres tomar el sol a pecho descubierto, para los años 40-50 esa moda ya estaba totalmente asentada.  En la imagen, probablemente realizada en 1959 o 1960 vemos a un grupo de debarras luciendo sus torsos. De izquierda a derecha un turista de Iparralde, Ignacio Aizpurua, Ángel Larrañaga, Ignacio Galarraga y José Arrizabalaga. Los dos niños que miran a la cámara son Iñaki y Mikel Arrizabalaga. La niña es Maitane Galarraga.                    




sábado, 19 de julio de 2025

 ARTE PARIETAL EN DEBA

DÉCADAS 1960-1970



Pintura mural de Miguel Ángel Álvarez en el cine Zubelzu, realizada en 1961. La escena de la leyenda de la Hilandera muestra al náufrago Gastón en los arenales de Deba. Ante la intención de los debarras de rematar al joven noble francés, se impondrá la voluntad de la señora de Zubelzu quien para protegerlo le llevará a su casa donde se repondrá. (Foto José Mari Urbieta).

Hace años recibí una llamada de cierta persona cuyo nombre no recuerdo y que, según creo, dijo ser profesor de la Universidad del País Vasco. Alguien le había dado mi contacto. Estaba realizando un estudio sobre la pintura mural de Miguel Ángel Álvarez (Tolosa 1927- Donostia 2011), uno de los grandes de la pintura vasca perteneciente a la generación de artistas guipuzcoanos formados en los años de postguerra al igual que sus compañeros Rafael Ruiz Balerdi, Amable Arias, José Antonio Sistiaga, José Luis Zumeta o Eduardo Chillida entre otros.

Mi interlocutor necesitaba localizar unas pinturas murales de este autor que según le habían dicho se encontraban en Deba, pero desconocía su ubicación. Me pilló en frio y en un principio le dije desconocer a qué pinturas se refería, pero tras hablar un rato con él caí en cuenta y le pasé la información que disponía sobre ambas.

La primera, de considerables dimensiones, había sido realizada efectivamente durante los primeros años de la década de 1960 en el pequeño soportal-frontón situado en el exterior de la Escuela Parroquial Nuestra Sra. de Itziar, en la calle Ifarkale, más tarde Ikastola.

Le comenté que aquel mural ya no existía pues con la reforma del edificio al pasar a la red pública vasca de enseñanza, los muros y la obra de arte habían sido destruidos; habían desaparecido. Como es lógico, mi interlocutor mostró su pena por aquella pérdida, y yo de paso también.

       

       
Pinturas de Miguel Ángel Álvarez en el cine Zubelzu, año 1961. (Fotos: José Mari Urbieta).

El resto de las obras en cuestión eran los murales situados en el hall y en la primera planta del cine Zubelzu. Estos murales firmados y fechados en 1961 por Miguel Ángel Álvarez, representan escenas de la Leyenda de la Hilandera con sus personajes protagonistas: Andra Madalen y los jóvenes enamorados Gastón y Katalintxu. Por suerte dichos murales siguen existiendo hoy día y espero que perduren mientras exista el edificio donde se ubican.

Años más tarde, aún en fechas recientes, el pintor Jose Félix Igartua, me comentó que existía otra obra de Miguel Ángel Álvarez en Deba; concretamente en el portal del edificio sito en la Calle Lersundi, 39. Dicha obra yo conocía, pero gracias a Igartua supe quién era su autor.


Pequeño mural de Miguel Ángel Álvarez, bastante deteriorado, situado en el portal del edificio Lersundi 39. (Foto: Alex Turrillas). 


El arte de la vidriera


Vidriera de la cafetería del cine Zubelzu realizada en la década de 1970 por la empresa "Artistas Vidrieros" de Irún. (Foto: Alex Turrillas).

Durante los primeros años de la década de los setenta, y motivado por las reformas de la cafetería del cine Zubelzu, José Ignacio Urbieta, propietario del mismo, solicita a la prestigiosa empresa Artistas Vidrieros de Irún, fundada en 1923, una vidriera para decorar la cafetería de dicho cine. La vidriera muestra una escena, copia en vidrio, de uno de los murales realizados por Miguel Ángel Álvarez en el interior del cine. Fue una de las primeras vidrieras de cemento realizadas en dicha empresa ya que hasta el año 1969-1970 la empresa irundarra tan solo las realizaba en plomo.

