DON MANUEL CALERÓN LÓPEZ-BAGO
EL HONOR DE UN GRAN MARINO DEBARRA
Hay ocasiones, cada vez más raras, en las que cuando uno
descubre a personajes de la talla de Don Manuel Calderón López-Bago, tiene la
impresión de que, por desgracia, se va extinguiendo una raza muy especial: la
de los “Hombres de Honor”, la de los “Hombres Buenos”.
Hacía tiempo
que seguía la pista de nuestro personaje. Lo hacia desde que interesado
en los acontecimientos de la batalla naval de Matxitxako, quedé sorprendido por
la existencia y hechos del que fuera comandante de tiro y tercer comandante del
crucero "Canarias". En la variada documentación y testimonios sobre la citada
batalla, cuando se mencionaba a Manuel Calderón siempre se apostillaba que era
de Deba.
Había además otro dato que para mí,
como debarra, añadía a la gesta de Matxitxako una dosis
de especial interés: la muerte heroica, a bordo del bou "Nabarra", de dos jóvenes
debarras: Modesto Aspiazu Esnaola y Juan Odriozola Basurto, ambos
pertenecientes a la Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi. El hecho de que
aquellos jóvenes se hubiesen ido al fondo del mar como consecuencia del
mortífero fuego del crucero franquista cuyo comandante de tiro era precisamente
otro debarra, tenia para mi un especial significado. Ello motivó el que me
lanzase a buscar y rebuscar datos que avalasen el nacimiento en Deba de aquel
gran hombre.
Intrigado por no haber escuchado jamás en nuestro pueblo,
mención alguna sobre la existencia de Don Manuel Calderón, decidí comprobar si realmente había nacido en Deba. Para ello
recurrí, vía Google, al Archivo Histórico Diocesano de Donostia donde pude
comprobar el Extracto de su Partida de Bautismo. Los datos corroboraban la
información: Calderón era debarra.
¿Quien fue Manuel Calderon Lopez-Bago?
Manuel, Amado, María, Arcadio, de la Santísima Trinidad,
nombres con los que fue bautizado, era hijo de Arcadio Calderón Abril, por
entonces, al parecer, coronel del Real Cuerpo de Alabarderos, y de María del
Pilar López-Bago Bacena.
La fecha de su partida bautismal en la iglesia de Santa
María de la Asunción de Deba -21 de septiembre de 1899- induce a pensar que los
Calderón eran una de las numerosas familias que pasaban el entonces largo
periodo vacacional en nuestra localidad.
Aunque su nacimiento en Deba fuera quizás fortuito, a lo
largo de su vida Manuel Calderón demostró con sus hechos el gran amor que
sentía por la tierra que le vio nacer.
Siguiendo la tradición militar familiar, Manuel Calderón
ingresó en la Academia de la Armada. Al parecer, uno de sus hermano, Antonio,
fue capitán de infantería, falleciendo en campaña mientras realizaba una misión
como observador aéreo el año 1926, durante la guerra de Marruecos. Un segundo
hermano, Santiago, fue también oficial del cuerpo de caballería. Por los datos que he podido conseguir sobre
sus tres hermanas, al menos una de ellas, María del Rosario, también estuvo
casada con un militar de carrera.
La vida profesional de Calderón, un verdadero humanista
dentro del estamento militar, estuvo marcada y ha pasado a la historia como ejemplo de
honor y caballerosidad, siendo muestra de cómo el buen trato para con el adversario vencido
debe estar por encima de las opiniones políticas o del bando en el que se
combate. Y es que Calderón, cumpliendo siempre con sus obligaciones militares,
supo ver que sus adversarios eran ante todo personas, valorando sus virtudes, y
como tal las trató y se desvivió por ellos.