Los murales de Iñaki Landa
Durante la conversación telefónica referente a las pinturas de Miguel Ángel Álvarez, comenté a mi interlocutor que, a pesar de no tratarse del autor que buscaba, también existían en Deba dos grandes y maravillosos murales, pero ocultos bajo una extensa y gruesa capa de pintura de esmalte. Su autor era el artista bilbaíno de origen debarra Iñaki Landa y ambos habían sido realizados a finales de la década de 1950 o comienzos de 1960.
Le comenté que en mi modesta opinión eran murales de gran valor artístico. Habían sido pintados para decorar las paredes del "Centro de Jóvenes", una asociación cultural que en su época fue la dinamizadora de la cultura en Deba.
El primero de los murales, de gran colorido, representaba el ascenso a la ermita de la efigie de San Roque, acompañado por los dantzaris y el pueblo. El segundo representaba una escena de baserritarras en la faena de labranza con el maravilloso fondo del monte Arno y la costa debarra, dos joyas que, de no saber quién fue su autor, perfectamente podrían pasar por obras del mismísimo Aurelio Arteta.
Pero por desgracia siempre hay una maldición. A finales de la década de los 80 o principios de los 90, el Centro de Jóvenes se transformó en Gaztetxe y algún iluminado decidió pintar las paredes con Titanlux rojo y negro, cargándose las geniales obras de un genial artista. Desde entonces los murales de Iñaki Landa siguen emparedados como la señora de la leyenda de Irarrazabal.
Por desgracia, la única obra que nos ha quedado en Deba para recordar al pintor bilbaíno tan familiarmente ligado a Deba, son los carteles realizados para las primeras "Fiestas Vascas" celebradas en Euskadi tras la Guerra Civil y que organizadas por OARGI tuvieron lugar con gran éxito en Deba los años 1964 y 1965.

                   
Cartel realizado por Iñaki Landa para la "Fiesta Vasca" de 1964. Fue impreso en Bilbao por la Editorial Indauchu.


El arte psicodélico 
Fue también al inicio de los años sesenta cuando comenzó la gran expansión urbanística de Deba con la consiguiente construcción de nuevos edificios; uno de ellos el situado en la calle Angulero, anteriormente calle Madrid, y en sus origenes travesía de Valmar.
Los portales 2 y 4 del edificio construido por los hermanos Ansola (1964) guardan una curiosidad artística. Procedente de Estados Unidos e Inglaterra había llegado por entonces una corriente denominada "Arte psicodélico" o "Psicodelismo", un movimiento que aunque efímero causó furor en el arte , la moda y la música del momento. En Deba, en los portales citados nos quedan como testigos de ese psicodélico momento dos murales decorativos realizados en pintura y mosaico; aunque desconocemos quién fue su autor, ahí permanecen como mudos testigos del momento.

             
                      Mural en mosaico y pintura en el número 2 de Angulero kalea. Año 1964. (Foto: Alex Turrillas).


Un efímero mural reivindicativo antinuclear

Mural realizado por José Félix Igartua en 1974 referente a la lucha antinuclear. (Foto: J. Félix Igartua).

Una década más tarde. en 1974, vio la luz en Deba un movimiento que en poco tiempo se extendería por todo Euskal Herria: el movimiento antinuclear Ez Deba Nuklear. La empresa Iberduero (actual Iberdrola) tenía prevista la construcción  de tres centrales nucleares en Lemoniz (donde su construcción ya se había iniciado hacía dos años sin oposición), En Ea-Ispaster y en Deba.
La expresión de la voluntad y de la movilización popular nacida en Deba se mostró también en el arte mural. En 1974 el pintor ermuarra afincado en Deba, Jose Félix Igartua, realizaba por iniciativa propia un mural en la calle Hondartza-Arenal con la lucha antinuclear en Deba como tema.
La obra antinuclear de Igartua fue efímera pues con la urbanización de los años 70 desaparecieron los muros que sirvieron de soporte a la obra mural. Desapareció la obra pero también desapareció el proyecto de las tres centrales nucleares, con lo que la pérdida de la pintura no fue una desgracia sino en cierto modo todo lo contrario: una victoria. Para eso había sido realizada.














domingo, 6 de abril de 2025

PROCESIÓN DE VIERNES SANTO EN DEBA

 

                           1910.  PROCESIÓN DE VIERNES SANTO EN DEBA


La fotografía que encabeza este breve artículo y cuyo autor desconocemos fue realizada en Deba durante la procesión del Viernes Santo del año 1910. La toma está ubicada en la plaza Araquistain (Labatai), frente a la estación de ferrocarril.