Al inicio de la Guerra Civil (1936-1939), Calderón sirvió como comandante
del destructor “Velasco” siendo posteriormente destinado al crucero “Canarias”
como comandante de tiro. Más tarde, en el Cuartel General de Burgos,
desempeñaría el cargo de Ayudante Naval de Franco. Fue precisamente la
confianza y el respeto que el dictador tenía por él, lo que posibilitó que
Calderón pudiese ayudar a cientos de vascos, salvando a muchos de ellos de los
pelotones de fusilamiento. La heroica y humanitaria labor de Calderón no
terminó con la guerra civil, ya que durante la posguerra, como veremos luego,
se dedicó a recorrer los puertos de la costa vascofrancesa buscando a aquellos
arrantzales que habían escapado durante la guerra y a los que, con el aval de
su cargo y el visto bueno del “Generalísimo”, convenció para volver a sus
pueblos, evitando la ruptura y la desgracia de muchas familias.
Su comportamiento recuerda en cierto modo al del conocido industrial alemán, miembro del partido nazi, Oskar Schindler, quien salvó la
vida de numerosos judíos polacos, y que fue inmortalizado en la conocida
película de Steven Spielberg “La lista de Schindler”.
Tras toda una vida
dedicado a su profesión, Manuel Calderón falleció el 5 de octubre de 1979 en el
Sanatorio de la Marina de la localidad madrileña de Los Molinos. Por el texto
de su esquela (“sobrinos y demás familia”) podemos intuir que no tuvo
hijos y que probablemente murió soltero.
Nada mejor que conocer algunos de sus hechos para darnos
cuenta de la personalidad de un hombre al que, tras la guerra, gustaba reunirse
y disfrutar junto a sus antiguos adversarios.
CALDERÓN EN Y TRAS LA BATALLA DE MATXITXAKO
Destructor
“Velasco” . Su comandante, al comienzo de la Guerra Civil, era el entonces
Capitán de Corbeta Manuel Calderón López-Bago.
|
Ya antes de la batalla de Matxitxako, Manuel Calderón, por
entonces comandante del destructor “Velasco”, había demostrado su grandeza
humana. Sucedió el 26 de agosto de 1936. El buque mercante “Constan”,
perteneciente a la Naviera Amaya, navegaba desde Bilbao a Gijón. Curiosamente,
el presidente de dicha naviera era Constantino Zabala Arrigorriaga, suegro del
lehendakari José Antonio Aguirre. A la altura de la localidad cántabra de Liendo el “Constan”
fue detenido por el acorazado “España” y el destructor “Velasco”, siendo
obligado a proseguir hasta la base naval de El Ferrol. Se encontraban a la altura de Luarca, cuando el “Velasco”
fue atacado por la aviación republicana. La crítica situación y la poca velocidad del mercante vasco motivaron
que el comandante del destructor optase por cañonearlo y hundirlo. La tripulación del “Constan” fue recogida por el “Velasco” y
llevada hasta El Ferrol donde lo normal en aquellos momentos era que fuese
pasada por las armas. Nadie
supo cómo lo hizo, pero el caso es que Calderón consiguió algo insólito: todos
sus tripulantes fueron devueltos a Bilbao a través del frente de Vitoria.
Pero los hechos mas relevantes de nuestro personaje tuvieron lugar tras la
batalla de Matxitxako, acaecida el cinco de marzo de 1937.
Todo
comenzó cuando el 4 de marzo de 1937 cuatro bous de la Marina de GuerraAuxiliar de Euzkadi: el “Gipuzkoa” el “Nabarra”, el “Donostia” y el “Bizkaya”,
recibieron la orden de hacerse a la mar para escoltar durante la noche al buque
mercante “Galdames” . El mercante se encontraba en ese momento en el puerto de
Baiona, listo para partir hacia Bilbao con cerca de 200 pasajeros, cinco
toneladas de moneda fraccionaria del Gobierno de Euzkadi y carga general. La
salida de Baiona tuvo lugar a primeras horas de la noche del día 4 de marzo.
Poco después, el Galdames se reunía con los cuatro bous de escolta.