Llama poderosamente la atención el hecho de que en la fotografía tan solo se ve a hombres maduros, jóvenes y niños pero a ninguna mujer ni a ninguna jovencita. La explicación es que los asistentes masculinos eran quienes abrían la procesión y las mujeres y niñas eran quienes la cerraban. Ellas van tras la última imagen, motivo por el que no aparecen en la foto. Algo así como la copla de la procesión de Tauste en la que” los primeros van delante, los últimos van detrás y los del medio en la mitad”. Curiosamente, a pesar del tiempo transcurrido, esa separación por sexos hoy día aún sigue vigente en el viacrucis matutino del Viernes Santo.

La asistencia a estas celebraciones religiosas, por entonces muy enraizadas en la cultura popular, fue prácticamente obligatoria hasta finales de la década de 1960.

En la imagen vemos algunos de los pasos. En primer lugar María Magdalena y tras ella Jesús en el Huerto de los Olivos, “Cañaras”, “Pillaras”, san Juan Evangelista y la Dolorosa. Siguiendo una antigua tradición, los anderos o porteadores de cada imagen eran miembros de diversos gremios; probablemente reminiscencias de época medieval. El gremio de taberneros y vinateros portaba a san Juan Evangelista por ser éste representado con una copa en su mano; el Huerto de los Olivos era portado por los baserritarras; “Cañaras” lo era por hombres jóvenes solteros y “Pillaras” por hombres jóvenes casados; la Dolorosa por marinos o gente relacionada con la mar; el Cristo crucificado, por los carpinteros…

Para quienes lo desconozcan, los nombres de “Cañaras” y “Pillaras” hacían referencia a las imágenes que representaban a Jesús en dos momentos diferentes de su martirio. La primera es el Ecce Homo  portando la capa, la corona de espinas y la caña a modo de cetro, con los que se parodiaba los símbolos del poder de Jesús como “Rey de los Judios”.

La segunda, Pillaras, representaba la flagelación de Cristo atado a una columna o “pilar”, de donde recibe el nombre de “Pillaras”.

Aún recuerdo, como monaguillo que fui, la devoción con la que algunos de aquellos hombres portaban las imágenes. Recuerdo especialmente a Javier Andonegui "Muxu", ex marino y durante la última guerra civil miembro de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi, al igual que su hermano Luciano. Lo recuerdo pronunciando con fervorosa vehemencia la expresión “Gure ama Dolorosa¡"  (¡Madre nuestra Dolorosa!)

También solían desfilar en la procesión unas jóvenes conocidas como “Marixak”, que desfilaban con los símbolos de la Pasión de Cristo y representaban a María Magdalena, a la Dolorosa y a  las santas mujeres que acompañaron a Jesús hasta el Calvario y posteriormente hasta el sepulcro. Cada una de ellas portaba uno de aquellos símbolos: la Verónica con el paño de la Santa Faz, las otras con la corona de espinas, los clavos de la crucifixión…

 En mi época las chicas que representaban a las santas mujeres estaban dirigidas por María Asunción Andonegui, hermana de los mencionados Javier y Luciano y según alguna de las entonces jóvenes protagonistas cualquier falta de comportamiento podía acarrear el no ser incluida en aquel selecto y privilegiado grupo de “santas mujeres”.


Procesión de Viernes Santo en Deba; año 1910. En la imagen podemos ver al grupo de “Marixak” junto al jardín de la casa de Cordón, en la plaza de Araquistain. El grupo lo abre María Magdalena, seguida de la Verónica y el resto de Santas Mujeres portando todas ellas los símbolos de la Pasión. Tras ellas la imagen de la Virgen Dolorosa.