A la par que el convoy vasco iniciaba su singladura, el
crucero “Canarias” daba también inicio a
una misión muy especial: capturar al buque “Mar Cantábrico”, un mercante cuyas
bodegas, además de varios aviones desmontados, encerraban gran cantidad de
armamento para la Republica. El mercante, procedente de los puertos de Nueva York y
Veracruz, tenia como destino el puerto de Santander. Nadie imaginaba
entonces, que en pocas horas, tras el encuentro fortuito del convoy vasco con
la nave franquista, iba a tener lugar una de las batallas navales más
encarnizadas de la historia y Calderón, como comandante de Tiro del crucero “Canarias”,
seria uno de sus protagonistas.
Al poco tiempo de la partida del convoy, la mala mar y la
poca velocidad del Galdames (apenas 4 nudos), hicieron que este derivase hacia
el norte junto a los bous situados a su estribor: el Nabarra y el Donostia. Por
el contrario los dos restantes, el Gipuzkoa y el Bizkaya, siguieron el rumbo
marcado inicialmente, perdiendo contacto con las otras naves. Hay que tener en cuenta que cualquier tipo de comunicación
entre ellos fue imposible debido a la ausencia de luces y silencio de radio
impuesto por motivos de seguridad.
A la mañana del día 5, el bou "Gipuzkoa" se encontraba a la
altura de Santoña rastreando la zona en busca del resto del convoy sin
conseguir su objetivo. El "Bizkaya" hacia lo mismo pero en dirección contraria, es
decir desandando el camino.
Cuando el "Gipuzkoa" se dirigía a Bilbao fue avistado por el
"Canarias" que abrió fuego contra él destrozando su cañón de popa y el puente, y ocasionándole
cinco muertos y numerosos heridos. A pesar del incendio producido a bordo, el
bou respondió valientemente al fuego con
su cañón de proa consiguiendo alcanzar al "Canarias" y produciéndole un muerto y
un herido. Por fin, el "Gipuzkoa" pudo arribar a Portugalete gracias a las salvas
lanzadas contra el crucero por las baterías de Punta Galea y Punta Lucero.
Mientras el "Canarias" estaba enzarzado con el "Gipuzkoa", el
bou "Bizkaya" había finalizado su búsqueda
y cuando se dirigía a Bilbao se topó inesperadamente con el mercante estonio
"Yorkbrook" que poco antes del combate había sido apresado por el "Canarias", pues
transportaba un cargamento de armas para la República. Después de arrebatar la valiosa presa al crucero franquista,
el "Bizkaya" se dirigió con ella al puerto de Bermeo donde la carga fue
desembarcada.
Tras el frustrado hundimiento del "Gipuzkoa" y la perdida del
"Yorkbrook", el "Canarias" se alejó de la costa y al poco divisó al resto del
convoy al que ahora se habían unido dos pesqueros, el "Pantzeska" y el "Joseba
Mikel". El "Canarias" abrió fuego y los bous se aprestaron a la lucha para
defender al "Galdames" que al intentar escapar fue alcanzado por una de las
salvas del crucero, muriendo nueve personas, entre ellas una mujer y tres
niños. El mercante no tuvo más opción que rendirse.
Los cañones del "Canarias" atacaron al "Donostia" y
posteriormente al "Nabarra" cuyo capitán Enrique Moreno Plaza, a pesar de la
abrumadora inferioridad de su nave, decidió presentar batalla antes que
rendirse.
Durante más de dos horas el bou vasco combatió valientemente
hasta ser hundido por la entonces mayor y más moderna unidad naval
española. Para hacernos una idea de la dureza y crueldad del combate
creo interesante ilustrarla con algunos párrafos genialmente narrados por José María de
Gamboa en su obra “El Combate de Cabo Matxitxako (5-3-1937)
“El singular duelo entre el crucero y el bou entra en su
segunda hora. Cada tres minutos retumban broncamente una de las dos piezas de
101 del bacaladero. La situación y acción en el "Nabarra" alcanzan
verdaderos paroxismos de violencia. La tripulación y artilleros, en un estado
de excitación colectiva, cargan, apuntan, disparan, maniobran... y mueren. La
metralla lo acribilla todo. El palo mayor cae. La chimenea, alcanzada varías
veces, está destrozada e inclina a estribor.
La pieza de proa tiene dificultades y
se bloquea, aunque los artilleros ponen jaboncillo para introducir los
proyectiles; hay que esperar varios minutos entre disparos, hasta que se enfríe
la recámara y cerrojo”…
“ En pleno combate, bajo la lluvia de
metralla, los artilleros y marineros llevan los proyectiles en cajas de proa a
popa, fumando sendos cigarros y mirando dónde ponen los pies para evitar
hierros torcidos, agujeros y muertos o heridos que yacen en cubierta.
En este universo de metralla, fuego y muerte aparece de vez
en cuando Sarasola, animando, empujando y ayudando. Igualmente, cual trágico
ángel de misericordia, Sarasola da tiros de gracia a varios mutilados
agonizantes que así lo piden. El cañón de popa sigue disparando. Después de una
explosión defectuosa el cerrojo de la pieza se abre brutalmente y alcanza de
pleno la cara del cabo artillero, quien se desploma con la frente, boca y nariz
aplastadas. Sus compañeros empujan su cuerpo a un rincón de la plataforma de
tiro y vuelven a servir la pieza como locos enfurecidos.”…
“Se acerca el fin.
Un proyectil del crucero atraviesa cubierta superior, inferior, y
estalla en el tubo de alimentación de las calderas y máquina del
"Nabarra". En la tremenda explosión interna perecen casi todos los
maquinistas, fogoneros y paleros”…
“Aunque el
bou va perdiendo lentamente velocidad, la pieza de popa sigue disparando
después de la terrible explosión. Moreno y Sarasola comprenden que en breve el
"Nabarra" quedará sin maniobra. Estos dos hombres enérgicos y decididos
están determinados a que ni ellos ni el "Nabarra" caigan en manos
enemigas”…
“Moreno, Sarasola, los oficiales y
tripulantes habían sabido siempre que el bou "Nabarra" nunca se
rendiría. La idea, compartida por todos, era muy simple: si el bou encontraba
un adversario inferior, lo hundía o llevaba a Bilbao; si encontraba un
adversario superior, perecería, pero jamás sufriría la humillación de captura.
Por eso está todo claro y todos de acuerdo”…
Y efectivamente así sucedió, pues tanto el comandante
Enrique Moreno Plaza (30 años), como el primer oficial Ambrosio Sarasola Landa
(27 años) prefirieron irse al fondo del mar antes que rendirse y entregar su
nave al enemigo. Junto a ellos y otros muchos más, se fueron dos marineros
debarras muertos durante el combate, el artillero Modesto Aspiazu Esnaola, de 23 años, y el
fogonero Juan Odriozola Basurto, de 25 años. La lectura de estos párrafos nos da una idea de la dureza
del combate en el que fallecieron 29
tripulantes del Bou Nabarra , 5 tripulantes del bou Gipúzkoa , 1 del crucero
Canarias y 9 del mercante Galdames.
Tripulantes del bou "Bizkaya" en el entrepuente, año1937. |
Tanto Calderón como el comandante del "Canarias",
Salvador Moreno ( los comandantes del "Nabarra" y del "Canarias" se apellidaban
Moreno) quedaron impresionados por la osadía y valentía que mostraron los
tripulantes del bou vasco durante el combate. Los veinte supervivientes del "Nabarra"
fueron recogidos por el "Canarias" recibiendo un trato absolutamente correcto, en
algunos momentos incluso amistoso, gracias a Calderón que conocía a alguno de
los marineros del "Nabarra".
Años más tarde éste comentaría:”No he conocido
hombres más valientes que aquellos. El bou ardía por los cuatro costados.
Parecía que no podía quedar nadie vivo a bordo, pero cuando nos acercábamos
para el remate nos soltaban otro cañonazo”.