“Marixak”. La fotografía corresponde al  8 de abril de 1955. Arrodilladas, María Jesús Sagües, María Isabel Allica y Encarna Aizpurua. Tras ellas, de pie, Amparo Kilimon , Maritxu Martín y Mari Cruz Erdoqui.

 

Han pasado los años y nada de aquello ha perdurado; solamente queda el recuerdo y la voluntad de que al menos ese recuerdo perdure en el tiempo pues es parte de la cultura y la sociología de nuestro pueblo en épocas pasadas. Hoy, los actos litúrgicos se celebran dentro de los templos y quienes asisten a ellos, cada vez menos, seguramente lo hacen con la misma espiritualidad que en épocas pasadas.

De las imágenes de aquellas procesiones de antaño solo quedan algunos restos, yo diría despojos. Hace todavía no mucho tiempo, subí a la torre de la iglesia y en la planta situada bajo el campanario descubrí alguno de aquellos restos. Me pareció algo surrealista. Después de muchos años pude reencontrarme con lo que quedaba de aquella María Magdalena y del san Juan Evangelista de aquellas procesiones. Repito que mi reencuentro con ellos fue de lo más surrealista. Y viendo aquellos despojos llegué a la conclusión o mejor dicho, me reafirmé, en que la espiritualidad de un pueblo no se puede sustentar en unas imágenes de madera o cartón piedra; porque la espiritualidad y la religión, que dicho sea de paso son cosas diferentes, no son o deben ser un espectáculo sino algo mucho más profundo.


Es lo que queda de aquellas imágenes de María Magdalena y san Juan Evangelista; las mismas imágenes que aparecen en la fotografía realizada durante la procesión de Viernes Santo en 1910.

jueves, 20 de marzo de 2025

EL OCASO DE LOS FERROVIARIOS

 

EL OCASO DE LOS FERROVIARIOS

EN LA ESTACIÓN DE DEBA


La fotografía, de autor desconocido y probablemente realizada en 1959 es todo un documento sociológico pues su trasfondo dice mucho más que la propia imagen. Corresponde a una comida en el restaurante Iriondo de los empleados de la estación del ferrocarril de Deba, por entonces pertenecientes a la empresa Ferrocarriles Vascongados S.A.

Vemos que son veintitrés los alegres comensales, todos ellos empleados ferroviarios. La plantilla debarra estaba compuesta por el jefe de Estación, jefes de tren, interventores, expendedores, factores, guardagujas, guardafrenos, enganchadores, empleados para el mantenimiento de las vías, calzadores, vigilantes, mozos de equipajes, guardabarreras …

 Entre los miembros del grupo podemos reconocer a Rafael Pastor, Federico Varela, Enrique Sainz, Fidel Carrillo, Manuel Salegui, Benjamín Lazpita, Joaquín Escudero, León Azpiazu, Greño, Martín Beristain, Pedro Ruiz, Manuel “Gaspar”, Félix Narro, el maletero “Saka”…

De las mujeres que aparecen en la foto, empleadas del restaurante, tan solo hemos podido identificar a dos de ellas: a Mari Kontxi Indamendi en el centro de la imagen, y a Ángela de la Peña junto a su cuñado Fidel Carrillo.

Además de quienes aparecen en la fotografía, aún quedan en nuestra memoria otros debarras que durante años fueron empleados de la estación de Deba: los Jefes de tren Daniel Muniozguren y Juan Zalla, el interventor Paco Uribeondo "Txato", los expendedores Jose Mari Etxabe y Rafel Rodriguez, los mozos de estación Irigoyen "Polete", el mutrikuarra Lema, Periko Iriondo y Dativo Pérez; los calzadores Egaña "Txapasta", Ignacio Zubiaurre y Blas, así como el guarda Alberto Gorritiberea.

Respecto a este último, decir que solía ir armado con una carabina (fusil de cañón corto) y realizaba su guardia de noche, vigilando que ningún amigo de lo ajeno se apropiase de las mercancías cargadas en los vagones. Hace ya muchos años que no se ve ningún tren de mercancías estacionado en los andenes de la estación ni en vía muerta. El transporte de mercancías y paquetería por carretera acabó con aquellas imágenes del pasado.  