Tras ser llevados a Pasajes, los supervivientes del Nabarra
fueron internados en la cárcel
donostiarra de Ondarreta donde fueron juzgados y condenados a muerte. Mientras
permanecían en capilla en espera de su ejecución, el destino hizo que Calderón
fuese nombrado ayudante naval de Franco en Burgos. Sobra decir que sus
gestiones ante el dictador fueron arduas y tenaces hasta tal punto que el Generalísimo le preguntó: “Calderón: ¿ por qué se interesa tanto por estos
hombres?”, a lo que el marino debarra respondió: “Mi general, no se
puede fusilar a unos valientes como estos”.
Al parecer, a pesar de la implacable dureza del dictador
éste debía ser muy sensible, incluso propenso a la emoción ante hechos y
narraciones referentes al valor en la lucha o al honor del guerrero.
Cierto día, Calderón recibió una llamada de Franco: "Calderón,
sobre el asunto de esos vascos del "Nabarra", vaya a San Sebastián y
sáquelos de la cárcel. Quedan libres. Después les invita usted a comer
chipirones, por su cuenta, naturalmente. Quiero que luego sea usted su
vicecónsul, para que una vez en libertad no les molesten con papeleos,
expedientes, etc."
Así lo hizo, pues el 30 de noviembre de 1938, tras sacarlos de
la prisión de Ondarreta se fue con algunos de ellos a tomar unos txikitos a la Parte
Vieja donostiarra y desde allí a Hondarribia, donde dieron cuenta de unos
buenos txipirones, naturalmente pagados por él.
Juan Odriozola Basurto,Fogonero del bou "Nabarra", muerto en combate durante la batalla de Matxitxako, a la edad de 25 años. |
La humanitaria labor de Manuel Calderón no terminó con la
guerra pues finalizada ésta, como si de un misionero se tratara, se dedicó a
recorrer los puertos atlánticos franceses para convencer de su vuelta a casa a
los arrantzales exiliados; claro está con todas las garantías. Además en muchas
ocasiones, tras el regreso de estos, tuvo que enfrentarse a numerosos “caciquillos” del bando vencedor
(generalmente carlistas, falangistas y “aprovetxategis”) para salvaguardar los
bienes y el honor de los retornados. Nada mejor que este fragmento de sus propias
memorias para hacernos idea de los valores morales del militar debarra.
“Y, en Francia me
metí. Con un coche que me prestó Juan Bautista Pardo, y teniendo por mecánico a
Fermin Laintz, sin comisiones ni dietas de ninguna clase, me
recorrí, pueblo a pueblo… lugar a lugar, todo el sudoeste de Francia,
donde pudiera haber un pescador vasco exiliado. Las anécdotas de ese mes y pico
de peregrinar, serían interminables de contar. No cabe la menor duda de que
Dios me asistió plenamente, en trances dificilísimos que tuve, hasta alcanzar
el éxito más completo.
Docenas de barcos
fueron levantados sus embargos y traídos a España… y 713 pescadores de la costa
vasca (desde Fuenterrabía a Santurce) pasaron a incorporarse a sus familias,
rescatándoles de una penosa emigración a América. Es uno de mis hechos de vida
de los que me siento más orgulloso. Enviaba mis listas de nombres al mismísimo
Generalísimo, a medida que los iba pasando a España; tomaba su nombre en la
frontera para que nada les pasase… Claro es que, luego, yo estaba “al quite”
para evitarles la persecución de caciquillos pueblerinos que, sin mi, les
hubieran hecho la vida imposible una vez en sus respectivos pueblos.
Al terminar mi
misión, fui a darle cuenta al Generalísimo con todo detalle y, parece ser le gustó.
Me recorrí la costa vasca española varias veces para evitar venganzas
personales contra todos estos individuos, teniendo que actuar algunas de ellas,
ya que, como el espíritu español es el de ser más papista que el Papa, a gentes
que el propio Generalísimo había perdonado, por haber pertenecido a los rojos,
se resistían a hacerlo, un alcaldillo pueblerino, o un jefecillo de la falange,
sin otro motivo, las más de las veces, que por ser competidor suyo en el oficio
e incluso porque no querían devolverle lo que les pertenecía y se querían
apropiar de ello, en la impunidad de creer no volverían más. ¡Ellos que habían
sido carlistas toda la vida…! Posiblemente, pero se habían convertido,
amparados en nuestra guerra, en unos ladrones o en unos aprovechados”.