La estación de ferrocarril de Deba contaba con cuatro viviendas para los empleados y desde su construcción en ellas nacieron numerosos debarras. Las últimas familias en habitarlas fueron los Pastor, los Ruiz, los Varela y los Lazpita. Hace unos años, en 2014, las viviendas fueron reconvertidas en albergue de peregrinos del Camino de Santiago: otro tipo de viajeros, diferentes a los de la línea férrea.    

La modernización y la automatización del ferrocarril conllevó la desaparición de todos los puestos de trabajo mencionados. Que sepamos, hoy día la estación de Deba no cuenta con ningún empleado, al menos a la vista del público. ¡Cómo han cambiado los tiempos!


Bella fotografía de la estación de Deba realizada probablemente a finales de la primera década o principios de la segunda década del siglo XX. En uno de los andenes vemos un tren de pasajeros; en el otro un tren de mercancías. Las dos locomotoras son de vapor, aún no había llegado la electrificación de la línea que lo haría en 1929, y seguramente una de ellas es la "Aurrera" hoy día conservada en el Museo Vasco del Ferrocarril en Azpeitia. Foto: Archivo Eusko Tren/Museo Vasco del Ferrocarril.

 


Imagen de la ría de Deba a principios de la década de 1920. Además de la goleta fondeada en medio de la ría, podemos apreciar dos buques más amarrados en el muelle de la estación del ferrocarril, uno velero y el otro de vapor.


 Estación de Deba, probablemente hacia 1920. Amarrado al muelle del ferrocarril vemos a la goleta "Constanza", patroneada por el debarra Francisco Corostola, y de la que se está descargando cesto a cesto el carbón que posteriormente será cargado en los vagones para ser transportado seguramente a la fábrica de San Pedro en Elgoibar.


Estación de Deba en 1935. En la fotografía podemos ver a tres empleados del ferrocarril junto a la locomotora eléctrica. En el edificio de la estación-vivienda ferroviaria puede apreciarse la ropa tendida. Foto: Archivo Eusko Tren/ Museo Vasco del Ferrocarril.



jueves, 16 de enero de 2025


                                                MEMORIA FOTOGRÁFICA

                   PROCESIÓN EN SAN SEBASTIÁN DE ELORRIAGA

La fotografía del eibartarra Indalecio Ojanguren, fue realizada el 20 de enero de 1937, durante la última Guerra Civil. La imagen, que se asimila a un cuadro de algún pintor costumbrista vasco de finales del siglo XIX o principios del siglo XX como Elías Salaverria, nos muestra la procesión con la imagen de San Sebastián en el barrio de Elorriaga (Elorrixa) en Itziar-Deba (Gipuzkoa). Llama poderosamente la atención la actitud seria y recogida de los asistentes, algunos portando cirios. Como era y aún sigue siendo habitual, puede observarse que los hombres abren la procesión mientras el grupo de mujeres la cierra tras ellos.

 


El cuadro “La procesión del Corpus en Lezo” fue pintado por Elías Salaverria en 1910. Es innegable la similitud entre la fotografía del gran maestro eibartarra y la obra del pintor de Lezo: la temática religiosa, el paisaje, la actitud y posición de los personajes…

En fin, dos grandes obras de dos grandes maestros gipuzkoanos.


domingo, 22 de diciembre de 2024

 

ADIOS A JAVIER DE CÁRDENAS CHÁVARRI

    ¡AGUR, JAVIER!



El pasado 22 de octubre nos dejó nuestro amigo Javier. Este pasado verano ya no se encontraba bien; no era el Javier ameno conversador de siempre, le faltaban las fuerzas.

Pienso que este blog es un buen medio para despedirle, honrar su figura y mostrar nuestro agradecimiento por la desinteresada labor cultural que siempre desarrolló en pro de Deba, nuestro pueblo.

Hijo de Gonzalo de Cárdenas y María Esperanza Chávarri, Javier nació en 1939 en Bilbao y residió en Madrid, aunque en realidad fue un correcaminos, un viajero impenitente y ciudadano de todos los países, como los grandes hombres. Desde siempre veraneó en Deba. Su familia ya lo hacía desde que su bisabuelo paterno Ramón, un periodista cubano afincado en Madrid, eligiese Deba como lugar de veraneo a finales del siglo XIX.