EL AGRADECIMIENTO DE UN PUEBLO
No quisiera terminar
este artículo sin comentar que a pesar del desconocimiento casi absoluto de la
existencia de don Manuel Calderón Lopez-Bago en su propio pueblo, Deba, su
figura y hechos recibieron en vida el homenaje, el agradecimiento y el cariño
de numerosos marineros de toda la costa
vasca. Dos detalles significativos: el primero es que en la década de
1970 Don Manuel contaba con treinta y dos ahijados y ahijadas, hijos de
arrantzales vascos. Poca gente puede presumir de haber apadrinado a tantas
personas; todo un record Guiness.
El segundo es
referente al primer homenaje que en 1976 se tributó frente a Matxitxako a los
marinos vascos muertos en el bou Nabarra. Tras el homenaje se levantó un acta
con el siguiente texto:
"En
aguas de Cabo Matxitxako el 5 de marzo de 1976. Reunidos un grupo de vascos a
bordo de un pesquero en aguas de Matxitxako, hemos dado a la mar una corona de
flores en recuerdo de la Batalla de Cabo Matxitxako y del hundimiento del
"Nabarra ". Al conmemorar su 39 aniversario, saludamos a aquellos
marinos vascos muertos por su patria así como a los demás partícipes en la
gesta. Deseamos igualmente enviar desde estas aguas un afectuoso recuerdo al
Contralmirante Don Manuel de Calderón, en agradecimiento por haber salvado las
vidas de los supervivientes del "Nabarra", gesto que no quedará
olvidado entre los marinos vascos".
Este articulo fue publicado, originalmente, en el ejemplar nº74 de la revista DEBA, en diciembre del año 2009
Excelente artículo y hermosa historia de heroísmo, caballerosidad y gente de bien. A veces las guerras también muestran lo mejor del ser humano.
ResponderEliminarMe llamo Juan Manuel López-Bago y no sabía de la existencia de, lo que es casi seguro, pariente mío. Me alegro que hubiera personas que aprovechando su cargo ayudaran a tanta gente, con la personal satisfacción de que sea un López-Bago.
ResponderEliminarJuan Manuel: me alegro te haya gustado el artículo. Me dices que también te apellidas López-Bago y que posiblemente seas familia de Don Manuel Calderón. Te lanzo el reto de averiguarlo y sacar todos los datos que puedas sobre esta gran persona.
EliminarUn abrazo
Alex Turrillas Aranzeta
Me llamo Juan Manuel López-Bago y no sabía de la existencia de, lo que es casi seguro, pariente mío. Me alegro que hubiera personas que aprovechando su cargo ayudaran a tanta gente, con la personal satisfacción de que sea un López-Bago.
ResponderEliminarBuenos días tocayo
ResponderEliminarcomentarte que uno de los ahijados de Manuel Calderón es
"Apala",que siendo uno de las personas más buscadas por la policía,fue a verle al Hospital de la Marina,donde falleció Calderón
Para un artículo que he escrito sobre las monedas de Euzkadi me bajé el artículo que se publicó en la revista DEBA (www.ostolaza.org/archivos/publicaciones/74-Dn-Manuel-Calderon-Lopez-Bago.pdf) puesto que me pareció interesante. Lamentablemente ya no se puede descargar más. No sé el motivo cual es. Un saludo dese Holanda.
ResponderEliminarTengo conocimiento fehaciente de que esta excelente persona fue el Comandante Militar de Marina de SS. durante algunos años (sobre 1950 en adelante). Tenía fama de ser un tanto peculiar y hoy diríamos que jatorra. Decía de si mismo, por ejemplo, que era "Calderón López-Bago, mas de vago que de López". Ejemplar persona.
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