Javier era arquitecto como su padre Gonzalo, su abuelo Manuel y su tío abuelo Ignacio. Su abuelo fue el artífice de numerosos edificios en Deba  a principios y mediados del siglo XX, entre ellos el edificio de la EBEFO (Fundación Ostolaza), sede de Kultur Elkartea de Deba, en cuyos muros puede apreciarse grabada la firma de Manuel de Cárdenas.

Javier fue un enamorado de su profesión la cual siempre la desarrolló en el campo  la enseñanza y la gestión universitaria. Dinámico como pocos,  impulsó y participó en la puesta en marcha de varias Escuelas Superiores de Arquitectura. Fue él quien puso a andar la Universidad Politécnica de Las Palmas, experiencia que le sirvió para dar vida a la Universidad de Castilla la Mancha. También participó en el nacimiento de la Escuela Superior de Arquitectura de Donostia.

En el campo docente, fue director de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona y subdirector de la de Madrid.

Como profesor y como catedrático, le gustaba moverse entre sus alumnos y siempre tenía una anécdota o una referencia cariñosa sobre ellos. Yo mismo fui testigo de cómo algunos de ellos le visitaban durante sus veraneos debarras.

También fue impulsor de un sinfín de cursos, seminarios y jornadas sobre patrimonio arquitectónico y arquitectura vernácula, tanto en España como en diversos países del mundo. Lo mismo estaba en Rumania dando conferencias sobre  patrimonio arquitectónico, que en Chile,  involucrado en la restauración de las iglesias en Chiloé, Patrimonio de la Humanidad, o en la recuperación del casco histórico de La Habana Vieja en Cuba. Por cierto, precisamente en la capital de la isla caribeña solía organizar unas interesantes jornadas sobre arquitectura vernácula en colaboración con la oficina del historiador de La Habana y la Cátedra de Arquitectura Vernácula de esa ciudad, cátedra que lleva el nombre de su padre, Gonzalo de Cárdenas.

Año 2018. Javier y su esposa  Blanca   junto  Eusebio Leal  Spengler,  Historiador de la Ciudad de La Habana, durante la presentación de las  XV Jornadas de Arquitectura Vernácula organizadas en esa ciudad.

 Recorrió mucho mundo e hizo mucho; también en Deba, su segundo pueblo. A través de la fundación que presidía patrocinó y colaboró en numerosos eventos de carácter cultural como el concurso anual de pintura al aire libre, el certamen literario “Deba en 100 palabras”, la edición de libros, leyendas o su última acción: la edición de la “Baraja Legendaria Debarra”, basada en las leyendas de esta villa. Era un gran coleccionista de barajas y no podía dejar pasar que Deba no tuviese la suya. Tal era su afición por el coleccionismo que en la Plaza Vieja de La Habana abrió el Museo del Naipe de esa ciudad. Una enorme y artística placa de bronce colocada en sus muros le recuerda y agradece su gesto.

 

También tuvo otros detalles: sufragó la realización de una imagen de la Virgen de Itziar, realizada por el escultor Mikel Campo y que fue colocada en una hornacina en el tambor del puerto de Deba, o la restauración en la capilla de esa Virgen en la iglesia de Deba de una bellísima vidriera, obra de Simón Berasaluce que estaba a punto de perderse. 

Vidriera situada en la capilla de la Virgen de Itziar en la iglesia de Deba. Fue restaurada  gracias a Javier de Cárden

                                 Año 2023, tras la restauración del puente sobre el Deba.

Son muchos los recuerdos que me quedan de Javier: las amenas charlas en la terraza de su chalé y en el pintxopote de los jueves; los cubalibres y mojitos en El Floridita, en La Bodeguita del Medio o en el Tropicana de la Habana...

Pero si tengo que anteponer un recuerdo a los demás, me quedo con el más sentimental y humano:

Hace unos años nuestras mujeres, Blanca y Susi, quedaron para asistir a la peregrinación que la parroquia de Deba organiza todos los años a Itziar. Asistimos a la misa magistralmente acompañada por el coro Aitzuri de Deba y al finalizar ésta se colocó junto al presbiterio la imagen de la Virgen de Itziar, la más marinera de las Vírgenes vascas, para que siguiendo el antiquísimo rito los asistentes pasasen bajo la imagen a implorar su protección. Javier siempre se sintió fuertemente vinculado al mar. No en vano durante cuatro años fue presidente de la Real Asamblea Española de Capitanes de Yate.

-Qué, Javier. ¿Pasaremos nosotros también?

-Sí, sí. Cómo no.

Y allí nos fuimos los dos a implorar todas las mercedes posibles.

Sonaba el himno de la Virgen de Itziar, el “Agur Itziarko Birgina ederra…” y quizás aquella música unida a nuestro fervor de marinos y una buena dosis de romanticismo “bascongado” hicieron que se nuestras emociones brotasen sin poder controlarlas.

Al pasar bajo la imagen Javier se emocionó y las lágrimas brotaron con el mayor de los sentimientos. Le acompañé al banco y nos sentamos. Yo, que como diría el Fari soy un hombre blandengue, al verle emocionado no pude contenerme y ambos formamos un dúo de lacrimosas Magdalenas.

Para superar aquella congoja comencé a relatarle varios hechos históricos relacionados con la Virgen de Itziar. Mientras mirábamos el exvoto de una fragata del siglo XVIII que pendía del techo de la iglesia le conté cómo en su testamento Juan Sebastián Elcano donó cuarenta ducados de oro a la Virgen de Itziar y diez al convento franciscano de Sasiola. También le hablé sobre cómo en el pasado era habitual que los buques disparasen salvas de artillería al divisar desde la mar el santuario de Itziar. Y aquello le gustó. Nuestra peregrinación finalizó en la taberna de Lastur con un menú digno de unos devotos peregrinos: Huevos fritos con patatas fritas, chorizo, una botella de vino y otra de sidra para nuestras mujeres.

Al día siguiente me llamó por teléfono diciendo:

-Oye, Alex: ¿me podrías pasar por escrito aquello que me contaste ayer en Itziar sobre la tradición de lanzar las salvas de artillería al divisar el santuario desde la mar?

- Cómo no, te lo paso en un periquete.

En 24 horas aquellas referencias estaban en manos del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA). No sé cómo, pero Javier se las había apañado para hacérselas llegar. Fue en 2019.

El mes de julio el buque escuela Juan Sebastián Elcano visitó Getaria con motivo de la celebración del 500 aniversario de la vuelta al mundo del marino getariarra. El día siete, tras la partida del buque de ese puerto, el comandante del buque ordenó desviar algo el rumbo para acercarse a la costa debarra-itziartarra. Y allí, gracias a Javier tras más de dos siglos se volvió a repetir la tradición. Cuando comenzaba a anochecer, dos imponentes salvas de artillería rompieron el silencio para honrar a la Itziarko Ama.

Siete de julio de 2019. El buque Juan Sebastián Elcano frente a la playa de Deba tras lanzar las salvas en honor a la Virgen de Itziar. 

 

Javier, a la derecha, portando la imagen de la Virgen Dolorosa durante  una Semana Santa. Tradicionalmente, en Deba esa imagen ha sido siempre portada por gentes relacionadas con la mar.  A pesar de ser arquitecto, Javier siempre se sintió muy vinculado a la mar.

Este último verano, mientras en la terraza de su chalé paladeábamos un Marqués de Prado Ameno, un Rioja expresamente etiquetado para él con la denominación del título nobiliario que ostentaba, le dije:

-Oye, Javier. ¿Cómo es posible que tú que siempre has colaborado en gran número de los cocidos culturales de Deba, no seas socio de la más benemérita institución cultural de la villa, de Kultur Elkartea?  Piensa que en sus muros está grabada la firma de tu abuelo.

- Tienes razón, pero hasta ahora nadie me lo había propuesto. ¡Apúntame!

Le hizo ilusión mi propuesta y tanto él como Blanca, su esposa, se hicieron socios de Kultur Elkartea.

Hemos perdido un socio, un socio muy especial. Qué se va a hacer; son las cosas de la vida. Al menos nos queda su buen recuerdo.

¡Agur Javier! Hasta la vista.